Reflexión

MONÓLOGOS PARA LA VIDA: «La esperanza, ese poder infalible»

Por Candi

El gran poder de cada persona se asienta en tres pilares fundamentales para superar momentos difíciles, o bien para lograr aquellos propósitos deseados: son la esperanza, la fe y el amor.

Vivimos tiempos difíciles tanto en lo individual como en lo social. Pareciera que el ser humano de estos días ha perdido mucho de aquello que en el pasado implicaba, pese a la problemática inherente a la vida, sosiego y predecibilidad. Hoy el hombre vive agitado, preocupado, con cierta ira que lo acompaña en forma más o menos permanente y más o menos intensa. Y este es un problema del mundo, no sólo de este país. Aunque, es cierto, estas dificultades se hacen más profundas en regiones subdesarrolladas como la nuestra. Subdesarrolladas, debe aclararse, no solo en lo económico, sino en lo político, en lo ético, en lo moral e intelecual.

Esta es una realidad que afecta a la sociedad y, por supuesto, a cada persona, a cada grupo o institución, comno la familia. De todos modos,  debemos aceptar esta realidad sólo para superarla. No hay otra alternativa como no sea la resignación y eso es inaceptable.

 Alguien decía que “no hay que temer a las sombras. Sólo indican que en un lugar cercano resplandece la luz”. Esta es una frase que tiene un mensaje muy importante y muy profundo.Esperanzador. Por eso hablamos  hoy de la esperanza.

La esperanza es una  cualidad, un atributo que es propio del ser humano. Para decirlo vulgarmente diríamos que tener esperanzas es un sentimiento y energía incorporada a la estructura del “yo”. Pero es cierto que a fuerza de decepciones, de fracasos, de frustraciones sucesivas, la esperanza se va perdiendo, se hace débil. Sucede como con el amor: sino se lo cuida convenientemente, los ataques del mundo pueden deteriorarlo, debilitarlo.

¿Entonces?“El hombre superior siempre es fiel a la esperanza. No perseverar es de cobardes”, decía Eurípides. Y desentrañar este pensamiento para observarlo en todas sus facetas es muy interesante. Podría decirse que la grandeza del ser humano está dada por la esperanza y esta esperanza no es un don que se obtiene mágicamente o que Dios lo entrega a quien se le ocurre, no. Como decía antes, la virtud de la esperanza es una herramienta incorporada a la estructura humana en el propio momento de la fecundación, es algo inherente al hombre.

Cada uno tiene la facultad de usar esta herramienta, de conservarla adecuadamente para cuando se necesite. Eurípides en pocas palabras también dice qué es la esperanza. No es, ciertamente, una “espera pasiva”. No es pensar, por ejemplo: “Espero que Dios o el vecino, o mi papá, o mi hermano, o mi amigo me solucionen este problema” y sentarse luego a esperar el maná caído del cielo. En realidad el maná ya lo mando Dios dándole al hombre la virtud de la esperanza. Esperanza es pensar y exclamar: “Espero con absoluta confianza, trabajo y empeño que Dios, la vida y “yo”podamos  lograr el objetivo”. Luego de este pensamiento viene la acción.

Podría decirse, entonces, que la esperanza es una “espera activa”, revestiva de un total convencimiento de que se logrará el cometido. Con la esperanza el corazón no duda.

Es una espera en acción para lograr modificar la realidad que nos aflige o alcanzar la meta anhelada. Es, como dice Eurípides, perseverar en el propósito no sólo de pensamiento y palabra, sino de obra fundamentalmente. Una acción revestida de empeño. Ahora bien, la esperanza no puede caminar sola. Es decir, el pensamiento, la palabra y la acción necesita de otra hermana sin cuya presencia el éxito es dudoso: la fe. Aquel que tiene esperanza, pero que no tiene fe difícilmente logre el cometido. En realidad si no hay fe la esperanza es un paquete sin contenido, porque la fe y esperanza son hermanas.

Sin esperanza y fe, lograr lo que se desea es poco probable. Si se logra es porque Dios actuó por sí mismo para modificar la realidad, pero en general esto no ocurre, porque Dios no ayuda a quien no se ayuda. Es razonable que sea así. Todos, por ejemplo, ayudamos a nuestros hijos, pero si observamos que cuando son grandes se tiran en un sillón cómodamente a esperar que los salvemos siempre, pues  en un momento decimos “¡basta, lo único que logro allanándole todos los problemas es que no crezca, que no aprenda a vivir”! Entonces empezamos a ayudar cuando observamos que ellos también se ayudan, que muestran interés por superarse. Los creyentes deberían aceptar Dios estará a nuestro lado siempre y cuando nosotros también lo estemos.

Ahora bien un no creyente podra decir: Dios no existe ¿estoy solo para la lucha? Lo cierto es que no, en el universo hay una serie de leyes que acompañan al hombre; una de ellas es la de acción y reacción o causa y efecto. Todo lo que se piensa, se dice o se hace tiene un efecto que está estrechamente vinculado a la naturaleza de la causa. Si la acción es buena, el resultado no puede ser malo, porque nadie cosecha piedras si sembró  trigo.

 En suma: Las cosas no están como queremos en lo social y por diversos motivos en ocasiones puede que no estén como deseamos en lo individual, pero hecha la diagnosis es necesario adoptar el remedio: esperanza (no esperar) y fe. Seguimos en la próxima hablando de la fe