El partido entre el presidente de la AFA, «Chiqui» Tapia y el presidente de Argentina, Javier Milei lo va ganando el fuerte dirigente del fútbol argentino quien, contra las advertencias del Gobierno de que la asamblea no era procedente, igual la hizo y fue reelecto por aclamación.
Si hasta los asambleístas corearon a viva voz el canto típico de la cancha: «veni, vení, cantá conmigo que de la mano de «Chiqui» Tapia toda la vuelta vamos a dar».
Otro revés para un Gobierno experto en improvisaciones y carente de «cintura» política tan necesaria cuando se juega con un jugador (Tapia), que llevó a la Selección al campeonato del mundo y de América.
La pésima idea de la intervención de la AFA que revoloteó por ahí debió ser olvidada, porque la FIFA y la CONMEBOL no están dispuestas a convalidar eso que, de hacerse, Argentina quedaría afuera de toda competencia internacional. Políticamente, en un país futbolero por excelencia, sería un desastre.
Ahora le queda al Gobierno el trámite judicial que difícilmente prospere. Arrancará el segundo tiempo con una Casa Rosada sin juego y con el sueño de ganar un partido con un plantel de club de barrio contra el «campeón del mundo». La realidad nunca es casualidad