Film para reflexionar

El documental ‘No, no quiero’ revela la realidad de los matrimonios forzados en España


Por Cristina Bazán

Aunque se escuche poco hablar sobre los matrimonios forzados y las uniones infantiles en España es una realidad que existe y que en muchas ocasiones está tan normalizada que pasa desapercibida en la sociedad. Eso es precisamente sobre lo que pone foco el documental No, no quiero, que narra, por medio de la historia de cuadro españolas, las dificultades que afrontan las jóvenes cuando se rebelan ante esa imposición, lo que implica enfrentarse y romper la relación con sus familias, dejarlo todo y empezar solas una nueva vida.

«Conocí a algunas chicas que me pusieron en contacto con otras y así fuimos armado todo poco a poco. Algunas quisieron salir en cámara y otras no, pero les agradezco a todas porque las que no quisieron salir colaboraron de otra manera», cuenta.

El documental narra la vida de Aya, Luna, Amy y María, quienes están ahora entre la veintena y la treintena. Tres de ellas nacieron en España y la cuarta, María, llegó cuando tenía apenas unos meses. Sus familias provienen de países como Senegal, Marruecos o Bangladesh.

«Fue muy importante ofrecer una diversidad de orígenes, porque no queríamos centrarnos en culturas o en un país o en un continente porque al final los matrimonios forzados son algo que por desgracia ha existido a lo largo de la historia de la humanidad», dice Santos.

Cree que si bien en algunos lugares se «ha avanzado en la conquista de derechos», en otros no se va con la misma velocidad. «Por eso es muy importante no estigmatizar países ni culturas, que esto no es una cosa cultural, es una cosa tradicional y obviamente es una tradición machista, como tantas otras a lo largo de la historia», destaca.

Las protagonistas del documental, cuenta, crecieron en España y absorbieron las tradiciones y valores de la sociedad española como «que una mujer y un hombre pueden ser libres y casarse si quieren, con quien quieren y cuando quieran». Por lo que algunas de estas tradiciones que heredan sus padres o abuelos, y que se siguen manteniendo en su comunidad, les choca totalmente.

«Muchos de estos padres lo hacen porque creen que es lo mejor para ellas, porque es lo único que conocen, así se han casado ellos y perpetúan esta tradición», dice Santos. Aunque en otras ocasiones estas personas «venden» a sus hijas por dinero, como el reciente caso de una menor de 12 años de Ciudad Real, cuya madre y padrastro recibieron 3.000 euros de una familia para que se casase con un joven.

«La mayoría de las personas ni nos imaginamos que esto sucede en nuestros barrios y que sucede por todo el país», dice a Efeminista Belén Santos, escritora y directora de la obra cinematográfica, quien señala que desde el principio, cuando recibió la propuesta para realizar este documental, supo que la historia tenía que narrarse desde la voz de sus protagonistas.

Entre 2015 y 2022, los distintos cuerpos policiales en España detectaron 27 matrimonios forzados en todo el país. Sin embargo, Santos afirma que al recopilar la información para el documental, no encontró muchos datos disponibles, por lo que optó por ir a hacer un trabajo de campo más exhaustivo para comprender más a fondo esta realidad.

La invisibilización de esta realidad también impide que estas familias tomen conciencia y hace más difícil que las víctimas tomen la decisión de negarse y empezar una vida desde cero, especialmente si aún son menores de edad cuando les informan que deberán casarse mediante un arreglo familiar.

Según datos de la organización Girls not brides, cada año hay 12 millones de uniones de niñas y adolescentes en todo el mundo, lo que significa 23 uniones por minuto.

La asociación Valentes i Acompanyades de Salt de Girona, que participa en el documental, tenía en el momento del rodaje 67 casos sobre la mesa. Sin embargo, la directora dice que la responsabilidad de prevenir y erradicar esta práctica no debe recaer sobre asociaciones sino sobre los gobiernos. Y aunque destaca que hay algunos en el país que empiezan a elaborar protocolos el trabajo sigue siendo «insuficiente». «Los gobiernos son los que tienen que dotar no solamente de legislación, sino de medios para llevar esto a cabo».

Santos dice que espera que el documental llegue a las personas adecuadas, y que se den cuenta de que no es una tradición que va unida a ninguna religión ni que evitar los matrimonios va a provocar que rompan con su cultura. «Son situaciones que vulneran derechos humanos, por lo que no puede permitir que se perpetúen en el tiempo».

De hecho, una de las madres de las jóvenes decide hablar en el audiovisual y se sincera al explicar que ella no quería que su hija pasara por esa situación, pero que recibió una presión muy fuerte por parte de su marido y de la familia de él.

«En el momento en que se dieron cuenta que esta práctica no debía llevarse a cabo, empezaron a reivindicarlo y eso le supuso enfrentarse con su propia comunidad», dice Santos, quien destaca a otras mujeres de esa misma generación que empezaron a romper estos círculos de violencia.

Portada: Captura del documental «No, no quiero». Foto: Vértigo Films.

Fuente de información EFE (efeminista.com)