La piel es el órgano más extenso del cuerpo humano. Entre sus funciones está la protección, regulación del metabolismo, de la temperatura corporal y absorción de la cantidad necesaria de vitamina D, entre otras. Sin embargo, también puede ser el asiento de una de las enfermedades tumorales más graves del organismo como lo es el melanoma.
Esta patología puede manifestarse sobre un lunar preexistente o de reciente aparición en cualquier sitio de la piel. Se trata de una afección que puede presentarse a cualquier edad, aunque es más frecuente en personas adultas y de cualquier género.
Aquellas personas con algún antecedente familiar de melanoma tienen mayor probabilidad de padecerlo.
Asimismo, existen otros factores de riesgo, como el tipo de piel (muy clara que casi nunca broncea), exposición solar aguda y las quemaduras solares importantes sufridas antes de la adolescencia, que aumenta el riesgo de padecer melanoma en la edad adulta. Allí el valor de la protección solar en los niños.
¿Cómo aparece el melanoma?
Puede hacerlo como una mancha oscura que se desarrolla sobre piel sana o sobre un lunar preexistente que ha sufrido cambios de forma tamaño o color en relativamente poco tiempo. Por este motivo, es importante chequear los nuevos lunares regularmente.
Cómo reconocer lesiones sospechosas
Se ha hecho hincapié en una regla conocida como el ABCDE, la cual se entiende de la siguiente manera:
- A: Asimetría. Sospechar de lesiones que tienen un extremo o un borde diferente al otro.
- B: Bordes. Sospechar de aquellas lesiones de bordes irregulares (escotados, ameboides o mal definidos).
- C: Colores. Sospechar de las lesiones con más de un color (aunque la presencia de un solo color no descarta el diagnóstico de melanoma).
- D: Diámetro. Poner énfasis en lesiones de más de 6 mm de diámetro.
- E: Evolución. Tener en cuenta si todos los cambios descriptos anteriormente se han producido en relativamente poco tiempo.
Ante la presencia de manchas o lunares (que casi todas las personas tienen normalmente), es recomendable la consulta anual con un médico dermatólogo. La mayoría de las veces la diferenciación de lesiones benignas y malignas suele ser sencilla para el especialista con la simple observación de las mismas. Pero a veces puede ser necesario recurrir a una dermatoscopia, método complementario incruento que consiste en la visualización a través de un instrumento óptico llamado dermatoscopio que permite apreciar a gran aumento detalles que podrían pasar desapercibidos a simple vista. Ante la sospecha de malignidad se procede a extirpar la lesión y remitirla para que se la realice el estudio anatomopatológico (biopsia) que confirmará el diagnóstico.
Tratamiento
El tratamiento dependerá del resultado de este estudio. Si el mismo señala una lesión temprana, habrá concluido con la sola extirpación de la misma. A veces puede llegar a ser necesario el estudio de ganglios regionales para detectar metástasis, así como también se podrá recurrir a diagnósticos por imágenes como tomografías, entre otros estudios, en casos avanzados en los cuales también puede llegar a indicarse la quimioterapia.
Es muy importante destacar que las personas a quienes se les diagnosticó un melanoma deben controlarse de por vida. Al principio los controles se efectuarán cuatro veces al año, luego tres, dos y, finalmente, una vez por año poniendo énfasis en la recomendación de que ante la presencia de una lesión sospechosa (mancha o lunar nuevo) se debe consultar inmediatamente con un médico especialista.
El Servicio de Dermatología del Sanatorio Allende cuenta con profesionales entrenados para el diagnóstico temprano de ésta importante enfermedad que permite aumentar las posibilidades de realizar un tratamiento y/o control exitoso de la misma.
Fuente: La Voz