Por Evelyn Perét

Vivir con autismo: el testimonio de Valentina


Por Evelyn Perét

El testimonio de Valentina, una adolescente autista que, con una mirada clara sobre su mundo y sus preferencias, comparte su experiencia de vida.

Los primeros signos que su familia reconoció cuando Valentina era pequeña fueron los llantos repentinos, sin explicación aparente. Con el pasar de los años, descubrieron que el malestar provenía de los estímulos sensoriales del entorno. “Cuando ella fue más grande, nos dimos cuenta porqué se tapaba los oídos. Le encantaba ir al jardín, pero le molestaba el ruido y la música”, dijo Leticia González, su mamá, quién recordó los desafíos de esa infancia.

El diagnóstico no estuvo claro hasta los seis años cuando una neuro-pediatra logró identificar el trastorno de ‘Valen’ como «asperger», término obsoleto desde el 2018. Sin embargo, a pesar de las dificultades, Leticia enfatizó que Valentina nunca necesitó un acompañante terapéutico, y que su única intervención profesional fue con una psicóloga.

Desde 2007, cada 2 de abril se conmemora el Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo, con el objetivo de dar visibilidad y promover la plena realización de los derechos humanos, esta fecha fue establecida por la Asamblea General de las Naciones Unidas y, desde entonces, se celebra en todo el mundo con diversas actividades y campañas educativas.

En una entrevista reciente de La Mañana, Valentina Regojo de 14 años habló sobre cómo es vivir con autismo y cuáles son las actividades que disfruta realizar. “Hago cerámica, voy a piano, ajedrez y streching y todas me gustan” enfatiza que la última actividad mencionada la empezó hace pocos días, pero destaca que se siente muy a gusto en el lugar.

En cuanto a sus pasatiempos le apasiona ver documentales viejos, de cualquier temática, y su pasión por la tecnología y la robótica es evidente: «Me gustaría seguir estudiando ingeniería robótica, miro videos y digo esto me fascina, quiero hacer esto para toda la vida». El cine no es un lugar al que concurra, aunque está expectante por el estreno de la película “Minecraft” y con gran sentido del humor dijo: “voy a sacar entrada para ir a ver Minecraft, pero sólo para reirme de una película mala. Es tan mala que da gracia”.

Su círculo social en el ámbito escolar es reducido, “tengo tres amigas, pero los recreos prefiero pasarlo sola. En general, no soy de juntarme con gente”. Con ellas habla sobre su diagnóstico que reconoce como parte de su identidad, “sé que soy autista porque estoy diagnosticada» y entiende que puede haber otra gente con su misma condición, sin diagnóstico.

En cuanto a su perspectiva sobre la inclusión en Bolívar, destacó las actividades propuestas, hace un tiempo, por la Asociación Civil Miradas Atípicas como «la hora silenciosa» en el supermercado o la inclusión de pictogramas en consultorios médicos. Como así también el cine a puertas abiertas, propuesto por el Cine Avenida, dado que le brinda la posibilidad a personas con sensibilidad sonora o visual, acceder a ver películas con comodidad.

“Miradas Atípicas fue una red de contención entre padres que, aunque ya no funcione como una asociación, sigue siendo un apoyo fundamental”, destacó Leticia y, contó una de las últimas propuestas que quisieron llevar adelante en los colegios, la cual “requería de mínimos esfuerzos y poca inversión” como la colocación de pelotas de tenis en las patas de las sillas, para minimizar los ruidos que éstas generan en un aula.

Por último, la mamá de ‘Valen’ también habló sobre los prejuicios de los adultos a la hora de que sus hijos se relacionen con otros niños que no forman parte del espectro autista: “por lo general, a nuestros niños no los invitan a casas o cumpleaños, porque es una creencia errónea que ellos no quieren tener amigos o no los necesitan, todo lo contrario. Se dan cuenta cuando son rechazados o excluidos de grupos y les duele, al igual que nosotros”.

Y enfatizó: “Son niños, le gusta lo mismo que a todos los niños. Le gustan jugar, estar con gente, socializar como a cualquiera de su edad. Hagan que sus hijos se acerquen, no los alejen, no los aparten, dejen a sus hijos jugar con los nuestros que quieren básicamente lo mismo, hacer amigos.”

La historia de Valentina y Leticia es un recordatorio de que el autismo no define a una persona, y es un llamado a una sociedad más comprensible e inclusiva capaz de brindarles las mismas oportunidades que a cualquier otra persona, sin etiquetas ni limitaciones.