Una «Sinfonía Pop Rock» en el Luna Park para que Patricia Sosa siga expandiendo su canto


La privilegiada y versátil voz de Patricia Sosa reafirmó el viernes a la noche el impacto que porta ante un estadio Luna Park lleno para acompañarla en la tercera experiencia de carácter sinfónico junto a su banda y a la Orquesta AA 2000 integrada por jóvenes intérpretes y dirigida por Néstor Tedesco.

El espectáculo titulado “Sinfonía Pop Rock” –que estrenó en junio pasado en el Teatro Ópera- se trasladó ocho cuadras hacia el bajo porteño y creció en volumen para sumarse a la corriente de artistas populares llevando ese repertorio al formato orquestal, en este caso bajo arreglos de Daniel Vilá.

Desde las 21.45 y hasta la medianoche, la intérprete lució sus dones para, a los 67 años y con casi medio siglo de trayectoria, atreverse a otro horizonte sonoro.

Es que aunque Sosa supo recorrer escenarios del mundo entonando la “Misa Criolla”, de Ariel Ramírez, esta vez sostuvo un extenso y celebrado concierto al frente de 51 músicos, 45 de la orquesta y seis de su conjunto (Mariano Mere en teclado y coros, César Cirera en guitarras, Gustavo Giuliano en bajo, Pablo Garrocho en batería y coros y las voces de Marta Mediavilla y Laura González).

Sobre una impecable puesta visual diseñada por Valeria Ambrosio que combinó un cuidado juego de luces y la interacción con la enorme pantalla ubicada al fondo del escenario, el público disfrutó y acompañó la experiencia que refiere a una nueva inquietud de la vocalista para no conformarse con los laureles conseguidos.

Y en ese viaje entre la historia de sucesos que amasó desde los tiempos del conjunto rockero La Torre hasta el apogeo romántico pasando por algunos recreos folclóricos, la artista propuso un singular y sinfónico repaso por esa trayectoria.

Como ejemplos de esos momentos plasmados en una misma noche y desde una estética diferente se festejaron especialmente los momentos surcados por “No te rindas” (a partir del poema del uruguayo Mario Benedetti) que la hizo llorar, “Luces”, “Endúlzame los oídos” (cuando invitó a la gente a bailar lento en los pasillos del estadio), “Sólo quiero rock and roll” y “Alfonsina y el mar”.

Antes y después, en los extremos de la noche, al principio cantó “Salva lo que queda”, “Estamos en acción” y “Tratando” y una veintena de piezas después cerró con “Todos me miran” y “Aprender a volar”, ante una audiencia rendida a su influjo.