Por Laura García Racciatti
Esta es la historia, como tantas que merecen ser contadas, la de una joven venezolana que desarmó su vida en su ciudad natal, donde tenía una trayectoria, trabajo, comodidades, una familia incipiente y puso sus ilusiones y sus miedos en unas pocas valijas para subirse a un avión y comenzar de nuevo. Porque, como a ella le gusta definirlo, “emigrar no es empezar de cero, es empezar de nuevo”. Allá, ella era presentadora y animadora de radio y televisión y su carrera venía muy bien.
El próximo agosto, Jacmibel va a cumplir siete años como residente en Argentina. Los primeros tiempos, recuerda, no fueron nada fáciles. La decisión tardó en materializarse porque ella era de la idea de estudiar y trabajar en su país, poder crecer allí y que su familia prospere en su lugar de origen. La tenacidad del régimen venezolano cada vez apretaba más y la última navidad que ella y su familia vivieron en su patria los golpeó en la cara. Como si de un cuento se tratara, el impedimento para comprar un regalo de Navidad a su pequeña hija de un año y medio le hizo sentir que el mundo se venía abajo. Comprar ese juguete implicaba la totalidad de sus ingresos mensuales y no podría agasajar a su hija. Así que, en ese momento, fue un antes y un después cuando decidió finalmente irse de su país. Afortunadamente, el niño Jesús, como los venezolanos llaman a Papá Noel, le regaló una muñequita Masha a la bebé en casa de su abuelo.
Con todos los miedos y riesgos que implica emigrar, Jacmibel y su esposo le apostaron todas las fichas a la Argentina para conseguir un mejor futuro para ellos y para su hija, para que creciera en un contexto un poco más feliz que el de Venezuela. Así empezó la aventura.
¿Cuándo y en qué condiciones te fuiste de Venezuela?
Emigré en agosto de 2018, en el año que estaba más acentuada la escasez. Afortunadamente no emigré en malas condiciones, lo hice por avión, pero no fue como saltar al vacío, ya que el viaje se preparó en muy poco tiempo y no pude traerme suficiente dinero ya que todo fue muy apresurado.
Salimos prácticamente huyendo, porque había mucha escasez y queríamos comenzar otra vida en un lugar donde pudiéramos darle a mi hija, calidad de vida. Mi esposo se fue primero en marzo de 2018 y yo me quedé en Venezuela porque estábamos esperando el pasaporte de mi hija que tenía un año, decidimos arriesgarnos, yo tenía cita para mi DNI en Argentina en agosto de 2018. El pasaporte le salió a mi hija en julio.
En un video que ella misma compartió hace un tiempo, describe la situación límite en la que se encontraba Venezuela al momento que decidió emigrar. La realidad era que no había insumos básicos ni en los supermercados ni en los hospitales, las protestas marcaban un punto de tensión que iba creciendo por el nivel de autoritarismo de la dictadura del presidente Maduro y para conseguir cosas básicas había que hacer grandes malabares.
A pesar del famoso duelo migratorio, del que ni ella ni nadie que haya emigrado puede escapar, el país le fue abriendo las puertas de a poco. Si bien los primeros meses ella estaba en una especie de nubecita, como ella misma lo define, porque todo era todo hermoso, todo era felicidad, los siguientes tiempos la tristeza y el llanto eran recurrentes porque se dio cuenta de que estaba lejos de su familia, de su ciudad natal, de todo lo que para ella era conocido. cuenta de que estaba lejos de su familia, de su ciudad natal, de todo lo que para ella era conocido. Tal es así, que cuando llegó la primera navidad en nuestro país, a muy poquito de haber aterrizado acá, no quiso celebrar las fiestas y lo pasó encerrada en la casa en que vivían, lo recuerda como algo terrible. El 24 y el 31 lloró. No era solo la lejanía con su familia, también sentía que su carrera había sido en vano, que había quedado atrás. Pero tuvo dos cosas muy significativas que la ayudaron a volver a confiar en su propia capacidad y en el camino recorrido para la continuidad de su carrera: tuvo la posibilidad de ser animadora del gran evento que año tras año organiza el Gobierno de la Ciudad BA Celebra Venezuela en el que en esa oportunidad asistieron cuarenta mil personas; y el ser entrevistada nada menos que por la reconocida periodista Carolina Amoroso en su programa de radio Radio con vos para compartir su historia como migrante venezolana, justo el mismo día que en Venezuela se celebraba el día de las madres.
¿Cómo es en Argentina?
Aquí soy una mujer 4×4 todo el día. Todo lo hago sola, porque mi esposo no trabaja cerca. Entonces yo estoy con mi nena en casa. Cambié el trabajo en calle y lo social, por trabajo remoto, detrás de una pantalla o una computadora.
Me divido entre las labores de casa, el colegio de la niña, mi trabajo con dos páginas web de Estados Unidos y las asesorías en redes sociales y mis cursos de oratoria.
Hago mil cosas en un día, pero me organizo por horas y en bloques de trabajo para cumplir con todas mis obligaciones.
Obvio me hace mucha falta el apoyo de mis padres o hermanos, pero cuando eres inmigrante te las arreglas como venga.
Afortunadamente ante cualquier emergencia, tengo varias amigas argentinas que son lo más leales que hay, me han dado mucho apoyo.
La fe la sostiene como un bálsamo. Jacmibel es devota de la Patrona del Oriente de Venezuela y oficia como oradora en su misa año tras año. Además, desde hace cinco años es oradora de la misa de la Virgen del Valle de la iglesia Caacupé. Siente un profundo agradecimiento.
Si tenés familia allá, ¿cómo es su vida en este contexto tan hostil?
Ellos viven tranquilos gracias a Dios, porque el venezolano ha aprendido a adaptarse a las circunstancias. Creo que para vivir en Venezuela, y esto lo digo por lo que mis conocidos me cuentan, tienes dos opciones: O vives contaminado con toda la situación y te quejas todo el día o te pones en automático y tratas de aprender a vivir surfeando la ola. No es fácil vivir con todas las fallas en los servicios públicos, gasolina, etc. Pero creo que quienes viven en Venezuela se graduaron de súper héroes y resilientes, aprendieron a sonreír y vivir en medio de una situación que de eso los venezolanos sabemos bastante, son productivos en medio de lo que se vive, que en cualquier otro contexto social sería imposible sobrellevarlo.
Sé que seguís de cerca todo lo que sucede en Venezuela, ¿cómo te afecta?
Sinceramente hay veces que prefiero no saber tanto como está todo allá, limito la información. Particularmente, cuando se dieron las elecciones de julio me afectó muchísimo ver los resultados. Creo que los venezolanos vivimos con el alma dividida y siempre añorando que llegue la libertad a nuestro país. Salvo las horas que estoy trabajando para los portales web informativos en los que estoy, prefiero hacer un stop de las noticias de Venezuela en el resto del día. Hay muchas que me dan impotencia.
¿Me podrías contar cómo cambió tu vida desde que vivís tan lejos de tu tierra?
Soy otra mujer, totalmente diferente. He hecho cosas que jamás imaginé que haría. Desde aprender a hacer unos porotos que no hacía. Hasta tener una independencia que en cierto modo no tenía. Cuando emigras te pones a prueba a diario, tu capacidad de resiliencia juega un papel importante y la parte espiritual también. Si no te fortaleces espiritualmente, crees en Dios, alimentas tu alma, es muy difícil soportar. Mi vida cambió 180 grados. Hoy estoy más fortalecida, soy otra Jacmibel. El emigrar me probó que soy capaz de cosas que jamás pensé.
¿Algo bueno y algo malo de emigrar?
Lo bueno, tener dos hogares, porque Argentina nos recibió con mucho amor. Hoy puedo decir que tengo dos países que amo, uno donde nací y este que me adoptó. Aparte de nuevos amigos argentinos, me enamoré de esta nación. No diría que tiene nada malo el emigrar, creo que tiene algo que lo hace difícil, es estar lejos de los tuyos, en esas fechas especiales, en los lutos, en los cumpleaños, es sumamente difícil. Emigrar no es comenzar de cero, si no de nuevo.
A pesar de haber pasado prácticamente toda su corta vida en Argentina, Jacmibel intenta cultivar en su hija el sentimiento de mantener su idiosincrasia, el valor por sus raíces. Un ejemplo es lo que nos cuenta en su sobre la alimentación de su hija. Ella desayuna arepas (un típico plato venezolano a base de maíz y en forma de disco que se cocinan en sartén caliente y se comen de diferentes maneras) pero también le gusta el dulce de leche y las medialunas.
¿Tu hija se siente argentina o venezolana? Siendo que pasó prácticamente toda su vida en Argentina, ¿cómo lo vive a su corta edad?
Mi hija se siente tan venezolana como Argentina. Ama los dos países y dice que su corazón está dividido en dos. Que ama ambos países. Si. Y ahora que tiene 8 años no es de comer tanto arepa en el desayuno. Me pide que le alterne con otra cosa. Aunque no le dice jamás que no a los tequeños y las empanadas venezolanas. Ella dice que aquí nunca se ha sentido mal que ella siente que es de aquí por cómo ha sido recibida. Ella dice que es venezolana pero que también ama Argentina. Tiene la hermosa tonada de ustedes y el cumpleaños lo fusiona entre el venezolano y argentino.
Por eso, a la niña, no le gusta ver los partidos de fútbol cuando se enfrentan Venezuela y Argentina, porque ella dice que no quiere que ninguno pierda, que ambos son sus equipos.
¿Pensás, o piensan con tu esposo, en volver algún día?
Me gustaría a futuro regresar claro que si. Me gustaría envejecer en mi país. En una tierra libre, soberana y próspera pero que sobre todo, viva en democracia, me gustaría que mi hija conociera la Venezuela en la que crecí, no la de ahora, ella quiere ir de hecho a conocer. Aquí se me viene la canción tan famosa «Venezuela» qué es como nuestro segundo himno que dice «enterrar mi cuerpo cerca del mar en Venezuela». A mi me gustaría regresar y mis últimos años vivirlos allá, disfrutando mis playas.
Pueden visitar a Jacmibel en su perfil de instagram @jacmibelrosas y escuchar su podcast @guapasyapoyadas en su canal de youtube y también en Spotify. También pueden consultar sus diferentes servicios de comunicación para los que trabaja en su productora Shantall’s Producciones