Tras muchos años de investigación y lecturas, la escritora y doctora en Filología Hispánica Liliana Pedroza realizó una antología rescatando el trabajo de numerosas cuentistas mexicanas a lo largo de la historia. A través de “A golpe de linterna”, Pedroza consiguió darle una perspectiva diferente al canon literario en México, en especial en cuanto a la presencia femenina se refiere y, en particular, alrededor de un género como el del relato corto: localizó a más de 500 autoras y alrededor de 900 libros de cuentos.
“A través de la historia oficial creemos que las mujeres han estado únicamente en el ámbito doméstico, pero con los estudios paralelos que se han hecho podemos darnos cuenta de que las mujeres estuvieron en el campo de batalla de la Revolución Mexicana, que no nada más fueron Adelitas, que también fueron coronelas, ideólogas, y eso se ve en la literatura escrita por mujeres”, explica la doctora en Filología Hispánica por la Universidad Complutense de Madrid.
Asimismo, Pedroza analizó: “Hay un rompimiento de los estereotipos de lo que son y deben ser las mujeres, lo que han hecho y lo que han imaginado socialmente, para ellas y para todos. En esta antología hay una gran diversidad, así como búsquedas temáticas y estilísticas muy distintas unas de otras. Lo que sí me parecía importante es que los personajes principales fueran mujeres, justamente para romper con los estereotipos de cómo accionamos dentro de todos los espacios. ¿Qué es lo que piensan ellas y cómo se ven reflejadas a través de los personajes?”.
Para Liliana Pedroza, el hecho de que no se tome en cuenta a las mujeres dentro de los cánones literarios termina por convertirse en una forma de violencia: “Todos participamos en el silenciamiento de las mujeres y esto es sistemático”.
“A golpe de linterna” se dividió en tres volúmenes de manera cronológica, pero no rigurosa, para poder ver no solo a través del tiempo la evolución de los grupos generacionales, sino permitir un diálogo entre generaciones sobre las distintas visiones que tienen sobre temas que comparten. “Hay una evolución social en cuanto a la forma y a las estructuras narrativas en cada época”, explicó Pedroza.
“Las mujeres hemos tenido muchos obstáculos para poder publicar, somos un grupo socialmente oprimido, el último grupo que accede a la educación y no es sino hasta finales del siglo XIX que podemos tener acceso a las bibliotecas públicas. Hemos batallado para poder legitimar nuestras ideas y nuestras opiniones; pero después de escribir está publicar, y luego de ello que alguien te tome en cuenta, que te quiera reseñar, que en todos los ámbitos educativos te tomen en cuenta. Es todo un mecanismo que contribuye al silenciamiento de estas voces y como lectores nos estamos perdiendo de muchas cosas”, reflexionó.
La antología permite a la gente leer los cuentos e ir en contra del canon de lo que se ha construido y se ha dicho que es la literatura, “con lo que se ha silenciado o se ha obviado la pluma de muchas mujeres”, cerró Pedroza.