“Mujeres tierra” es un trabajo que la fotógrafa y directora Aldana Loiseau desarrolló durante ocho años y plasmó en un libro. Se trata de un ensayo testimonial e intimista en el que reúne una serie de fotografías analógicas tomadas en el norte argentino, con la intención de retratar el linaje femenino de esas tierras.
Loiseau explicó que las fotos que integran su nuevo libro “hablan del vínculo de las mujeres de Caspalá con algo que es mucho más que la idea occidental de Tierra o Naturaleza: La Pachamama, Madre Tierra, es el ciclo de la vida, el dar y recibir, la espera y el florecimiento, incluso la muerte como parte de la vida. Quise compartir la sabiduría de las mujeres y transmitir cómo los saberes sostienen a una comunidad que funciona sobre una cosmovisión de intercambio y dialogo continuo con la Tierra”.
Caspalá en quichua significa “gran abertura entre cerros”: es una de las poblaciones vallistas que circundan Humahuaca y paso intermedio entre la Quebrada y las Yungas del legendario Qhapaq Ñan, la red de caminos más antigua de América que alcanzó su máximo desarrollo en el siglo XV durante el Imperio Inca, cubriendo más de 30.000 kilómetros con vías y estructuras de defensa, comunicación e intercambio en lo que hoy es Colombia, Ecuador, Perú, Chile, Bolivia y Argentina.
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Los vestigios de aquella gran vía incaica, hoy Patrimonio Mundial de Unesco, siguen siendo recorridos a pie o en mula, en bicicleta cuando es posible, por los vallistos, y eso impactó a la fotógrafa que por esos senderos llegó a Caspalá, casi anocheciendo en otoño de 2001, después de seis horas de marcha, toda “espinada” porque había rodado por un barranco, sin conocer a nadie y sin avisar, queriendo entender que hay detrás de esa barrera geográfica y cultural que significaba mantener la tracción a sangre al comienzo de la era de la Internet global.
“Mi idea era recorrer los caminos antiguos y los pueblos más conservados con la cámara y en el trayecto anclé en esta comunidad donde las mujeres destacaban por el tejido de sus mantas, los bordados y los colores que eligen para vestirse. Entendí que había algo valioso que narrar. Son como fotógrafas de la naturaleza: agarran las flores, las aplastan y las copian en sus bordados, pero además transmiten el linaje femenino en esos tejidos que enseñan a sus hijas de generación en generación”, narró.
“Varios pueblos contiguos tienen esa forma de vestir y aunque en cada uno hay diferencias siempre es impresionante cómo se adornan, cómo resuenan esas vestimentas con el lugar donde viven, al punto que algunas copleras las usan como ícono de la identidad jujeña. Son mujeres que nutren a sus comunidades, tejen la trama que les da forma”, dijo.
A través de su cuenta de Instagram (@aldi_loi) la artista realizó un ciclo virtual homónimo al libro y recupera algunas de las imágenes capturadas en las serranías jujeñas. Sobre ellas reflexionan la antropóloga Rita Segato y la cantora Mariana Baraj, entre muchas otras voces que se detienen en su ensayo.