El mono churuco, de cola prensil, barriga protuberante y pelaje denso, ya tiene quien lo proteja y lo resguarde en el suroeste del país. Se trata de un grupo de mujeres de la vereda El Líbano, en Orito, Colombia, que decidió crear un colectivo para su defensa. El primate ha sido perseguido durante generaciones por su carne.
La formación de este grupo, que hace parte del trabajo de la Fundación Sambica (ONG creada por un equipo de líderes comunitarios de la región), se debió a la preocupación que genera la caza de este primate, pues a diferencia de otras especies que pueden compensar sus pérdidas con crías abundantes, el mono churuco tiene una reproducción lenta ya que las crías adultas dan a luz a un solo individuo cada dos años.
La deforestación también colaboró a encender las alarmas e impulsó la iniciativa, con el fin de proteger su hábitat. Esta no es una preocupación menor, si se tiene en cuenta las cifras del último reporte de la Plataforma Intergubernamental de Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos (IPBES), las cual señaló que entre 1980 y 2000 se devastaron 100 millones de hectáreas de bosques tropicales en todo el mundo.
Un colectivo que impacta
El objetivo principal es concretar un acto de retractación y de perdón con esta especie, por lo que las mujeres promueven y asisten a campañas de educación ambiental y de concientización sobre la importancia de preservar este mamífero.
Además de recibir charlas sobre biodiversidad y protección del medioambiente, también han liderado actividades que envían mensajes de protección de los ecosistemas en la región.
De hecho, también se han vinculado a otras iniciativas como diplomados o capacitaciones para conocer más detalles sobre la biodiversidad. Estas incluyen, entre otras cosas, aprendizajes sobre la ganadería sostenible, la producción de miel y el avistamiento de aves.
Como parte de las actividades centradas en el churuco, emprendieron un monitoreo comunitario de su población.
De acuerdo con John Freddy Gaitán, miembro de la Fundación Sambica, se planea que una vez al mes, un pequeño grupo de este colectivo “pueda entrar al bosque, en compañía de un biólogo de la organización, para que aprendan a hacer avistamientos, tomar datos, seguimientos y llevar una libreta de campo”, entre otras actividades.
El mono churuco, también conocido como mono choyo, es una especie con la que estas mujeres se identifican, pues es una especie que cuida con especial entrega a sus crías y a su comunidad. “Eso hace que queramos cuidarlo más y enseñarle a nuestras hijas precisamente eso, el valor de la familia”, manifestó al respecto Carolina Mora, una de las integrantes del colectivo.