Opinión

Un futuro libre de hepatitis


Por el Dr. Marcelo O. Silva, Jefe de Hepatología y Trasplante Hepático Hospital Universitario Austral, Presidente Asociación Latinoamericana para el estudio de Enfermedades Hepáticas (ALEH), Miembro del Comité Estratégico y Técnico de las Hepatitis Virales (OMS).

En mayo de 2016, la Asamblea Mundial de la Salud aprobó la Estrategia Mundial del Sector de la Salud sobre las hepatitis virales, que propone eliminarlas como amenaza para la salud pública para 2030.

Hay cinco tipos principales de virus que causan hepatitis: A, B, C, D y E, siendo las hepatitis B y C las de mayor relevancia por ser las que pueden evolucionar a formas crónicas y progresar a cirrosis y cáncer de hígado. Se estima que el 57% de los casos de cirrosis y el 78% de los casos de cáncer primario de hígado son causados por los virus de la hepatitis B y C. Por ello, la meta propuesta por la OMS es la de reducir en un 90% la incidencia y en un 65% la mortalidad asociadas a las hepatitis B y C.

Se estima que en el mundo hay 325 millones de personas infectadas por los virus de las hepatitis B y C; que solamente un 10-19 % de los casos saben que lo están. Esto representa un enorme desafío a la Salud Pública dado que son enfermedades silenciosas durante décadas hasta desembocar en cirrosis, cáncer y/o muerte.

Juntas, las hepatitis B y C, generan 1,4 millones de defunciones al año, cifras iguales o superiores a las del VIH, malaria y TBC. Este es un dato importante para concientizar a los que definen políticas públicas durante la pandemia de la Covid-19, dado que implementando las recomendaciones de la OMS se podrían evitar miles de muertes diarias, ya que a diferencia de la Covid las hepatitis virales tienen vacunas altamente probadas así como tratamientos antivirales de enorme eficacia. Que en plena pandemia de la Covid-19, cuando la salud pública está en el centro de la mirada de la política y de los formadores de opinión, las hepatitis víricas sigan matando a miles de individuos por día resulta como mínimo una enorme pérdida de oportunidad de salvar vidas.

La región de América Latina y el Caribe ha logrado avances significativos en términos de vacunación, y todos los países han incluido la vacuna contra la hepatitis B en sus programas de vacunación para niños. A pesar de ello, solo el 42% de los niños reciben la dosis de la vacuna contra la hepatitis B prevista al nacer.

También se encuentran disponibles pruebas para la detección y diagnóstico de hepatitis B y C. Sin embargo, el acceso al tratamiento de la hepatitis B y C con antivirales de acción directa es muy limitado en la Región. Diecisiete países informan que tienen estos medicamentos para tratar las hepatitis B y C crónicas, pero el número de personas que lo reciben es muy limitado.

Es por ello que la OMS pide a todos los países que colaboren para eliminar las hepatitis como problema de salud pública de aquí a 2030 reforzando las siguientes estrategias de intervención sanitaria:

o Proteger a los lactantes de la infección por HBV. Todos los recién nacidos deberían ser vacunados al nacer y recibir posteriormente al menos 2 dosis adicionales

o Detener la transmisión de madre e hijo. Todas las embarazadas deberían someterse al diagnóstico de HBV, VIH y sífilis y recibir el tratamiento necesario.

o No dejar a nadie atrás. Todas las personas deberían tener acceso a los servicios de prevención, pruebas y tratamiento de las hepatitis, incluidas las personas que se inyectan drogas, los reclusos, los migrantes y los grupos de población más afectados.

o Ampliar el acceso a las pruebas y al tratamiento. Las pruebas y el tratamiento oportunos de la hepatitis vírica pueden prevenir el cáncer de hígado y otras enfermedades hepáticas graves.

o Mantener los servicios esenciales relativos a la hepatitis durante la pandemia de Covid-19. Los servicios de prevención y tratamiento de la hepatitis son esenciales incluso durante la pandemia de Covid-19.