Por Carolina Camacho
Al parecer el “nadie se salva solo” podría catalogarse como un concepto que paso de moda en estos tiempos, sin embargo, en la apuesta de la serie “El Eternauta”, la nueva adaptación de la historieta dirigida por el director Bruno Stagnaro (“Pizza, birra, faso” en cine y “Okupas” en tv, entre otras), podemos rescatar un universo que nos invita a revalorizar lo colectivo como único valor para poder llegar a transformar una sociedad.
Estreno en Netflix, una primera temporada de seis capítulos.
Esta maravillosa obra original del guionista, escritor e historietista argentino Héctor Germán Oesterheld no tuvo ni tiene nada que envidiarles a obras de ciencia ficción de autores como Ray Bradbury o el propio Edgar Allan Poe.
Oesterheld fue secuestrado en 1978 por la dictadura argentina. Su esposa fue una de las Abuelas de Plaza de Mayo y murió sin encontrar a sus nietos.
Es importante destacarlo como creador, porque, así como nuestro país tuvo la hermosa gracia de hacernos campeones del mundo tres veces en la historia del futbol argentino, también tenemos profesionales audiovisuales completos y muy preparados que tenemos todo para dejarnos muy bien parados en el mundo, y este es el caso de esta adaptación de “El Eternauta”. En cualquier parte del mundo donde se vea esta serie quedará de manifiesto el talento de quienes conforman esta producción. Todas las actuaciones están muy bien, todo el equipo técnico, logrando transmitirnos una atmosfera sórdida y distopica de caos generalizado. Aún inclusive la elección de la música para musicalizar la serie con algunas canciones de Mercedes Sosa, entre otros artistas nacionales.
El héroe de la historia, nuestro Ricardo Darìn, nuestro Juan Salvo, entiende en que consiste la salvación, tal vez desde su condición de ex combatiente de Malvinas puede tener la apertura para entender de que se trata la pelea, de un poder maligno contra el pueblo y sus intereses. ¿Les suena?
Mientras miraba “El Eternauta”, capítulo a capítulo no podía dejar de pensar en el paralelo entre esta ficción y la realidad actual de nuestro país y de cómo prima el egoísmo en un país que tiene todo para que la salvación colectiva sea posible. También pensaba que estamos naturalizando comportamientos de naturaleza maligna y de mala leche aun inclusive dentro del seno de la propia institución familiar.Este gobierno de ultraderecha que se vanagloria con su lema “Dios, patria y familia”, no tiene nada, por cierto, que se acerque a la idea de dios, de patria y de familia, hay algo en ese lema que es mentiroso, que no es verdadero, porque la hermandad latinoamericana está sangrando, y desde hace mucho pero ahora más que nunca.
Esta ficción con esos bichos alienígenas y su ataque hacia la población autóctona, nos sitúa, nos muestra al enemigo, que siempre suele ser brutal y repentino. También podría traspolarnos al bombardeo a plaza de mayo de 1955, en donde un ataque externo perpetrado por la Armada Argentina y parte de la Fuerza Aérea se dirigió en forma directa hacia la población civil, cobrándose 300 vidas y más de 1.200 heridos.
La nieve que te mata, tenemos mucho simbolismo aquí con la figura de la nieve y lo que se supone que es el elemento en conflicto al que los personajes deben enfrentarse inicialmente. ¿Qué significa?, ¿Qué quiere decirnos el guionista?, por supuesto que se entiende un paralelo con el terrorismo de estado. Y esta idea que sobrevuela la historia y es que “lo viejo funciona”, a diferencia de lo nuevo, creo que esta idea debe hacernos reflexionar en qué clase de sociedad queremos vivir. Negar el mercado es una tarea imposible, pero no creo que se pueda vivir en una sociedad que este regida únicamente por los valores del dinero. Algo no esta bien ahí y no podemos perder la esperanza y pensar que el humanismo no sirve, porque siempre los seres humanos vamos a necesitar del humanismo para poder creer en los cambios.
La historia nos enfrenta a la realidad de que no existe un pensamiento comunitario ni solidario que prime en este presente. Estamos en el peor momento y es preciso que las personas dentro de cada familia tomen posturas distintas a las que vemos en lo diario, debe existir un replanteo de conductas individuales para que indefectiblemente repercuta en el plano colectivo. Siempre existieron divisiones en las familias, pero creo que hay que ponerse a pensar de que lado se quiere estar y tomar posición, es muy importante tomar posición y determinar en que lugar uno quiere estar parado en la vida, y tener un compromiso con el posicionamiento, porque no se puede no estar parado en ningún lado. Aunque sintamos que nos movieron el piso o que nos patearon el tablero, igual debemos saber a dónde queremos estar parados, por una cuestión de identidad propia.
Hoy las redes sociales son las nuevas fronteras, no solo ideológicas, sino fronteras al fin, allí radican las nuevas formas de división del momento, en la Alemania Nazi, el muro de Berlín dividió familias enteras que quedaron partidas entre Alemania Oriental y Alemania Occidental, cada una con sus respectivos regímenes. Las redes sociales son el nuevo muro de Berlín de hoy. La historia es cíclica, y una vez más se podría decir que la derecha conjuntamente con la derecha internacional realizó un trabajo exquisito con todos nosotros, que aun a expensas de todo esto en muchos casos nos seguimos creyendo piolas en un montón de aspectos. Finalmente creo que hay mucho en lo que pensar para poder sobre todo pensarnos a futuro quienes tenemos una formación humanista, no podemos darnos por derrotados, no podemos darnos por vencidos, los artistas seguimos existiendo, y debemos encontrar la manera de salir al ruedo, y de ser contemplados por un estado presente.
Repito, y como digo siempre, esta gran crisis de valores que estamos atravesando no sabemos en que puede desembocar, y es preciso que todos nos responsabilicemos en lo individual, pero para aplicar en lo colectivo.
Necesitamos recuperar nuestra autoestima como país, para poder salir al frente, aun inclusive para poder ver de qué manera se levanta la cabeza y se afronta nuestra deuda con el FMI de una manera justa y coherente, porque este estado de cosas es invivible y la gente ya no aguanta más.
¿Tanto nos cuesta reconocernos en un Juan Salvo?, nos convencieron de que el que piensa en el conjunto es un loser, y compramos ese pensamiento dañino y oscuro que intentan imponernos desde el país del norte.
El “nadie se salva solo” debe volver a enamorarnos, y que se necesita para enamorarnos, se necesita verdad, y la verdad se construye, como lo hacemos quienes construimos las ficciones. Esa verdad lo suficientemente convincente como para que digamos “Si vuelvo a apostar a esto porque estoy convencida”. También es un tema de fe, creo que los argentinos y argentinas debemos recuperar la fe. Y aunque es difícil en este mundo debemos seguir intentándolo.
Gracias Juan Salvo por mostrarnos el camino.
Autora: Carolina Camacho (Guionista, docente, realizadora audiovisual)
Crédito foto: Netflix