OIT

Todas las mujeres son mujeres trabajadoras


Todas las mujeres son mujeres trabajadoras, aunque no lo hagan en relación formal de dependencia o aunque sus tareas sean en el hogar y estén vinculadas al cuidado. Veinticinco años después de la histórica Conferencia de la Mujer de Beijing, todas siguen luchando por un mundo con igualdad de género. La primera mujer Directora General Adjunta de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), Mary Chinery-Hesse, encabezó la delegación de la OIT en esa ocasión, reflexionó sobre la Conferencia y lo que aún queda por hacer.

«La jornada laboral de una mujer jamás termina», reza una frase africana. “Cuando dirigí la delegación de la OIT que participó en la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer  que tuvo lugar en Beijing hace veinticinco años, pude constatar que ese dicho era aplicable a las mujeres de todo el mundo”, expresó Chinery-Hesse.

El evento, que se desarrolló en 1995 en China, tuvo la participación de 30.000 mujeres en representación de 189 países. “Proveníamos de lugares diferentes y debíamos afrontar problemas de índole diversa, aunque todos teníamos una visión común. Ello se plasmó en la ulterior Declaración y la Plataforma de Acción de Beijing, en virtud de la cual se abogaba por la igualdad de derechos y la libertad de oportunidades para las mujeres en todos los lugares, con independencia de sus circunstancias”, añadió.

En referencia al trabajo en el hogar, muy pocas veces reconocido e importantísima tarea que suele recaer en las mujeres, la directora de la OIT contó que en aquella conferencia muchas llevaron a sus hijos y bebés a la conferencia. Los bebés llevaban camisetas con el mensaje «Soy un trabajo a tiempo completo».

Por eso, la mujer expresa contundentemente que “todas las mujeres son mujeres trabajadoras y que su trabajo ha de valorarse”. Y agregó: “Pese a que la mujer se ocupa de las tareas domésticas y las responsabilidades familiares, en particular el cuidado de los niños, nada de eso se refleja en las estadísticas. Fuera del hogar, por lo general su trabajo no se remunera suficientemente y se restringe a ámbitos específicas. En calidad de economista, colaboré en la OIT para promover el reconocimiento del trabajo de la mujer, puesto que si algo no se reconoce, no puede valorarse”.

Mary Chinery-Hesse

A partir de la citada Declaración de Beijing, la mujer comenzó a tener más voz y valentía para manifestar su opinión. Y se constató que las mujeres podían apoyarse más unas a otras. De ahí que la Declaración creara mucho entusiasmo.

“La situación de la mujer ha mejorado desde entonces. Se han promulgado leyes sobre igualdad de género, baja por maternidad e igualdad de oportunidades. A raíz de la Conferencia Beijing, varios países comenzaron a hacer hincapié en la situación de las niñas y a aplicar políticas que fomentaran su escolarización. En la Universidad de Ghana, de la que soy rectora, actualmente estudian más mujeres que hombres”, comentó Chinery-Hesse.

La Declaración de Beijing también facilitó la incorporación de la mujer a trabajos que hasta entonces estaban reservados para los hombres. Por otro lado, alentó a la mujer a no pensar que había cosas que estuvieran fuera de su alcance. En materia de legislación laboral, sentó las bases en muchos países para fomentar el trabajo de la mujer.

Pese a los avances legislativos registrados en muchas partes del mundo, sigue habiendo regiones en las que no ha cambiado la mentalidad sobre lo que se espera acerca del comportamiento de la mujer y la percepción de su función en la sociedad. Si hubo alguna deficiencia en las decisiones adoptadas en Beijing fue haber hecho demasiado hincapié en los encargados de formular las políticas, en lugar de haber propiciado un cambio de actitud. Actualmente se realizan muchas declaraciones favorables a la igualdad de género, pero la sociedad no ha evolucionado a tenor de ellas. Las mujeres siguen asumiendo la mayor parte de las responsabilidades familiares. Y sigue existiendo una notable brecha salarial entre hombres y mujeres.

“Temo que la pandemia de Covid-19 revierta algunos avances que hemos logrado en los últimos 25 años. Y que la pérdida de trabajos como consecuencia de la crisis vuelva a poner de manifiesto el síndrome del hombre como sostén de la familia, susceptible de relegar a la mujer fuera del mercado de trabajo”, analizó la especialista.

Sin embargo, consideró que es necesario estudiar pormenorizadamente la forma de propiciar cambios que perduren a largo plazo. “En Beijing se lograron muchas cosas. Se impulsó un proceso de cambio, pero el ritmo de los avances registrados ha sido demasiado lento. Considero que tan pronto como deja de prestarse atención a los objetivos fijados, estos dejan de cumplirse”, dijo.

“Cumpliré 82 años el mes que viene. En el mundo en el que crecí las mujeres no tenían voz. Aún hoy no existe suficiente representación de la mujer en puestos de alto nivel. La mayor parte de los políticos siguen siendo hombres. Tenemos que colaborar con hombres dispuestos a apoyar nuestra labor en aras de la igualdad y a aumentar su concienciación al respecto, porque si no logramos que sean los hombres los que más promueven la igualdad de género, nunca se lograrán cambios a largo plazo”, concluyó.