Mariana Bellotto & Grupo Performático Sur presentan “SUDAKIA. La constancia en la
fugacidad del tiempo», una obra de danza que invita a reflexionar sobre lo que puede un
cuerpo y su resignificación en la era digital. La propuesta se estrenará el jueves 7 de
agosto, a las 21 hs., en la Sala Cancha del Centro Cultural Rojas, en el marco del Festival
Danza Rojas, con entrada gratuita.
A diez años de su fundación, Grupo Performático Sur (GPS) se consolida y proyecta hacia
nuevos territorios escénicos y audiovisuales, profundizando una práctica artística que pone al
cuerpo en el centro del pensamiento, la experiencia y la transformación. A lo largo de esta
década, GPS desarrolló una práctica que combina investigación, pensamiento crítico y
experimentación escénica interdisciplinaria, abordando el cuerpo como vehículo crítico y
político. Su corpus de obra impacta en la escena contemporánea a través de creaciones
multiplataformas, y en este contexto, «SUDAKIA» indaga el concepto de todo lo qué puede un
cuerpo cuando se vincula con objetos y tecnologías del cotidianas, trazando recorridos físicos y virtuales que alteran la percepción del espacio y el tiempo.
La obra podrá verse los jueves de agosto en la Sala Cancha del Centro Cultural Rojas, Av.
Corrientes 2038. El estreno será el jueves 7 de agosto a las 21 hs., con entrada gratuita en el
marco del Festival Danza Rojas. Las funciones continuarán los jueves 14, 21 y 28 de agosto a
las 20 hs., con entradas a $7500.
Acerca de la obra
SUDAKIA se presenta como un laboratorio performativo en donde se investiga todo aquello que puede un cuerpo, no solo en su capacidad física sino también en su potencial para ser
redefinido y resignificado a través de la manipulación de objetos y tecnologías cotidianas.
SUDAKIA es un territorio sin lugar, o tal vez un ex-lugar que no tiene ubicación geográfica ni en
mapas, ni en cuadrículas, ni en cielo alguno. Con una estética anacrónica (peluches, audios de
whatsapp, papeles y aros de TIK TOK) cuatro performers y un VJ arremeten construyendo y
desbaratando mundos dentro de otros mundos que vibran entre lo orgánico y lo digital. El
cuerpo se vuelve un campo experimental que no solo ejecuta sino que se redefine y abre
cuestionamientos: cuánto se despliega, cuantos planos sensibles alcanza, hasta dónde puede
reducirse o enmarcarse. El pequeño espacio en el que cabe nuestra ciudad y la inmensidad. espacial de un agujero negro conforman el borde fronterizo por donde surca la dramaturgia de la obra colcándonos frente a la pregunta: ¿Acaso es esto lo que puede un cuerpo?
Este metaverso escénico fricciona lo sensible, habilitando la entrada al mundo de los opuestos:
amor/odio, luz/oscuridad, bien/mal, original/copia. En este contexto, el cuerpo y las imágenes
digitales se entrelazan y se superponen, mostrando cómo las tecnologías de uso ordinario no sólo transforman nuestras percepciones sino que reconfiguran la experiencia humana sobre la
constante fugacidad del tiempo.