Cine

Se estrena «Ecos de un crimen», una apuesta al terror del cine industrial nacional

Por Martín Olavarría – Télam

El thriller psicológico «Ecos de un crimen», protagonizado por Diego Peretti, resulta una inusual apuesta nacional e industrial al cine de género que reunió a Warner Bros con el director Cristian Bernard, popular por producciones independientes y experimentales como «76 89 03», luego de más de una década de no estrenar largometrajes.

«Hay gente haciendo terror pero sin apoyo industrial y por eso ‘Ecos de un crimen’ no es una película típica porque, hasta ahora, el cine argentino no se había metido tanto con este género, con algo tan oscuro como esta historia», apuntó Bernard durante una entrevista con Télam.

La producción de Warner, que se estrena en salas el próximo jueves y luego por HBO Max, reúne a un elenco conformado por Peretti, Julieta Cardinali, Carla Quevedo, Diego Cremonesi y Carola Reyna.

A partir de un guion de Gabriel Korenfeld («Permitidos», de 2016), Bernard encara por primera vez el género de terror luego de destacarse con la comedia negra de culto «76 89 03» (2000), que marcó una referencia más experimental y alternativa en relación con el denominado nuevo cine argentino, y «Regresados» (2008), ambas en sociedad con Flavio Nardini.

Además de la novedad de estrenar una película sin Nardini, el proyecto tiene la particularidad para Bernard de tratarse de un largometraje industrial con un gran estudio detrás y, además, en un género que nunca había indagado.

«Es la historia de un escritor de best sellers que pasa un momento de crisis personal enorme y viene de tener un problema de salud. Junto a su familia se toma unas vacaciones en una cabaña alejada, con la presión de escribir y un bloqueo creativo. A la noche hay una tormenta, se corta la luz y golpea la puerta una presencia inesperada que viene a arrasar con su tranquilidad. Ahí empieza la confusión entre la ficción que él escribe con la realidad», sintetizó Bernard sobre el argumento del filme.

En cuanto a la gestación del proyecto, el director agregó: «Cuando me llegó el guion pensé en las películas que amo, el cine de los setenta de Estados Unidos que me cambió la vida. Era la oportunidad de hacer cine de género desde un lugar industrial y con los recursos y herramientas que se merece».

«Es un cine que está buenísimo que se empiece a hacer en nuestro país, porque no tenemos tantas películas de terror y suspenso y tenemos todas las herramientas para hacerlo», sostuvo Cardinali, en la misma sintonía, en la entrevista con Télam.

La actriz contó que el guion «la enganchó y le resultó muy entretenido, que es lo que necesita el cine de este tipo de género», del que se consideró muy seguidora.

Respecto del rodaje, Cardinali apuntó que, «ante un guion de esas características, se sabe que es una película a la que hay que ponerle el cuerpo».

«Llueve en el 90 por ciento de la historia y teníamos trajes de neoprene debajo de la ropa porque estábamos mojados todo el tiempo, con mucho frío» en pleno invierno y «fue una de las primeras películas que se rodó en pandemia, pero las ganas de volver a filmar después de tanto le ganaban a incomodidades como tener que hisoparse todo el tiempo», reseñó.

En el caso de Quevedo, su «desafío» fue «lo interesante de toda la construcción del personaje y trabajar dentro del terror por primera vez; construir un personaje que siguiera siendo verosímil, en una realidad posible, pero jugar al mismo tiempo con todo lo maravilloso que ofrece el género».

«Cuando leí el guion ya se sabía que iba a dirigir Bernard y actuar Peretti y la decisión de aceptar el rol fue muy obvia y fácil de tomar. Y cuando vi la película terminada me gustó todo; tiene un nivel de producción altísimo. La música me fascinó. Me vi envuelta en esa realidad y sentí la tensión, algo que no me pasa cuando veo mis propias cosas», abundó la intérprete y escritora a esta agencia.

—¿Qué referencias estéticas o atmosféricas buscaste? ¿Algo de Polanski quizá?

—Polanski fue una gran referencia, sobre todo una película no muy conocida de él como «La muerte y la doncella», que es la mejor película sobre la dictadura militar y la hizo un polaco con actores hablando en inglés. Es una historia que transcurre en una cabaña una noche de tormenta, un clásico de Polanski: usar lugares cerrados y meter personajes con conflictos infernales en ambientes acotados. También puede ser algo de «Perros de paja» (1971) de Sam Peckinpah, pasando por «El Resplandor» (1980) de Stanley Kubrick. Y Alfred Hitchcock, que lo volví a estudiar, con su compositor Bernard Hermann, que fue el principal referente para hacer la música. También lo usaba Martin Scorsese y (la banda sonora) tiene mucho de «Cabo de miedo» (1991), usando cuerdas. Fue como una procesadora en la que metí todo el cine que amo, hasta John Carpenter.

—¿Qué tal te resultó hacer cine industrial después de haber hecho antes exclusivamente películas independientes?

—Nunca había pasado por un estudio tan importante para la historia del cine como Warner, o trabajado con HBO, ni tenido experiencia en el cine industrial. Tuve muchísima libertad. Sí quizá hubo algunas diferencias en el montaje, pero finalmente llegamos a una versión que nos gustara a todos. Había otro corte sugerido por mí pero que solo tenía cinco minutos más. Pero eso mejoró la película, porque muchas veces el director siente que la película es como un hijo suyo y cualquier cosa que le tocan, se siente herido y no tiene la distancia que debería; y creo que la visión de los productores fue acertada. Así que fue un proceso de aprendizaje. Fue libertad absoluta, rodé lo que quise.

—¿El cambio de género es parte de una nueva etapa o volverás a la comedia?

—Muy probablemente volvamos a hacer una con Nardini. La próxima, en preproducción, es de terror: «Bajo tus pies». Después tengo otra de aventuras, que se llama «Trueno en el camino», sobre el rarísimo universo de las apuestas de carreras de Scalextric.