El 6 de febrero de 1982 un grupo de artistas llegados desde Rosario, a los que desde entonces se llamó la Trova Rosarina, sacudió fuertemente la escena del popular y emblemático Festival de La Falda para dar inicio a una corriente estética que desde entonces ha dejado huella en la música popular argentina.
Con algunas de las canciones propias de aquel elenco que integrarían el disco debut de la apuesta encabezada por la voz de Juan Carlos Baglietto bajo el título de «Tiempos difíciles», el staff rosarino conmovió al exigente público que asistió a la tercera edición del Festival Argentino de Música Contemporánea, la pomposa denominación original del encuentro en el Valle de Punilla.
«Lo primero que cabe aclarar es que cuando llegamos a La Falda no nos conocía ni nuestra familia. Habíamos grabado el disco en noviembre del 81 pero no había salido y Mario Luna (organizador del festival) nos quiso invitar no sé si llamado por la compañía y en principio teníamos un asombro tremendo por compartir con gente que veíamos solamente en las revistas como Charly García o Litto Nebbia», evoca Baglietto.
La voz cantante de esa legión de talentos, donde también se contaban Fito Páez, Rubén Goldín, Silvina Garré, Sergio Sainz, Marco Tulio Pusineri y José «Zappo» Aguilera, entregó un repertorio inédito creado por Fito, Goldín y otros dos compositores centrales de aquella camada: Jorge Fandermole y Adrián Abonizio.
«Pasó una cosa increíble porque si bien Luna había pasado algunas de esas canciones por la radio, tampoco eran conocidas. Entonces salí solo con la guitarra para cantar ‘Mirta, de regreso’ (de Abonizio), que son ocho estrofas consecutivas sin estribillo y después con la banda como último tema o como bis y en esa segunda vez la gente ya la canturreaba», revive Baglietto en charla con Télam.
El intérprete agrega que «aquello fue muy emocionante y fue consagratorio pero lo realmente increíble fue al día siguiente porque Pedro y Pablo llegaban tarde y nos ofrecieron tocar de nuevo y se dio algo absolutamente sorprendente porque la gente reconocía las canciones y cantaba parte de ellas».
Juan Manuel Cibeira, periodista que cubrió aquella y otras ediciones del Festival para la revista Pelo, apunta que «si bien se hablaba de la Trova Rosarina y había una expectativa, la verdad que la rompieron».
«‘Mirta, de regreso’ fue una de esas canciones que conmovieron y dieron la dimensión de una de esas apariciones de algo que no estaba en el sonido del montón. Había bandas y algunos solistas pero esto era algo diferente», asegura Cibeira a Télam.
El periodista recuerda que por la característica de las reuniones en La Falda «no era fácil llegar con los equipos y armar un sonido digno pero Juan y su banda no tenían esa necesidad sonora y lograron algo espectacular».
«Es cierto que no había algo como nosotros -acepta entre risas Baglietto-. El rock si bien tenía grandes poetas eran más herméticos y esto era música popular con un tratamiento vocal particular y las letras de Adrián, del Fander».
El contexto del festival que tuvo su primera edición en 1976 en Cosquín y a partir de 1981 se mudó a La Falda «con el tiempo se fue transformando en una ceremonia y cada edición tenía un line-up que era mortal», resalta Cibeira.
León Gieco, Serú Girán, Nito Mestre, Raúl Porchetto, Vox Dei, Raíces, Almendra, Spinetta Jade, Litto Nebbia, La Torre, Alas, Alma y Vida, Miguel Mateos, Virus, Riff y hasta Soda Stereo en las ediciones realizadas hasta mediados de los 80, convivían con artistas de Córdoba y con expresiones que no eran del rock y por ello tocó allí Dino Saluzzi y se le hizo un homenaje en vida y en presencia a Gustavo «Cuchi» Leguizamón.
La leyenda en torno a La Falda y su anfiteatro al aire libre (que luego se cerró) incluye el carácter ríspido de un sector del público poco habituado a la diversidad estilística de todo festival lo que implicaba una prueba de fuego que la Trova Rosarina sorteó con suceso.
«Nos trataron muy bien pese a la pica que entonces había entre rosarinos y cordobeses y hay que decir que nos dieron bola antes en Córdoba que en Rosario aunque eso sea políticamente incorrecto», desliza Baglietto.
En ese sentido y en busca de espaldarazos masivos a la propuesta estética que encarnaba junto a sus coterráneos, el artista ubica a los recitales en La Falda «en el mismo plano de los dos Obras, uno en el festival de agosto de 1981 contra la visita de Frank Sinatra, y otro el del 14 de mayo de 1982 cuando presentamos ‘Tiempos difíciles». Los tres fueron escenarios importantísimos y muy trascendentes para todos nosotros».
«También allí en La Falda -abunda Juan- recibimos la mirada de adhesión de algunos artistas que eran referentes absolutos como es el caso de Nebbia. Sentimos que Litto nos pasó la mano por el lomo y nos dio la bendición».
Para celebrar los aniversarios de aquella aparición fulgurante y la rica actualidad de los artistas que gestaron ese movimiento, La Trova Rosarina anuncia una nueva reunión que tendrá su punto de partida el 18 de marzo a las 20.30 en el Anfiteatro Municipal Humberto de Nito de esa ciudad santafesina.
«Lo que tiene de emocionante, de lindo y de piola es que somos gente que sigue activa y que nos juntamos para celebrar el presente», subraya el vocalista sobre la juntada que lo une con Silvina Garré, Jorge Fandermole, Rubén Goldín, Adrián Abonizio y Fabián Gallardo.
Baglietto detalla que la serie de nuevos recitales de una confluencia que se echó a andar en enero de 2019 en el Festival de Cosquín y recorrió varios escenarios del país «tendrá esta vez más el foco puesto en los repertorios de ‘Tiempos difíciles’ y ‘Actuar para vivir’, los dos álbumes que salieron en 1982 y queremos que incluya una puesta con imágenes. Se merece el mejor de los trajes este show».