Comparten una pasión: la ciencia. Sus trayectorias han sido muy diferentes pero ahora, se han unido en un mismo lugar, la base Gabriel del Castilla en la isla Decepción. Una teniente del Cuerpo Militar de Sanidad del Ejército de Tierra y una sismóloga del Instituto Andaluz de Geofísica y Prevención Desastres Sísmicos nos cuentan, desde la Antártida, su experiencia profesional.
Naciones Unidas hace énfasis este año en la falta de modelos de comportamiento para las más jóvenes: “Los prejuicios y los estereotipos de género que se arrastran desde hace mucho tiempo continúan manteniendo a las niñas y mujeres alejadas de los sectores relacionados con la ciencia”. Por eso, en El Telescopio hemos querido contar la historia de dos de ellas que muy bien pueden servir de inspiración para quienes quieran seguir su camino.
Estuve cuatro años en un colegio concertado como profesora de informática
Dos mujeres modelo
Rosa María Martín León es licenciada en Física por la universidad de Granada y tiene un máster en Geofísica y Meteorología. Su especialidad es la instalación y manejo de instrumentación sísmica y el análisis de datos sismológicos. “Tendría que estar en Granada picando datos de terremotos y se ha venido aquí”, ríen sus compañeros de expedición. Es su cuarta campaña en la vigilancia del volcán de Decepción.
“Cuando era pequeña quería ayudar a la gente. Médico no, es mucha responsabilidad”, ríe mientras mira a Nerea. “Quería saber cosas tanto del pasado, como del futuro. Así que, o era arqueóloga o física”. En el bachillerato descubrió la segunda opción y además tenía una amiga que estaba estudiando esa carrera en Granada.
Sin embargo, no le fue fácil hacer realidad su vocación. “Estuve cuatro años en un colegio concertado como profesora de informática”, explica. La oportunidad llegó en forma de un contrato asociado a un proyecto que dirigía quien había sido su profesor de Geofísica.
La Medicina es un campo muy grande, hay muchas especialidades
Desde pequeña
Nerea Alonso Cubillas nació en Gijón y es la oficial médico de la XXXIV Campaña Antártica del Ejército de Tierra y de la base Gabriel del Castilla. Estudió la carrera en la universidad de Cantabria. Hizo la oposición para ingresar en las Fuerzas Armadas y esta es su segunda misión, porque ya estuvo en Mali dando apoyo al contingente español y al resto de países de la coalición.
“Estudié Medicina porque siempre he querido, desde pequeña”, explica. Lo que más le gusta de su profesión es “ayudar a la gente cuando lo necesita”. Y la versatilidad: “es un campo muy grande, hay muchas especialidades. Puedes elegir cuál es el camino más adecuado para ti”.
Quizá todavía está el miedo de que son carreras muy difíciles
Apoyo familiar
Rosa afirma entre risas que no es fácil, “yo no sacaba buenas notas en la universidad”. Y ese puede ser uno de los motivos de la menor presencia femenina en estos ámbitos: “Quizá todavía está el miedo de que son carreras muy difíciles y que se piensa que están más capacitados los hombres”.
Algo que es muy diferente en Medicina: “Nosotras éramos más mujeres que hombres en la facultad”, explica Nerea.
Por suerte, Rosa contó con el apoyo de su familia. “Mis padres siempre me han apoyado en todo lo que he hecho. Me ayudaron mucho, porque tuve que desplazarme a Granada”, explica.
La Ciencia me ha permitido descubrir todas mis capacidades
Vocación
“La Ciencia es muy bonita”, afirma Rosa cuando le preguntamos cómo animar a las más jóvenes a considerarla como una opción de futuro. “Tiene un campo tan amplio de conocimiento y te permite aprender tantas cosas… Y todos los trabajos son multidisciplinares”. También destaca que la Ciencia te da acceso a oportunidades como la que están viviendo ellas en la isla Decepción.
“Además, a mí me ha permitido descubrir todas mis capacidades, a pesar de las inseguridades que he podido tener. Te das cuenta de que con constancia y conocimientos puedes llegar a más cada vez, estar más preparada y no tener miedo a otros retos”.
La Medicina es la mejor carrera que hay
Salvar vidas
“La Medicina también es enorme. Hay un montón de especialidades, puedes dedicarte a la investigación… A quien le guste, es una carrera, la mejor que hay”. Y se gira hacia su compañera de expedición y ríen las dos mientras la militar pide perdón. Aunque la sismóloga reconoce que “tienes la posibilidad de salvar una vida”.
La teniente, no obstante, reconoce que es una carrera larga y que “se tarda en tener estabilidad. Pero merece la pena si estás dispuesta”. Recuerda el momento en que, durante unas prácticas en México, tuvo la oportunidad de atender un parto: “Es una responsabilidad, pero a la vez estás en ese momento tan bonito de la vida de alguien, sus primeros minutos, y puedes cuidar tanto al recién nacido como a la madre”.
En las Fuerzas Armadas puedes practicar una Medicina diferente y en misiones internacionales
Versatilidad
La teniente Cubillas, como es más conocida entre sus compañeros, asegura que ejercer su profesión en el ejército “me aporta practicar una Medicina un poco diferente, más especializada. En la que además podemos participar en misiones internacionales”.
Y lo que es casi más interesante, según sus palabras: poder “hacer cursos especializados como Medicina de vuelo, Medicina en ambiente hiperbárico, que luego puedo desplegar en zona de operaciones durante las misiones internacionales. Y eso es algo que solamente te da el ámbito militar, no el civil”.
Rosa cree que esa versatilidad es una de las ventajas: “Con una formación científica, luego eres capaz de encauzarte hacia otras disciplinas relacionadas con la ciencia, a otros campos diferentes”.