Por Samuel Antonio Sánchez Amador
(Biólogo)
Según estudios, un ser humano de 30 a 44 años tiene de 4 a 8 parejas a lo largo de su existencia, ya sean estas meramente sexuales o personas con las que se crea un vínculo socioafectivo a largo plazo. Una pareja puede ser tu novio/a, cónyuge o una de las partes de una red un poco más compleja, como en los casos de las personas polígamas. De todas formas, las partes que se comprometen en este vínculo siempre tienen algo en común: se produce entre ellas una asociación íntima amorosa que va más allá de la amistad.
El amor es difícil de entender a nivel teórico, ya que se trata de una emoción compleja fruto de una serie de actitudes, emociones y experiencias intransferibles. Este concepto es un constructo y, como tal, se presenta en una diversidad de formas universales socialmente aceptadas, pero también se percibe de manera diferente por cada parte que lo experimenta. Así, lo que unas personas consideran como “tóxico” dentro de la pareja, otras pueden no hacerlo.
Señales
De todas formas, existen una serie de señales muy claras y evidentes que demuestran la falta de entendimiento y dominancia de una de las partes sobre la otra en una relación afectiva. Con base en esta premisa, hoy te contamos qué son las relaciones tóxicas, cómo identificarlas y formas de ponerles freno.
Una relación afectiva tóxica (sea esta noviazgo, matrimonio o incluso amistosa) es aquella en la que se observan patrones repetitivos, insanos y destructivos a nivel mutuo que causan más mal que bien a las partes implicadas. Normalmente, la toxicidad se traduce en posesividad, celos, dominancia, manipulación, abuso verbal y/o físico o una combinación de todas estas características.
Según fuentes psicológicas, hasta el 70% de las relaciones presentan algún trazo de dependencia, lo que luego se desarrolla en toxicidad. Una pareja tóxica no solo es aquella que se grita constantemente, sino que sentir que “necesitas” a tu cónyuge de forma enfermiza ya es un signo de que las cosas no van del todo bien. Somos entes individuales e intransferibles, así que ir en “pack” con tu novio/a ya suele indicar que se está desarrollando una dinámica tóxica.
En este momento, es necesario destacar que la violencia interna dentro de la pareja (IPV) se considera una violación de los derechos humanos y, por lo tanto, es un delito punible que debe ser notificado a las autoridades de la forma más rápida posible. La toxicidad se puede manifestar de muchas formas en diferentes espectros, pero cuando la violencia verbal o física hace acto de presencia, pasamos de una situación conflictiva a directamente un quebrantamiento de la ley.
Esta distinción puede parecer obvia, pero es necesario recalcarla cuando, en el año 2017, unas 87.000 mujeres fueron asesinadas en todo el mundo como víctimas de la violencia machista. Se estima que 137 mujeres mueren cada día a manos de sus parejas o afines, así que no podemos hacer más hincapié en la siguiente idea: cuando la violencia se abre paso en la dinámica, la única opción es la denuncia
Dependencia
El primordio de la relación tóxica es la dependencia. Muchos medios divulgativos suelen hacer hincapié en la violencia verbal, el chantaje y otras dinámicas claramente negativas a la hora de hablar de las relaciones tóxicas, pero la dependencia emocional se disfraza en gestos “aparentemente positivos” y, por tanto, es difícil de detectar durante las primeras etapas de su desarrollo.
La dependencia emocional se puede definir cómo la necesidad afectiva de presencia o contacto de una persona hacia otra para cubrir diferentes áreas de la propia vida. Para ejemplificar este rasgo que puede volverse patológico, te presentamos los criterios que sigue la Asociación estadounidense de Psicología (APA) para diagnosticar el trastorno de la personalidad dependiente (TPD):
- El paciente siente dificultad para tomar decisiones rutinarias sin la opinión y/o apoyo de quienes le rodean.
- Requiere que otras personas se hagan cargo de sus obligaciones.
- Tiene miedo de disentir con su entorno por miedo a ser rechazado.
- Presenta dificultades a la hora de empezar proyectos sin la ayuda ajena.
- Se siente vulnerable cuando está solo.
- Busca desesperadamente una nueva relación cuando otra termina.
Que una persona muestre trazas de dependencia no significa que sufra TPD, pero esta lista nos sirve para ejemplificar el “modelo tipo” dependiente. Cuando tu pareja no puede hacer nada sin tí, te sientes atado/a a ella y tus actos fuera de la dinámica individual afectan a su día a día, es hora de hacer sonar las alarmas: tener responsabilidad emocional con el entorno es esencial, pero no somos la extensión de nadie. Como entes individuales, la libertad de acción debe primar por encima de cualquier vínculo (siempre y cuando no se dañe a los demás).
Cuando una de las partes de la pareja siente que depende completamente de la otra para vivir, está dispuesta a permitir ciertas conductas que, en cualquier otro caso, serían motivo directo de abandono (o, por otro lado, ejecutar dichas conductas por el miedo de perder al cónyuge). Para que una relación sea tóxica debe ser dependiente en primera instancia, pues en el caso contrario, simplemente se le pondría fin, por mucho que duela.
Una vez empiezan los problemas, la necesidad de estar con la otra persona se canaliza en eventos claramente negativos para ambas partes. Uno de los primeros signos es que ambos cónyuges notan que situaciones supuestamente alegres (cenas, bodas, banquetes, salidas nocturnas, etc) se tornan catastróficas en casi todos los casos. Siempre hay una discusión, un malestar subyacente o un tinte extraño.
Más allá de esto, también tienen lugar, en muchos casos, conductas claramente abusivas: la parte dominante de la pareja controla lo que hace la otra, siente celos continuamente, le hace sentir culpable, eclipsa sus necesidades con preocupaciones propias, echa en cara continuamente conductas pasadas y muchas cosas más. En este punto la toxicidad está en auge, y pasamos de malas conductas a abuso directo.
Violencia de género
No te dejes engañar por las estadísticas trastocadas brindadas por ciertas fuentes: la toxicidad obvia en la pareja es eminentemente masculina. Según informes del porcentaje de asesinados en el ámbito afectivo en España entre los años 2010 y 2012, 17 hombres murieron a manos de sus parejas, mientras que en las mujeres esta cifra se elevó a 130. Esto quiere decir que murieron casi 8 veces más mujeres que hombres por la toxicidad y el abuso de la relación.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que entre el 24 y 53% de las mujeres del mundo han sufrido a lo largo de su vida violencia física, sexual o ambas. Los porcentajes en varones son difusos o directamente ausentes y, por ello, es necesario recalcar la idea de que la toxicidad en una relación viene, sobre todo, por parte del hombre.
Por todos estos motivos, toca plantearse qué tipos de dinámicas ejercemos los varones dentro de una relación a lo largo del tiempo y cómo percibimos los vínculos socioafectivos. La toxicidad puede ser bidireccional y surgir por el efecto conjunto de ambas partes, pero está claro que, en la gran mayoría de los casos, los que cruzan la línea de lo reprochable hacia el abuso somos los hombres. Para poner freno a las dinámicas tóxicas, debemos preguntarnos qué valores recibimos como varones durante nuestro desarrollo, qué concebimos como normal y qué desencadena las conductas tóxicas que en muchos casos caracterizan a nuestro género.
Con estas líneas, no hemos querido eximir de culpa a ninguna de las partes en una relación tóxica. Un vínculo afectivo es cosa de dos, y es perfectamente posible que ambos contribuyan por igual a que una relación se torne en una pesadilla. De todas formas, es necesario tener claro que la violencia es ejercida en la gran mayoría de los casos por los hombres y, bajo la afirmación de esta premisa, actuar en consecuencia.
Además, es necesario destacar que no todas las relaciones tóxicas se manifiestan con golpes y violencia. La dependencia emocional adopta muchas formas y, por suerte, esta puede tratarse en el ámbito psiquiátrico antes de que se agrave. Si te has visto reflejado/a en estas líneas, te animamos a que busques ayuda profesional, no por tu pareja, sino por tu propia salud mental y física
Fuente AZsalud