Las mujeres tienen en cuenta muchos factores a la hora de decidir tener un bebé. Las personas que cuentan con algún padecimiento previo, deben sumar esos factores. En el caso de las mujeres que padecen epilepsia, esto no será un impedimento a la hora de gestar, aunque sí deberán tener algunos cuidados específicos y estar atentas a posibles modificaciones en sus tratamientos habituales.
A menos que se produzca un cambio clínico significativo de las crisis epilépticas o de la toxicidad por fármaco antiepiléptico, no se debe realizar retirada o sustitución del tratamiento durante el embarazo. De hecho, es fundamental la necesidad de continuar con el tratamiento.
La toma de Fármacos Anti Epilépticos (FAE) durante el embarazo es aconsejable, siempre que los beneficios sean superiores a los riesgos. Todos los FAE tienen riesgo de teratogénesis, pero hay que considerar que las crisis epilépticas durante el embarazo sobre la madre y el feto pueden ser más perjudiciales, por lo que se insiste en el buen cumplimiento del tratamiento.
Recomendaciones antes, durante y después del embarazo
En los momentos previos al embarazo, mientras se planea y se intenta concebir, es recomendable buscar información y asesoramiento, principalmente sobre riesgos de las crisis durante el mismo y teratogénesis. Además, solicitar a especialistas consejos genéticos.
Asimismo, seis meses antes de la concepción se debe acudir al médico para optimizar el tratamiento antiepiléptico.
Durante los primeros meses de embarazo, así como gran parte de las mujeres embarazadas, se recomienda consumir ácido fólico y realizar controles obstétricos y neurológicos conjuntos. En el caso particular de la epilepsia, se sugiere no retirar-sustituir FAE, salvo cambios significativos.
Finalmente, para el parto y el puerperio, especialistas recuerdan no dejar de tomar la medicación, intentar evitar la privación del sueño y apostar a la lactancia materna.