Por Ivana Ludueña- «Lo peor de la vejez no es la decadencia física, sino el vértigo de sentirse ajeno a un mundo que avanza sin mirar atrás.» Ernesto Sábato.
Hace unos días atrás una plataforma de películas y series lanzó una producción argentina “El Eternauta” y obligo a reflexionar lo que en los anuncios expresan como una verdad innegable: el SER humano es un HUMANO-DEPENDIENTE. Si. Dependemos de otras personas en diferentes momentos vitales y esto es inherente a nuestra especie y por lo tanto, es inevitable.
También es inevitable, que la humanidad se vuelve anciana… Datos estadísticos y científicos evidencia el envejecimiento de la población, planteado sin remordimientos como un “fenómeno global” que plantea desafíos profundos.
En esta parte del mundo, la proporción de adultos mayores ha crecido significativamente. Se abren innumerables debates sobre el rol de la vejez en la sociedad. Filósofos, poetas, escritores y científicos los abordan desde diversas perspectivas, explorando tanto los dilemas éticos como las oportunidades que ofrece una sociedad longeva.
Con acierto, la filósofa Victoria Camps, reflexiona sobre la vejez como una etapa de la vida que la sociedad tiende a invisibilizar.
Desde la bioética, estudios como los de Lourdes Velázquez han analizado el impacto de la institucionalización de los ancianos y los dilemas éticos que surgen en el cuidado prolongado.
En Argentina, investigadores en geriatría han señalado la necesidad de políticas públicas que fomenten el envejecimiento activo y la inclusión social de los mayores, evitando su aislamiento y promoviendo su participación en la comunidad. Aunque, como viene planteada la cosa esa comunidad también está envejeciendo…
Pero que implica Cuidar. Cuando pensamos en esta palabra, la relacionamos con una tarea mundialmente femenina e invisilble.
Nuestras abuelas, nuestras madres, nuestras hijas, nuestras tías… mujeres que han jugado roles fundamentales en tareas de cuidado en nuestras historias familiares son la evidencia “científico-social” que ha dibujado este termino en el conciente colectivo. Si. cuidar es cosa de mujeres hace tanto tiempo…
Incluso Naciones Unidas, bajo el título “La Centralidad de los Cuidados y el Apoyo desde una perspectiva de derechos humanos” coronó el impacto de la inequitativa distribución de los cuidados para la igualdad de género y para el ejercicio de los derechos humanos de las mujeres.
Pero el cuidar va más allá de ser una acción, es un asunto de todos. Las tareas de cuidado son – dice la investigadora Karina Batthyány- el origen de la distribución desigual entre varones y mujeres, y es cierto si tenemos en cuenta que nos dicen los números estas tareas representan mas del 20 % del PBI en la america del sur…
Una nota de un portal web menciona que “…sólo a nuestro país, según la última Encuesta Nacional de Uso del Tiempo (INDEC, 2021), las mujeres argentinas dedicamos el doble de tiempo que los varones a tareas hogareñas o comunitarias para cuidar de niñas, niños, adolescentes, personas mayores o con discapacidad -todas estas, tareas no remuneradas”.
Seguramente, las mujeres que leen esta reflexión se figuran en su memoria todos los juegos, palabras y silencios, que a lo largo de nuestras vidas nos han enseñado desde muy pequeñas a cuidar… las mujeres aprendimos que esa tarea nos toca a nosotras.
Cuantas veces, en nuestras incontables vidas cotidianas, hemos afectado nuestros tiempos de juego, descanso y estudio a tareas de cuidado…
Innegable es que todos necesitamos cuidados, pero no todos requerimos ser cuidados de la misma forma o con la misma intensidad, y si prestamos especial atención al problema que generara en el futuro teniendo en vista que vamos camino a una humanidad anciana, es fundamental que los cuidados sean reconocidos como un derecho humano autónomo, entendido esto como la obligación de los Estados de garantizarlos de forma universal mediante políticas públicas efectivas ( así lo sostuvo Laura Pautassi, Presidenta de ELA e investigadora del CONICET en el Foro Académico Territorios de Cuidados de la XVI Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe en México), promoviendo una transformación social en la que el cuidado sea una responsabilidad compartida, distribuida equitativamente, que no sea responsabilidad exclusiva de las familias y las mujeres.
Aun queda mucha tela para cortar, pero como decía Borges, el reloj nunca detiene su caída…