Esa fue la pregunta de Pilatos antes de ordenar el tormento y crucifixión de Jesus.
«Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad», dijo Jesús.
Pero su voz y sus palabras no fueron escuchadas, y siguen sin ser escuchada en muchísimos casos. Se multiplica el odio, la violencia física y moral, la división, la injusticia.
Un trozo de metal, un papel impreso, una cosa, son más preciosos y valorados que un ser vivo y por tales cosas se oprime y se mata. Incluso por parte de aquellos que invocan a Dios y al propio Jesús. Dicen amar a Dios y pisan al inocente y es vano para ellos el gran principio: «Amarás a Dios con todas tus fuerzas, con toda tu alma y al prójimo como a tí mismo».
