Por Fernanda Castro
La piel es un espejo de nuestro estado de ánimo mental, emocional y energético. Esto se debe a que la piel y el cerebro tienen conexión desde los inicios de su naturaleza embrionaria. Con los nuevos avances científicos, esta información se traslada a la cosmética a través de la neurocosmética o también conocida como cosmética inteligente. El término neurocosmética fue en 2007, durante la reunión de la Sociedad de Químicos de Cosméticos de Nueva York, desde ese momento las empresas de cosmética en todo el mundo hicieron foco en esta innovación.
La piel y el cerebro están unidos por millones de conexiones nerviosas que participan en la transmisión de impulsos sensoriales que contribuyen a la regulación de funciones complejas como procesos de inflamación, la inmunidad, renovación celular y la cicatrización.
A su vez existen compuestos químicos denominados neurotransmisores que tienen como función llevar la información a lo largo del tejido nervioso. En otras palabras, el estado en el que se encuentra la piel está determinado, en gran parte, por la química de nuestras emociones. Por ejemplo; ¿qué ocurre en nuestra piel en situaciones de estrés? El neurotransmisor que secretamos en estas condiciones es el cortisol. Uno de los síntomas habituales de la piel estresada es sentirla muy seca (aunque consumas el agua necesaria), esto se debe a que altos niveles de cortisol disminuye la disponibilidad de agua en la piel. En este proceso la piel también secreta mediadores inflamatorios que afectan su capacidad e integridad, promoviendo la producción de radicales libres (que provocan daños en estructuras celulares) y consecuente envejecimiento prematuro. Tranquilas porque no todo está perdido: nuestro cuerpo es capaz de segregar mediadores de felicidad y se conocen como las endorfinas que se generan a través de un masaje manual, practicando meditación o simplemente riendo con amigas.
La aplicación de principios activos con estas cualidades afecta literalmente la forma en que el cerebro responde al tratamiento tópico. Los receptores sensoriales envían señales a través de las fibras de la piel a la médula espinal, que luego se transmiten al cerebro.
Estos activos permiten restablecer la conexión perdida entre el dúo piel – cerebro que se ve interrumpida por factores extrínsecos del medio y los intrínsecos como el estado de ánimo. El resultado de esta reconexión disminuye desequilibrios de la piel como rsequedad, envejecimiento prematuro, sensibilidad, pigmentación, prurito, dermatitis, rosácea, sensibilidad, entre otros.
Las opciones disponibles :
*Vivir experiencia con la cosmética a través de texturas. Por ejemplo utilizando productos de doble limpieza facial. Un producto que al aplicarlo tiene textura oleosa (limpieza de fase oleosa: detritus, sebo, células muertas), pero al aplicar agua se emulsiona transformando su textura a crema (limpieza de la fase acuosa). El barrido de ambas fases se hace aclarando con agua.
*Aromaterapia: cosmética enriquecida con aceites esenciales naturales que no solo aportan distintas moléculas que accionan en la piel, sino que a su vez, estimulan el sistema límbico (recuerdos y emociones). Nos permiten relajar, tonificar, potenciar defensas, etc.
*Principios activos obtenidos de extractos vegetales. Por ejemplo la milenrama mejora el aspecto de los poros, estimula la renovación celular, reduce las arrugas. El sándalo rojo es un poderoso antioxidante y eficaz antiinflamatorio: inhibe la enzima tirosinasa, responsable de la producción de melanina. La lavanda mariposa tiene propiedades pro age inmediato y prolongado.
*Relajarte: tiene acción redensificante y reestructurante en la epidermis. Se obtienen una mejora inmediata de la textura cutánea.
Son un montón los beneficios que se obtienen con el uso de este tipo de cosmética inteligente, emocional o neurocosmetica, ya que posibilita la interconexión piel – cerebro, dando lugar a un cuidado integral y podrás potenciarlos con rituales conscientes y amorosos con vos misma.
Fuente de información: OHLALÁ (somosohlala.com)