Por Carolina Molina
Cada época transmite un modelo de niño, de familia y también de analista. Hoy nuestras prácticas se ven interpeladas por otras infancias y adolescencias, otras formas de constituir familia, otras parentalidades.
El modelo de familia de la modernidad se la entendía como universal, única, daba privilegio, prestigio y respeto. Se fundamentaba en la diferencia de roles y géneros bien diferenciados. Madre afectiva quien dedicaba mayor parte del tiempo a la crianza de sus hijos y padre proveedor quien pasaba gran parte del tiempo fuera de casa y al volver representaba más la puesta de límites.
Hoy, el imaginario social se ha expandido. Con ello lo diverso y lo múltiple ha ganado terreno frente a la ruptura del modelo anterior, lo cual significa que, mujeres y varones proveen el sustento para el hogar, a la vez de realizar actividades enfocadas en su persona como por ejemplo gimnasio, pintura u otra actividad, por lo cual ambos se ocupan de las tareas hogareñas, crianza, trabajo, no hay un género proveedor y otro que quede en casa como la perspectiva anterior y hace necesario una nueva mirada.
¿Desde que perspectiva de familia entendés hoy a los niños y adolescentes?
La aparición de las familia homo/hetero/mono parentales trae aparejado un cambio en la posición de varones y mujeres frente a las prácticas de la crianza; lo cual es producto de la aceptación de otras formas de sexualidad como también de la aparición de nuevos métodos para la concepción por lo tanto hombres o mujeres pueden decidir tener un hijo solos.
Observar la familia en esta época es observar la producción de nuevas subjetividades y una proliferación vincular novedosa. Hoy en día ser padres no es algo naturalizado, esto deviene del momento histórico, hoy en día se comienza primero por preguntarse por los géneros y la propia sexualidad, probar formas de vincularse y hasta se acepta el decidir estar solos/as. Luego deviene la decisión de ser padres, de conformar una familia, por eso la parentalidad se está dando en edades mas avanzadas.
Esto decanta en una nueva parentalidad, la cual es la que aplico, donde el complejo de Edipo deja de ser un lugar central y fijo para las identificaciones, entendiendo que los vínculos se dan en lugares más flexibles.
Es entender que el niño puede diferenciarse de la madre sin la prohibición del padre, como se entendía el complejo de Edipo, que el padre operaba de corte en esa simbiosis madre/hijo, si bien lo tengo en cuenta hoy no se lo puede ver como única manera, el padre deja de ser la ley y los límites, y pasa a ser un segundo adulto sin género y hasta en muchos casos sin lazo de sangre, con el cual el niño tiene un vínculo significativo, con quien lograr una identificación para salir al mundo externo. Este “segundo adulto” que hoy se lo llama opera para dar herramientas al niño para salir a la vida por fuera de la madre.
Ante estos cambios en las formas parentales, ¿la terapia sigue siendo un lugar individual?
No necesariamente tiene que ser individual, trabajo con el dispositivo parental, incluyo a los padres en las angustias y síntomas de sus hijos, lo cual es difícil desde los modelos arcaicos que planteaban que el niño o adolescente debía tener un profesional individual al cual no asistiera ningún otro miembro de la familia, hoy esa forma terapéutica es muy costosa desde el tiempo que implica para los padres como desde el costo económico. Esta perspectiva vincular acorta los tiempos ya que la misma no significa cinco terapias diferentes sino que se va haciendo en tramos individuales, parentales y familiares según sea el caso.
Fuente: caras.perfil.com
Para más información:
Instagram: @lic.carolinamolina
WhatsApp de consultas: 351 599 4408