El abuso de las pantallas y la publicidad de alimentos poco saludables suponen un cóctel que aumenta el riesgo de padecer sobrepeso y obesidad en la infancia. La grasa corporal a edades tempranas se asocia a distintas patologías como la hipertensión o la diabetes tipo 2.
La obesidad es la enfermedad crónica más prevalente en la infancia y la adolescencia, advierten los especialistas
Los pediatras inciden en que tanto la obesidad como el sobrepeso de la infancia son un problema mundial de salud, en el que influyen la alimentación no saludable, la falta de sueño, la disminución de la actividad física y el aumento de inactividad, ligada a la exposición a las pantallas.
Según el Comité de Nutrición y Lactancia Materna y el Comité de Promoción de la Salud de España la grasa corporal en edades tempranas se asocia a hipercolesterolemia, hipertensión o diabetes tipo 2, patologías todas ellas que tienen grandes repercusiones y que son, en la actualidad, la principal causa de morbilidad y de mortalidad en el mundo.
El uso inadecuado de las pantallas está despuntando como un factor de riesgo de obesidad en la infancia y adolescencia.
“Aunque un uso saludable de los dispositivos digitales tiene importantes beneficios -permite una mejor comunicación, acceso a información ilimitada de calidad, entretenimiento, aprendizaje, etc-, su uso no adecuado también se ha visto relacionado con sedentarismo, incremento de la ingesta de alimentos no saludables, mayor riesgo de obesidad, aislamiento, depresión y conductas adictivas”, afirma el coordinador del CPS de la AEP, Julio Álvarez.
Es por eso que la Organización Mundial de la Salud (OMS) no recomienda una exposición a las pantallas de niños y adolescentes superior a dos horas al día.
Sin embargo, según el estudio PASOS 2022, solo el 36 % de los menores lo cumple, una cifra que baja aún más el fin de semana, cuando solo el 16,2 % de los niños está menos de dos horas frente a las pantallas.
Los pediatras señalan, a partir de una revisión sistemática publicada en 2019 que analiza distintos estudios sobre este asunto, que hay evidencias de que a mayor número de horas de pantalla y en particular ante la televisión, se gana más peso y hay más riesgo de obesidad en la infancia.
Esta revisión, apunta la AEP, no encuentra “una relación clara entre el uso de pantallas y la disminución de actividad física”, pero en otros estudios sí que relacionan que los adolescentes menos activos pasan más tiempo delante de los dispositivos.
Donde, según la AEP, hay un mayor consenso es en la asociación entre la exposición a las pantallas, sobre todo televisión, y el incremento de alimentos y dietas menos saludables.
De esta forma, ver la televisión puede suprimir las señales de saciedad. Además, la exposición a la publicidad de alimentos no saludables que llega a los menores a través de las pantallas, favorece su consumo.
Por eso, la AEP sostiene que entre los factores “más importantes” que influyen en el inicio y mantenimiento de los malos hábitos alimentarios se encuentran, precisamente, la accesibilidad y publicidad de este tipo de alimentos de una población vulnerable, como la infantil y adolescente.
“En estas etapas de la vida se desarrollan las preferencias de alimentos que condicionarán nuestros hábitos futuros. Los reclamos publicitarios dirigidos a los niños y adolescentes están presentes en su vida cotidiana y tienen un gran impacto en ellos. El problema es que los productos menos saludables siguen siendo los más publicitados”, advierte la coordinadora del Comité de Nutrición y Lactancia Materna de la AEP, Rosaura Leis.
Por eso, los pediatras insisten en que la lucha contra la obesidad debe ser una labor de todos, tanto del niño con obesidad como de las “4 P (Padres, Pediatras, Profesores y Políticos)”, así como de la industria, las ONG y los medios de comunicación.
Y recuerdan la importancia de promocionar los estilos de vida saludables.