Sudan ha muerto y con él ha sucumbido el último macho de rinoceronte blanco del norte que quedaba en el mundo. La subespecie norteña tiene los días contados. Solo quedan con vida dos hembras: Najin, hija de Sudan, y Fatu, su nieta. Las dos residen en la reserva natural keniana de Ol Pejeta, donde vivía desde 2009 el que pasará a la historia como el último rinoceronte blanco del norte macho auténtico que pisó la tierra. Ha quedado su semen para intentar inseminar con él a su propia descendencia y procurar que la especie no se extinga. Pero es muy difícil.
Durante años, la caza furtiva de estos animales ha contribuido a su inminente extinción, ya que sus cuernos se pagan a precios superiores al oro en el mercado asiático debido a supuestas propiedades curativas y afrodisíacas, algo que lo convierte en un producto codiciado.
En diciembre de 2017, un comité formado por veterinarios, ecologistas y expertos en fauna salvaje de Kenia, República Checa, Reino Unido y Sudáfrica se reunió para tratar de salvar la vida del último espécimen vivo de rinoceronte blanco macho del norte. Sudan era demasiado viejo para aparearse, por lo que la única esperanza para mantener con vida a la especie era la fecundación artificial, algo que hasta hoy nunca se ha intentado con rinocerontes.
La esperanza ahora es que las dos hembras puedan ser inseminadas con semen procedente de machos de rinoceronte blanco del sur. La reserva ha anunciado en su cuenta de Twitter que ha recogido material genético de Sudan (esta subespecie goza de mejor salud y su número se mantiene, aunque con dificultades) con el objetivo de «intentar la reproducción del rinoceronte blanco del norte a través de las tecnologías celulares avanzadas»
Fuente: El País