“Madres- guardería” fue la solución de gran cantidad de brasileñas que no tenían dónde dejar a sus hijos por la pandemia. En San Pablo, por ejemplo, algunas mujeres llegaron a cuidar hasta 25 niños en una casa.
Hasta la llegada de la pandemia de coronavirus, en San Pablo había unos 340.000 niños matriculados en centros de educación infantil. La falta de plazas para satisfacer la demanda de la ciudad más grande de Brasil ya era un problema para muchas familias y un desafío para la administración municipal. La crisis sanitaria empeoró aún más la situación.
Según la encuesta Mujeres en la pandemia, realizada por “Gênero e Número”, un portal que produce periodismo de datos especializado en género y raza, el 50% de las mujeres brasileñas empezaron a cuidar a alguien durante la pandemia. Para el 16% de estas mujeres, esto tuvo consecuencias económicas. Muchas perdieron su trabajo. La tasa de desempleo en el segundo semestre de 2020 fue del 12% entre los hombres y del 14,9% entre las mujeres, de acuerdo al Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE).
En la segunda mitad de marzo, cuando los Estados brasileños adoptaron medidas de aislamiento social, siete millones de mujeres dejaron el mercado laboral. La cantidad de hombres que perdieron el trabajo fueron cinco millones, un 30% menos. Otros informes señalan que la participación femenina en el mercado laboral ha vuelto a niveles de los años noventa: entre las mujeres que tienen hijos de hasta 10 años, esta participación disminuyó del 58,3% en el segundo trimestre de 2019 al 50% en el mismo periodo de este año.
La solución de muchas mujeres para no perder sus trabajos fueron las guarderías informales o las madres-guardería, como se conoce a las mujeres que cuidan a los hijos de otras personas en casa sin ningún reconocimiento legal. Solo en Paraisópolis, la favela más grande de San Pablo, se estima que hay 1.000 mujeres que prestan este servicio.
Según el último balance trimestral de la Secretaría Municipal de Educación, en septiembre al menos 6.670 niños esperaban una plaza de educación infantil en la ciudad, 2.448 de los cuales pedían una escuela específica. El cierre de casi todos los centros municipales de educación infantil por la pandemia ha perjudicado incluso a quienes ya tenían plaza y ha sobrecargado a las madres.
Según la pediatra Ana Escobar, tiene que haber un fuerte movimiento que exija a los políticos un plan seguro para volver a las aulas en las escuelas públicas, con condiciones mínimas. “Garantizar jabón, toallas de papel y ventilación en las aulas es básico”, dice. Para la médica, hay que reorganizar las aulas para que haya más distancia entre los alumnos y recomendar que todos los niños mayores de dos años lleven mascarilla. “Tal vez lo más complicado, por increíble que parezca, es la higienización de las instalaciones después de cada clase y la higienización de las manos de los niños con agua, jabón y toallas de papel. Eso tiene que hacerse en todas las escuelas”, dice. La pediatra explica que, como los estudios demuestran que los niños que contraen la covid-19 tienen síntomas más leves y su tasa de transmisión no es alta, los padres y familiares no deberían temer el regreso a las aulas. “Adoptando medidas de seguridad en las escuelas, también podemos garantizar la seguridad de las familias y los maestros”, dice.
Guarderías cerradas
Las clases extraescolares para alumnos de educación infantil y primaria están autorizadas en San Pablo desde el 7 de octubre. El protocolo municipal de regreso a las aulas determina un aforo del 20% de los estudiantes por turno (mañana o tarde); prevé el uso de equipos de protección individual (EPI) y establece una estancia máxima de dos horas al día. La asistencia es opcional y la decisión de volver a abrir las puertas la tomaron los Consejos de cada escuela, compuestos por profesores, dirección, estudiantes y familias.
San Pablo cuenta con unas 4.000 escuelas municipales y todas pueden abrir siguiendo estas reglas. Según el Ayuntamiento, solo 34 de las aproximadamente 3.000 guarderías municipales están abiertas para realizar actividades extracurriculares presenciales, lo que representa solo el 1,1% de las unidades. La decisión de reabrir depende de cada centro y también de la demanda, que sería pequeña. Muchos padres y madres todavía temen dejar a sus hijos en las guarderías y escuelas.
Los que no pueden pagar una niñera o una guardería informal hacen malabares logísticos para conciliar el cuidado de los niños con el trabajo.