Cine

Los robos de arte en el cine:cuando una obra vale «por la historia que hay detrás de ella»


Por Mercedes Ezquiaga

Los impactantes paisajes de la ciudad italiana de Venecia, y la excusa de una exclusiva subasta de arte de un NFT, obra de un artista anónimo, que un grupo «cool» de ladrones pretende robar, y así dar forma a una historia que permita aumentar el valor de la misma, son los elementos que dan forma al inicio de la película «Lift: un robo de primera clase», estrenada en la plataforma Netflix, que permite repasar otros atracos resonantes de la ficción como fue «El caso Thomas Crown» o «La emboscada».

Dirigida por Gary Gray y protagonizada por Kevin Hart y Gugu Mbatha-Raw, con actuaciones de Vincent D’Onofrio, Úrsula Corberó y Jean Reno, «Lift» reúne a un verdadero casting internacional para dar forma a este filme de acción y atracos, un género siempre atrapante que en este caso además se inmiscuye en el universo del arte.

Aunque el filme arranca con el robo de un NFT (un token no fungible) durante una subasta en Venecia, la sinopsis relata que este grupo de ladrones son reclutados por Interpol para que los ayuden en una misión, a cambio de no ir a la cárcel por haber robado la obra de arte, lo que incluye un posible romance entre la agente de policía y el jefe de la banda.

«A mi equipo y a mí nos encanta el arte -arranca diciendo Cyrus, personaje interpretado por Hart, a poco de iniciada la cinta-. Amamos las pinturas, el videoarte, las esculturas, la fotografía, el street art, pero jamás hemos robado un NFT».

¿Entonces ustedes son ladrones?, lo interroga el actor que interpreta a N8, un artista anónimo y creador del NFT recientemente vendido, a lo que el ladrón responde: «Rescatamos obras de arte de dueños que no las merecen».

Así, los ladrones adquieren el NFT -con la plata del robo de un Van Gogh- y se van de fiesta en lancha por los canales de Venecia, junto con el artista tecnológico, mientras le hacen creer al mundo que lo han secuestrado.

Y reanuda el protagonista el tema del arte: «Leonardo da Vinci vendió la Mona Lisa por 25 mil dólares y a nadie le importó una mierda esa obra durante 400 años. Hasta que la robaron. Esa sonrisa ahora vale 860 millones de dólares por la historia que hay detrás de ella. Como la historia de tu secuestro», celebra el personaje que interpreta Hart y propone «un brindis por el primer robo en la historia de un NFT». La secuencia muestra noticieros de todo el mundo, informando que «el famoso artista anónimo N8 fue secuestrado», mientras el NFT acrecienta rápidamente su valor de 20 a 89 millones de dólares.

La trama da cuenta de locaciones impresionantes como Londres, Belfast, Venecia, Cortina d’Ampezzo e incluso los Alpes italianos, y retoma en varios tramos el tema del arte, como cuando la protagonista -la agente de Interpol- recuerda una pintura de Davis Hockney que solía admirar de niña.

«Venecia en sí es una obra de arte en pie, con sus canales, edificios históricos y frescos de 600 años de antigüedad. Rodar en un lugar que es el epítome del arte establece el tono perfecto para esta película global de atracos al arte», declaró el director de «Lift», Gary Grey.

Incluso, el rodaje en Venecia incluyó escenas en la famosa plaza de San Marcos, con algunas referencias al carnaval con máscaras y disfraces, y la supuesta casa de subastas donde se desarrolla el inicio del filme fue grabado en la Scuola Grande di San Rocco, un histórico centro religioso y artístico del siglo XVI, decorado con enormes obras maestras de artistas como Tiziano y Tintoretto.

Sin dudas, si se piensa en robos de obras de arte en la ficción, viene enseguida a la mente una famosa película de los años 90, «The Thomas Crown Affair» (1999), en la que un multimillonario, interpretado por Pierce Brosnan, planea el robo de una pintura valiosa mientras se involucra con una investigadora de seguros, interpretada por Rene Russo.

La cinta, que en aquel entonces fue todo un suceso, incluyó numerosas escenas filmadas puertas fuera y dentro del imponente Museo Metropolitano de Arte (MET) de la ciudad de Nueva York, con una persistente referencia a las obras del pintor surrealista René Magritte, conocido por sus ingeniosas y provocativas imágenes que juegan con la percepción del espectador. En la trama, el multimillonario Thomas Crown pretende robar un valiosísimo Monet de la colección permanente del Met.

Es válido aclarar que la de 1999 fue una sorpresiva remake de la original película «El caso Thomas Crown» de 1968, entonces protagonizada por Steve McQueen y Faye Dunaway, en un film dirigido por John McTiernan, también entonces una de las películas más populares de su época.

En esta clase de filmes -que siempre generan fascinación- aparecen ciertos elementos recurrentes, como que quienes roban las obras de arte son ladrones buenos, cultos, o que lo hacen por buenas causas, por ir en contra del sistema o porque sus dueños no las merecen.

En ese sentido, es posible pensar también en «La emboscada» (1999), protagonizada por Sean Connery y Catherine Zeta-Jones, que arranca desde el minuto uno con el robo de un valioso Rembrandt, y que narra la historia de una agente de seguros que se une a un ladrón de obras de arte para realizar juntos un robo espectacular, aunque todo el recorrido estará plagado de engaños y ases escondidos bajo la manga.

En un tono absoluto de comedia se desarrolla la película «Un crimen nada perfecto» (The Maiden Heist), del año 2009, con actuaciones de Morgan Freeman, Christopher Walken y William H. Macy. Ellos son tres guardias de seguridad de un museo que han desarrollado un vínculo emocional con las obras de arte que custodian cada día, desde hace 30 años. Cuando se enteran de que las autoridades van a trasladar la colección a otro edificio, idean un arrojado plan para robar las piezas con las que se han encariñado y devolverlas a su lugar original. Incluye escenas en el Museo de Arte de Worcester, en Estados Unidos, inaugurado en 1898 y con una colección de 35.000 obras de distintas culturas y períodos.

Finalmente, la secuela de «Ocean’s Eleven», estrenada en 2004 como «Ocean’s Twelve» («La nueva gran estafa») continúa la historia del personaje de Danny Ocean (George Clooney) y su equipo de ladrones, esta vez dispuestos a robar una valiosa obra de arte y así pagar una deuda con el propietario de los casinos al que robaron en la primera película.

Como el filme incluye un verdadero dream team de estrellas de Hollywood -además de Clooney están Brad Pitt, Matt Damon, Andy García, Julia Roberts, Catherine Zeta Jones, Don Cheadle y Bernie Mac-, la trama no ahonda en detalles de la obra de arte en sí, sino en la interacción entre los personajes que interpretan estos actores.

Este grupo de ladrones planifica entonces robarle a un millonario solitario y excéntrico, coleccionista de arte y de antigüedades muy valiosas, mientras que la película fue rodada en Chicago, París, Roma, Amsterdam, Las Vegas y Los Ángeles.