Las alarmas en el mundo de la Fórmula 1 se encendieron luego de que Toto Wolff, dueño de la Scuderia Mercedes, se mostró preocupado por la salud de Lewis Hamilton, de quien aseguró que podría sufrir «daño cerebral».
Wolff consideró que el piloto británico es propenso al daño cerebral debido al porpoising, ese efecto de rebote que experimenta el auto de Fórmula 1 al circular a gran velocidad, como consecuencia del aumento de carga aerodinámica que empuja al mismo hacia el suelo.
Además, al producirse un cambio de presión o cuando toca el suelo, el flujo se corta y se pierde esa carga aerodinámica que hace que se levante la parte delantera del monoplaza.
Ante este panorama, la acción produce un violento rebote del auto contra el asfalto, que afecta la columna vertebral de los pilotos y hasta les complica tanto la visibilidad de los espejos retrovisores como el control del propio monoplaza.
«Todavía creo que la FIA y todos nosotros debemos hacer algo al respecto. Frecuencias de 1 a 1 hertz que duran unos minutos pueden causar daño cerebral. Tenemos de 6 a 7 hertz durante varias horas», explicó Wolff.
Este efecto ha disminuido en las últimas semanas gracias a pistas más suaves en Canadá, Gran Bretaña, Austria, Francia y Hungría, algo que favoreció a Hamilton que logró cinco podios consecutivos.