Por Laura de Grado
El título no deja lugar a dudas. El «hormigón» es el material que da forma a esos bloques de edificios que inundan los barrios obreros. Edificios muchas veces sin ascensor, con paredes finas y frías, que representan tanto la dureza de las condiciones de vida como la lucha por una vivienda digna. Sin embargo, para la autora, el hormigón no es solo lo físico; también es una metáfora de cómo esas mujeres quedan atrapadas en una estructura que las discrimina constantemente.
«La materia prima de este ensayo son las miserias de las mujeres del extrarradio«, escribe dos Santos (Algarve, Portugal, 1992), dos veces ganadora del Premio CEDEJEM en ensayo Europeo, que denuncia la precariedad económica y la violencia estructural que atraviesa sus vidas.
Dos Santos, nacida en Portugal y criada en un barrio de Madrid, no se limita a teorizar sobre el tema. Su trabajo es un ejercicio de «escucha y observación». A través de más de un centenar de entrevistas, presenta a mujeres como Bárbara, Fanya, Marta, Zelia, Pilar, Ainhoa, Yaiza, Trini, Lola, Roxana, Carmen, Ángela, Pino, Maca, y tantas otras, todas diferentes, pero con una lucha común: la de vivir en un mundo que las marginaliza por ser mujeres, por ser de clase trabajadora, por ser inmigrantes, por ser jóvenes, por ser LGTBIQ+…
«No hay dos mujeres iguales en este libro, ni en ninguno de nuestros barrios», señala la autora al principio de la obra.
A lo largo de las 400 páginas del ensayo que edita Debate, Aida dos Santos aborda temas fundamentales como el urbanismo, el trabajo, la educación, la sanidad, el activismo o el deporte. Sin embargo, lo que predomina es la reflexión sobre las interseccionalidades, es decir, cómo las mujeres experimentan distintas formas de opresión que no se pueden entender de forma aislada.
Las historias que recoge no son desconocidas. Habla, por ejemplo, de la precariedad laboral, de los recortes en educación, de trabajo doméstico, de cuidados, de cómo les afecta la violencia de género, de la violencia estructural o de la falta de recursos para salir de ella. O critica cómo la meritocracia, ese sistema que promete que «si te esfuerzas, llegarás lejos», no es más que un espejismo para las hijas de la clase trabajadora.
«Nos dijeron que si estudiábamos y nos esforzábamos, podríamos ir a la universidad y conseguir un buen sueldo. Sin embargo, a las hijas de la clase trabajadora, los recortes en educación y la desaparición de las becas de manutención nos han obligado a compaginar trabajo y estudios», escribe.
Además, Las hijas del hormigón expone la profunda contradicción de las periferias: por un lado, las grandes ciudades concentran una parte considerable de los recursos y la riqueza del país; por otro, esas mismas ciudades son también el lugar donde la pobreza se hace más visible.
«En nuestras urbes convivimos en una heterogeneidad socioeconómica mayor que en cualquier otro territorio. Y es concretamente en el extrarradio donde se concentra el proletariado dedicado al sector servicios, minorías étnicas, migrantes, mujeres que encabezan hogares monomarentales, familias que no pueden asumir los precios de la vivienda, jóvenes que no pueden consumir en los barrios en los que trabajan, quienes sirven la carne kobe ecológica o el te matcha que nunca podrán pagar, quienes mantienen limpias las sabanas de los hoteles en los que nunca podrán dormir…», explica.
Pero el libro no es solo un ejercicio de memoria o de denuncia, es un intento de dotar a estas mujeres de herramientas para enfrentar las discriminaciones que sufren en su vida diaria «por ser mujeres trabajadoras de la periferia». Y por ello invita a hacer una toma de conciencia colectiva como clase trabajadora.
«Muchas veces da igual lo que opinemos de nosotras mismas, da igual lo que creamos que somos, cualquier prejuicio clasista nos recordara cómo nos ven aquellos que nos nombran. Si las clases no existiesen, no operaria el clasismo como una de las más férreas discriminaciones que padecemos las mujeres de la periferia«, critica.
Y no solo a las mujeres, también les apela a ellos, en una de sus citas más directas, afirma: «Si los hombres quieren hacer algo útil después de leer este libro, que limpien en su casa, que cuiden de sus hijos y que les pregunten a sus amigas si esto que han leído también les pasa».
Fuente EFE (efeminismo.com)
Portada: ‘Las hijas del hormigón; Historias de clasismo, sexismo y violencia en las periferias españolas’, de la politóloga Aida dos Santos. Foto: Editorial Debate