En el marco del Día Mundial de las Personas con Discapacidad, que se conmemora cada 3 de diciembre conversamos con Mg.Lic. Karina Vimonte, presidenta de la Fundación CODIS. Desde su programa «Somos lo que Hacemos», Vimonte ha lidera por más de 17 años una campaña constante para cambiar la mirada social hacia la discapacidad.
-Este año el lema establecido por Naciones Unidas es «Fomentemos el liderazgo de las personas con discapacidad». ¿Qué representa para vos este enfoque?
-Es un mensaje poderoso y necesario. Durante años hemos hablado de inclusión como si fuera un favor que se hace desde un grupo hacia otro. Pero el liderazgo de las personas con discapacidad nos recuerda que ellos no solo tienen un lugar en la sociedad, sino que son protagonistas activos en la transformación de nuestras comunidades. Es hora de romper con los prejuicios y reconocer que el liderazgo no está limitado por las capacidades físicas o cognitivas, sino que nace de la autenticidad, la empatía y el deseo de aportar al bien común.
¿Cómo has visto reflejado este liderazgo en tu trabajo cotidiano?
A diario tengo la oportunidad de conocer historias que inspiran. Por ejemplo, en nuestro programa hemos tenido invitados que, a pesar de las barreras sociales y físicas, han liderado proyectos empresariales, educativos o artísticos. Desde jóvenes con síndrome de Down que gestionan emprendimientos exitosos hasta personas con discapacidad motriz que trabajan en políticas públicas. Cada una de estas historias es una muestra que el liderazgo está presente, pero necesita un entorno que lo fomente y valore.
¿Cuáles son las principales barreras que enfrentan las personas con discapacidad para asumir roles de liderazgo?
Sin duda, las barreras actitudinales son las más complejas. Los prejuicios y la subestimación de las capacidades son un gran obstáculo. Además, la falta de accesibilidad en entornos educativos, laborales y sociales limita las oportunidades. También está el capacitismo, esta idea de que las personas con discapacidad son «menos capaces», que permea en nuestras estructuras y narrativas. Por eso es crucial trabajar en educación y sensibilización para cambiar estas miradas.
Siempre hablas de «convivencia» en lugar de «inclusión». ¿Cómo se relaciona esto con el liderazgo?
Hablar de convivencia es reconocer que todos somos parte del mismo tejido social, que no se trata de «incluir» a alguien como si estuviera afuera, sino de vivir juntos en igualdad de condiciones. En este marco, el liderazgo de las personas con discapacidad no debe ser visto como una excepción o algo extraordinario, sino como una expresión natural de su participación activa en la sociedad. Cuando convivimos desde el respeto y el reconocimiento, el liderazgo surge como una consecuencia lógica.
¿Qué iniciativas crees que son claves para fomentar este liderazgo?
Primero, garantizar el acceso a la educación de calidad. Es allí donde se siembran las bases del liderazgo. También es esencial promover políticas públicas que eliminen barreras y brinden oportunidades equitativas en todos los ámbitos, desde el empleo hasta la cultura. Y algo que no debemos olvidar: la representación. Necesitamos ver a más personas con discapacidad en roles de liderazgo visible, desde las empresas hasta los medios de comunicación. Esto naturaliza y cambia percepciones.
¿Qué mensaje te gustaría dejar en este Día Mundial de las Personas con Discapacidad?
Mi mensaje es para toda la sociedad: dejemos de ver a las personas con discapacidad desde el déficit y comencemos a verlas desde el potencial. Su liderazgo no solo es posible, es transformador. En este 3 de diciembre, invito a todos a reflexionar sobre el poder de construir una sociedad que no solo fomente el liderazgo, sino que lo celebre como un derecho y una oportunidad para todos. Porque cuando creamos espacios para que cada persona florezca, todos crecemos juntos.