La cantante y compositora Natalia Bazán, destacada y personal voz de la escena musical rioplatense presentó su primer álbum solista “De barro y cielo”, que contó con producción deGuillermo Fernández y al que definió como “un recorrido por todos los años y los espacios. Todo eso me acompaña siempre que canto. Somos muchos, aunque cante sola».
«El tiempo es compañero y sabio, nos pasamos la vida aprendiendo e incorporando cosas, pero el tiempo es el único que decide cuándo y cómo caen las fichas. Todo es un proceso, nada es automático, ni mecánico. Y nada lo hacemos solos porque hay tanta gente y experiencias dejando huella en el canto de uno», sostuvo Bazán durante una entrevista con Télam.
Nació en el barrio porteño de La Boca y después de 23 años de historia con la música Natalia da un nuevo paso significativo en su carrera: lanza su álbum debut en el que condensa un camino donde conviven el tango, el candombe, la murga porteña, la milonga y el rock; y explora con delicadeza su amplio abanico de recursos vocales e interpretativos.
La cantante, quien estuvo al frente de propuestas como Los Faroles y La Runfla Rioplatense e integró proyectos vinculados a la cumbia y la murga, ofrecerá mañana un concierto en Chacabuco 874 acompañada por Daniel Maza, Cóndor Sbarbati, Agustín Guerrero, Patricia Barone, Javier González y Nicolás Enrich, entre otros músicos que participaron de este trabajo discográfico.
“De barro y cielo” contempla versiones de clásicos como “Besos brujos”, “El Adiós”, “Sueños de juventud”, “Loca tuca de Dios” de Fito Páez, el bolero de los hermanos Expósito “Vete de mí” y una versión murguera de “Carnaval de mi barrio”.
Además se cuenta “Haedo sur”, que compuso a partir de la música de Guillermo Fernández, y “Después del carnaval”, con letra de Luis Longhi.
«Tuve la suerte de conocer gente de todo tipo y que sus saberes me los compartieran. Eso lo atesoro y lo guardo con mucho cuidado dentro mío. El saber es poder, y al poder se lo descentraliza y se lo minimiza compartiéndolo.»Natalia Bazán
Bazán fue considerada como mejor cantante femenina de tangos en el certamen porteño Hugo del Carril y trabajó en las principales casas de tango de Buenos Aires.
Télam: ¿“De barro y cielo” era una asignatura pendiente?
Natalia Bazán: Siento que necesitaba compartirme con el mundo desde la singularidad, desde mi historia, lo propio. Soy hija de una generación a la cual lo colectivo la atravesó como modo de vida, de ver el mundo y de construir. Pero aunque uno se parezca más a su tiempo que a sus padres, en los padres está la identidad y la historia. El origen de todo lo que uno trae adentro. Ese mundo es muy propio y ese mundo pidió a gritos que lo explore. Hacerse cargo de uno a veces es incómodo, pero muy reconfortante. En eso de abrazarse a uno y a los suyos hay mucho de verdad, y hacer música desde ahí es lo que me sostiene como cantora, como artista. Es la materia prima y el punto de partida siempre para empezar. ¡Y es un montón! Por eso para mí este disco es tan importante
T: ¿De algún modo el disco condensa todas tus etapas en más de 20 años de camino en la música?
NB: Sí, es el recorrido de todos estos años y espacios en los que me formé, que transité. Y si bien el tango tradicional fue lo primero que exploré y de hecho sigo explorando, porque la matriz es la fuente siempre, estudié con maestros que ya al tango clásico se les escapaba: Patricia Barone y luego Guillermo Fernández. En todos estos años vimos florecer orquestas, músicos, grupos de gente joven explorando nuevas propuestas. Siempre miro con sorpresa y alegría ese proceso, lo sigo de cerca. Y lo celebro. La murga y un poco el candombe me invadieron por andariega y curiosa. De andar con unos y con otros y de querer aprender. Tuve la suerte de conocer gente de todo tipo y que sus saberes me los compartieran. Eso lo atesoro y lo guardo con mucho cuidado dentro mío. El saber es poder, y al poder se lo descentraliza y se lo minimiza compartiéndolo.
T: ¿Cómo fue la experiencia de trabajar con Guillermo Fernández como productor? ¿Cuál fue su principal aporte?
NB: Guille es un tractor. Él confió en mí. Siempre. Es un artista que no para de crecer, de hacer cosas nuevas. Él siempre te sorprende, es inquieto y lúdico, tiene un niño interior generoso y creativo de esos que te invitan a jugar y a prenderte en la de él siempre. Nosotros somos familia. Tuvimos la suerte de compartir muchos años y conocernos mucho. Desde el amor y el respeto. Nunca dejé de ser una cholula con él. Fue gracias a eso de estar tan cerca y convivir que nació este disco. Todo el tiempo retroalimentándonos. Los arreglos los hizo él, conmigo ahí a mano siempre, probando. Y aunque a veces se suele separar al artista de la persona, en este caso se me hace imposible.