Laia Sanz es una de las grandes estrellas del Dakar. La española de 35 años ya es una leyenda en la competencia, con sus diez participaciones. Además, cuenta con un récord de arribos en todas las ediciones, siendo su mejor resultado el 9º lugar de la edición 2015.
Laia se subió por primera vez a un vehículo de dos ruedas cuando tenía 4 años. Actualmente, es la mejor piloto de la categoría femenina con 10 victorias en esta división, lo que habla a las claras de su ritmo, su competitividad y adaptación a todo tipo de terrenos.
El Dakar 2020, según confiesa, fue para ella “el peor de los últimos años”. Una temprana caída en la segunda jornada le hizo perder mucho tiempo y la retrasó en la clasificación general. La catalana se propuso mejorar en la segunda semana, pero se encontró con tramos demasiado rápidos de poca navegación, que no le dieron oportunidad de recuperar. Así y todo avanzó hasta el 18º lugar final.
De esa grave caída en el Dakar, resultó con rotura de ligamentos en sus dos manos, lo que le llevó cinco meses de recuperación. En un año difícil para la 18 veces campeona del mundo de trial y enduro, Laia sufrió otra caída en los primeros tramos del Rally Andalucía, lo que derivó en una lesión en su antebrazo y una posterior infección.
Sincera y realista, como ella misma se define, Laia admite que no llegará bien físicamente al Dakar, por lo que tampoco quiere pensar mucho en pretensiones de puestos en la segunda incursión saudí. “Siempre me marco estar entre los 15 primeros, pero esta vez no llegaré en las mejores condiciones”, reconoció. El Dakar 2021 será una nueva oportunidad para dejar atrás las lesiones y mostrar toda su destreza conductiva a bordo de la moto GasGas del constructor español.
En primera persona
Tengo que admitir que el de 2020 fue el peor Dakar de los últimos años. Tuve una fuerte caída al inicio del segundo día, perdí mucho tiempo en una etapa Marathon y pensé que podría salir a recuperar algo en la segunda semana. Sin embargo esa segunda parte fue tan rápida, tan diferente a anteriores ediciones, que no hubo opciones para recuperar. Entonces pensé que lo mejor sería acabar entera y me dediqué a llegar. Yo soy muy realista. Un Dakar como el del año pasado, así tan rápido, me cuesta. Me gusta más cuando hay navegación y cuando entran en juego temas como la gestión de los neumáticos o cuestiones mecánicas.
En esa caída del Dakar me rompí los ligamentos de las dos manos, pero no lo sabíamos. Pensaba que solo tenía lesionada una de mis manos. Cuando volví a subirme a la moto tenía mucho dolor y allí advirtieron la lesión, que hubiese requerido una operación. En definitiva, tardé como cinco meses en recuperar la mano.
Y luego en este año negro, llegó la caída al inicio del Rally Andalucía. Fue una quemadura por fricción en la piel del antebrazo, al deslizar por el suelo. Fui atendida, pero pasé mala noche y no quise arriesgar a tomar la salida al día siguiente. Al final esa herida también se infectó. Con todo esto es claro que no llegaré bien físicamente al Dakar. ¿Objetivo? No quiero pensar mucho en ello, aunque yo me marco siempre que quiero estar entre los 15 primeros.