Por María Alexandra Barreto
El reconocido médico argentino Daniel López Rosetti explica a través de sus libros y de los mensajes que dirige a sus millones de seguidores en redes sociales que no toda sensación de hambre responde a una necesidad física. Muchas veces comemos para calmar emociones como ansiedad, tristeza, enojo o aburrimiento. Este fenómeno, conocido como hambre emocional, puede alterar nuestro bienestar físico y mental si no aprendemos a reconocerlo y gestionarlo.
Hambre fisiológica vs. hambre emocional- Claves para diferenciarlas
Hambre fisiológica: *Aparece de forma gradual y aumenta con el tiempo.
*No es selectiva: cualquier alimento puede calmarla.
*Se acompaña de señales corporales como estómago vacío, debilidad o rugidos.
*Se apaga con una comida equilibrada y nutritiva.
Hambre emocional:*Es repentina, aparece sin aviso.
*Es selectiva: busca alimentos específicos como chocolate, galletas o helado.
*No se calma con comida saludable y genera insatisfacción continua.
*Suele estar ligada a emociones como estrés, soledad, aburrimiento o tristeza.
«Deja sentimientos de culpa o remordimiento después de comer.
López Rosetti advierte que el cerebro límbico, encargado de regular las emociones, está íntimamente conectado con los circuitos del apetito.Por eso, los estímulos emocionales pueden activar el deseo de comer incluso cuando el cuerpo no necesita energía real.
El estrés prolongado activa el eje hipotálamo-hipófisis-adrenal (HHA), liberando cortisol, una hormona que aumenta el apetito, especialmente por alimentos ricos en grasa o azúcar. Según López Rosetti, muchas enfermedades modernas —como obesidad, diabetes o inflamación crónica— tienen un componente emocional o de estrés. Además, la falta de educación emocional, o “analfabetismo emocional”, nos impide identificar si sentimos hambre, ansiedad, tristeza o vacío. Esa confusión lleva a buscar alivio en la comida.
Riesgos del hambre emocional persistente:Comer por emoción ocasionalmente no es grave, pero si se vuelve habitual puede generar:
Aumento de peso y obesidad
Alteraciones metabólicas e inflamatorias
Culpa, baja autoestima y relación conflictiva con la comida
Círculo vicioso de comer para calmar y luego sentirse peor
Desplazamiento de alimentos saludables por opciones calóricas
Cómo reconocer el hambre emocional
Señales de alerta: *Deseo repentino e insistente por comer- *Necesidad de un alimento específico. *Comer sin disfrute real, más como descarga emocional que placer. *Comer a escondidas o apresuradamente. *Sensación de vacío antes y culpa después
Estrategias para frenar el hambre emocional:
*Llevar un diario emocional: anota cuándo y por qué sientes ganas de comer.
*Practicar la pausa consciente: antes de comer, respira y reconoce la emoción.
*Canalizar el impulso: sal a caminar, llama a un amigo, escribe, dibuja o escucha música.
*Evitar alimentos “trampa” en casa: reemplázalos por opciones más saludables.
*Elegir comidas equilibradas: proteínas, fibra y grasas saludables estabilizan la glucosa y reducen impulsos.
*Buscar apoyo profesional: si el hambre emocional es frecuente, la ayuda de un psicólogo o nutricionista puede marcar la diferencia.
Conclusión
Reconocer que el hambre a veces nace de la emoción y no del cuerpo es el primer paso hacia una alimentación consciente y saludable.
Aprender a escuchar lo que sentimos antes de abrir la nevera nos permite cuidar tanto el cuerpo como la mente.
Fuente Vive Mejor Club
Fuente foto indiatoday.in
