Por Carmen Sigüenza
La historiadora del arte británica Griselda Pollock, referente en la teoría del arte feminista y analista cultural, autora de más de veinte libros, muchos de ellos icónicos como Maestras antiguas, Mujeres, arte e ideología, Visión y diferencia o Diferenciando el canon, se pregunta «por qué seguimos hablando de introducir el feminismo en los museos, cuando ya se empezó a hablar de ello hace cincuenta años de una forma crítica. Ahora hace falta contar cómo cada artista desarrolló su trabajo y en qué contexto», dice a Efeminista.
«Las mujeres artistas han existido siempre, en menor medida pero siempre han existido, y hay documentación de ello. Fueron los historiadores de mediados del siglo XX los que empiezan a decir que no ha habido mujeres en la historia del arte. Es un fenómeno muy moderno», precisa.
«Ahora mismo estamos contando la historia de la recuperación de las mujeres artistas, y en las exposiciones se las mete en el mismo saco por el hecho de serlo, pero no estamos contando al público cómo cada una de ellas llegó a desarrollar su trabajo y en qué contexto», recalca en una entrevista a Efeminista Pollock (Bloemfontein, Sudáfrica, 1949), antes de impartir una conferencia magistral en el Museo Reina Sofía sobre qué es un museo hoy en día y cómo aplicar la perspectiva feminista.
«Las artistas tienen que ser estudiadas de forma individual con su propia historia; unas tuvieron un contexto católico, otras un contexto protestante. No es lo mismo ser pintora en el XVIII para una aristocracia, que serlo en el XIX para el mercado del arte… etcétera. Todos los artistas, hombres y mujeres, tienen una individualidad», explica la catedrática de la Universidad de Leeds (Inglaterra).
Pollock señala que el feminismo no es «solo añadir a mujeres artistas». «No se trata de incluir a las mujeres en los museos, sino de preguntarse el cómo y el porqué el arte moderno y los museos modernos han realizado esta supresión violenta como criaturas que creaban. Las mujeres han ido a los museos y lo que han visto es que creativamente eran inferiores, es decir, que no servían para esto tanto como los hombres. Esto nos indica que es muy importante lo que se pone en los museos», añade.
Pollock asegura que el desafío de los museos es «reflejar la complejidad de la sociedad, el mundo en el que vivimos y reconocer la violencia que se produjo durante la etapa colonial. Hay que enfrentarse a la historia de Europa para poder reconstruir el tejido social de nuestra sociedad».
«Cuando hablamos de feminismo y descolonización de los museos -sostiene Pollock- no lo hacemos para modificar el ideal político ni tampoco la belleza o la gloria de la historia de una nación, viene por la necesidad social de sanar, de curar heridas producidas por el sexismo y el colonialismo a través de la creatividad, y de enfrentarnos al dolor y al trauma que supusieron estas heridas en todo el planeta», matiza.
La historiadora asegura que hay que «cambiar el canon». «Pero no es una cuestión solo de cambiar el canon -matiza-, se trata de deshacer un discurso que asocia cosas positivas con los hombres, con los hombres blancos, y cosas negativas con los negros o las mujeres, y de mostrar la estructura de poder que ha hecho posible este discurso. Tenemos que permitir que el público reconozca que esto ha sucedido», subraya.
Para la experta es muy importante revisar el eurocentrismo, «dar una vuelta a esta noción». «Yo les explico a mis alumnos de dónde viene la superioridad del hombre blanco y les digo, por ejemplo, que en el Islam, en África, tenían académicos y universidades que preservaron toda la cultura clásica griega.
Pollock argumenta que «es importante entender las culturas del África Occidental, ricas en mitología, o visibilizar que la ciudad más antigua del mundo esta en Zimbabue, que no es Roma, ni Grecia, ni Turquía ni Persia, está en África; que la razón de que los europeos dejasen Europa para ir a África fue la peste negra, que acabó con el 50% de la población e hizo que se fueran a lugares muy atractivos».
La autora de Encuentros en el museo feminista virtual indica que se tiene que reconocer «la violencia que se produjo en la etapa colonial y la creatividad de estas personas que hoy viven en el planeta».
Ante la pregunta de si los países colonizadores deberían pedir perdón, la historiadora señala que «el término perdón tiene un componente religioso, porque la idea del perdón está unida a la de pecado. No es el concepto de redención, se trata de curar».
«Todos los seres humanos en la historia hemos hecho cosas terribles. Nadie está libre, los propios africanos esclavizaron a otros africanos. Lo que tenemos que admitir es que, al robar los recursos de los países colonizados, les hemos condenado a una pobreza y a una situación críticas», apunta.
«Estas personas tiene un móvil y pueden ver Madrid u otras ciudades limpias, con coches, etcétera, y quieren venir. Tenemos que reconocer colectivamente que esto ha sucedido y que tenemos que hacer algo, pero no parece que el capitalismo esté dispuesto», ha concluido Pollock, al tiempo que añade que «los museos tienen una función educativa para incluir a las personas en la sociedad dándoles una historia común. El arte es un vehículo para el pensamiento».
Fuente EFE (efeminista.con)
Portada: La historiadora del arte británica Griselda Pollock, referente en la teoría del arte feminista y analista cultural, durante una entrevista con EFE. EFE/Borja Sánchez Trillo