Por Andrea Albertano
Desde su formación al lado del renombrado enólogo francés hasta la creación de su propio vino y una plataforma educativa para nuevas generaciones, Gabriela Celeste combina ciencia, arte y pasión en cada etapa de su trabajo.
Aprender de Michel Rolland no fue solo una experiencia profesional para Gabriela Celeste sino que fue la base que transformó su visión del vino. Desde Mendoza, con recuerdos de infancia entre acequias y viñedos, hasta la creación de un vino propio y su plataforma educativa, la enóloga logró construir un camino donde la pasión, la disciplina y la coherencia definen cada botella y cada enseñanza. En esta entrevista con JuAn Delicias Magazine, repasa su trayectoria, los desafíos de las mujeres en la vitivinicultura y la importancia de transmitir conocimiento a las nuevas generaciones.
-¿Cuándo sentiste que el vino era “tu lugar” en lugar de la agronomía extensiva?
-Eso lo sentí cuando estaba rindiendo las últimas materias de ingeniería agronómica y decidí postularme para una pasantía en una bodega y ver si esa era la forma en que realmente quería vivir una vez diplomada. Esa pasantía a medio tiempo duró 6 meses y me convencí que eso era lo que realmente quería hacer profesionalmente.
-¿Qué recuerdos de tu infancia vinculados a la naturaleza todavía llevás a la bodega?
-De los recuerdos de la infancia, lo que siempre me queda presente son las siestas de verano, cuando se está regando la viña (en esa época por surcos) y nos sentábamos bajo un árbol del callejón para descansar a la sombra mientras se regaba. Aún hoy oigo el susurro del agua, siento el refresco de la brisa y la hermosa sensación de meter los pies descalzos en el agua de las acequias.
–¿Qué enseñanzas de Francia e Italia siguen presentes hoy en tu forma de hacer vino?
-Una cosa que aprendí en Europa es la suma de pequeños detalles para lograr perfeccionar cada parte del proceso. Por ejemplo, cosechar las uvas y llevarlas de inmediato a la bodega para que se conserven lo más frescas posible; completar en el menor tiempo posible el llenado de una cuba, las maceraciones prolongadas, la higiene extrema en la bodega, aún en el sector de molienda. En Italia, aprendí a revalorizar las variedades de uvas propias del lugar, aún aquellas de menores cualidades enológicas, pero propias de un terruño bello.
-¿Qué fue lo más valioso que te dejó trabajar tan de cerca con Michel Rolland?
-Trabajar al lado de Michel me enseñó muchas cosas de trabajo y de vida. Aprendí muchas técnicas para la vinificación, formas para tratar o persuadir al cliente, disfrutar el trabajo, resumir cualquier situación. Pero lo más importante sin duda fue la disciplina, la coherencia, la honestidad en el trabajo de asesoramiento.
-¿Cómo equilibrás su legado con tu propia identidad enológica?
-Su legado es la base de vinificación que adopto, pero siempre hay que ‘agiornarse’ a los estilos actuales, al gusto personal que va cambiando con el tiempo y eso es lo que te da identidad propia. Es como si hacés una receta de cocina, te han dado todos los ingredientes y la descripción detallada del proceso, pero a cada uno le sale distinto!!
-Escarlata nació en 1999. ¿Qué representa para vos esta línea en tu recorrido?
-Escarlata nació el mismo año que nació la consultora Eno.Rolland (hoy ENO) y por eso es tan significativo ese año y sobre todo a la distancia. Escarlata nació en marzo y Eno en septiembre.
Cuando empecé con esa primera vinificación de Escarlata, estaba muy entusiasmada y no tomé conciencia de la importancia de tener un vino propio porque mi tiempo estuvo dedicado mayormente al desarrollo de la consultora, primeramente dedicándome a la puesta a punto del laboratorio de análisis enológicos y luego a la expansión de la tarea de asesoramiento. Luego de salir con un vino al mercado, con marca propia, un año después, tomé conciencia de la importancia que tenía eso para mi familia. Mi padre y mi tía eran los propietarios de la finca que produjo el Malbec 1999. Ellos se sentían orgullosos de ese logro de colocar en botellas el vino producido con nuestras uvas. Por eso, si bien lo pensé como un proyecto a muy largo plazo, me causó enorme alegría poder desarrollarlo tempranamente ya que Escarlata fue pionero en los vinos de autor, y dar con este hecho una gran satisfacción a mi familia.
-Por otro lado, ¿qué te impulsó a crear una plataforma educativa sobre vino?
-La idea de comenzar con nuestra plataforma educativa, surgió hace varios años atrás, como en 2011, cuando debíamos filmar algunos videos cortos para explicar cómo podar una cepa de vid, en zonas no tradicionales de la viticultura que estaban comenzando con el cultivo de viñedos. Eran viñedos muy pequeños y no justificaba un viaje y lo que hicimos con Marcelo Canatella, colega y amigo, fue explicar la técnica en video y la enviábamos por e-mail. También por esas épocas empezamos con capacitaciones presenciales para mandos medio de finca para capacitarlos grupalmente respecto de muchos temas técnicos comunes en las distintas fincas que asesorábamos. Ambas cosas dispararon la idea años después.
Tanto a Marcelo como a mí, nos gusta compartir lo que vamos haciendo y pensamos que sería lindo crear un sitio donde pudiésemos concentrar lo teórico con nuestra experiencia profesional. Es un proyecto a varios años, que hoy estamos rediseñando en función de las exigencias actuales y nos hemos concentrado en producir más cursos cortos tanto vitícolas como enológicos. Nuestro sueño es dejar un legado para futuras generaciones.
-¿Cómo ves la importancia de enseñar a nuevas generaciones en un mundo donde la cultura del vino también se “consume” en redes sociales y en cápsulas breves?
-Es muy importante, porque la forma de aprender hoy no es la misma que tuvimos nosotros con una formación profesional formal. Hoy los chicos quieren invertir el menor tiempo posible en capacitarse y lo van haciendo a medida que van trabajando, quieren aprender haciendo. Van implementando todo lo que van aprendiendo y van haciendo la experiencia a medida que cobran por su trabajo. Es distinto. Se focalizan solo en los temas de su interés y descartan lo que no va a sumar en su actividad del momento. Veo que las generaciones más grandes tomarían nuestros cursos para acrecentar su cultura general y los más jóvenes lo harían para adquirir ciertas habilidades, colocar en su CV y valorarse mejor en función de la capacitación adquirida.
–Solés decir que el vino es mezcla de arte y ciencia. ¿Qué espacio ocupa la pasión en esa fórmula?
-La pasión es el soporte de todo. Es lo que te motiva a seguir experimentando, invertir tiempo y esfuerzo para lograr un plus en el resultado. Tanto el arte como la ciencia necesitan pasión para lograr un resultado óptimo. Y ese “óptimo” es distinto para cada uno, eso hace parte de la diferencia. Creo que la pasión es el ingrediente secreto que dosificamos a ‘gusto y piacere’ para cualquier actividad.
-¿Cuál es el momento más placentero para vos en todo el ciclo del vino, desde la viña hasta la copa?
-Lo más placentero es mirar el viñedo recién iniciando su ciclo en primavera, e imaginar en ese momento el vino que podría ser un día. En este momento hay todavía muchísimo camino a recorrer, mucho por hacer.
Otra etapa igualmente placentera es cuando salgo a “degustar” las uvas pensando en la cosecha óptima. Acá las cartas ya están echadas, sólo hay que decidir bien.
-¿Qué desafíos siguen existiendo para las enólogas en Argentina?
-El mayor desafío creo que es compatibilizar la profesión con la familia. Y eso debe existir en la mayoría de las profesiones. Pero en lo nuestro, durante la época de elaboración las horas de trabajo se extienden más de lo normal y necesitás que tus seres queridos comprendan esta situación.
Creo que en la actualidad hay muchas oportunidades para las enólogas, pero muchas de ellas deciden optar por una enología más tranquila y dedicar más tiempo a su rol familiar. Lo cual, creo que está bien si es una decisión tomada con pasión y convicción por lo que uno va a hacer.
Tal vez el mayor desafío, ahora que lo pienso, sea tener más confianza en nosotras mismas.
-¿Qué mensaje te gustaría dejarle a una joven que recién empieza en el mundo del vino?
-Le diría que se anime, que tenga confianza en sí misma; que la limitante está primero en nosotras mismas, en nuestra cabeza y que si está dispuesta a dar mucho de sí con pasión, no hay nada que pueda detenerla. Que el camino va a ser duro, sobre todo en ciertas épocas, pero que al final el resultado compensa con creces. Si está decidida, feliz con lo que hace, hay que ir para adelante sin vacilar, con seguridad.
-¿Cuál es el maridaje que mejor le calza a un Malbec argentino?
-Creo que un buen asado va de maravillas. También me gusta el chocolate amargo con un buen Malbec.
Fuente Juan Delicias Magazine

