Por Laura Gambale
La adolescencia será la etapa más temida de la crianza? Es una pregunta de difícil respuesta, es cierto, pero que nos invita a indagar sobre qué nuevas herramientas serán necesarias para atravesarla de la mejor manera posible.
Como sucede en Intensamente 2, la película de Disney estrenada hace unos meses donde la protagonista, una niña -ahora adolescente- llamada Riley, despliega nuevas emociones y conflictos aparentemente difíciles de abordar confrontando a sus padres, quienes sienten que todo lo conocido y medianamente establecido ahora está colapsado.
La familia no comprende los repentinos cambios de humor, y se ve en dificultades para determinar los nuevos bordes de contención que necesita su hija de 13 años. Sin dudas, refleja lo que sucede en la vida real en esta etapa de la vida, cuando los cambios son radicales y absolutamente necesarios, aunque en un primer momento pueda que asuste a los propios adolescentes (quienes muchas veces no entienden qué les está pasando) y a sus familias.
Para buscar los límites necesarios para volver a encarrilar la etapa adolescente y, al mismo tiempo, disfrutarla y exprimirla con todo lo que ella trae, conversamos con la psicóloga experta en adolescentes Florencia Alfie.
“La adolescencia es una etapa que se caracteriza por ser un tsunami: cambios físicos, emocionales, cognitivos, cerebrales. Es un momento lleno de interrogantes tanto para los adolescentes como para los adultos que acompañan”, introduce Florencia.
El desafío, dice, es para la mayoría de los padres, lograr el punto de equilibrio entre la libertad, independencia y autonomía que los jóvenes reclaman, y las normas y límites que como adultos consideramos necesarios para su sano desarrollo y bienestar.
Teniendo en cuenta que el cerebro humano no termina de desarrollarse hasta los 24-25 años, y que lo último en madurar es la zona prefrontal, es decir, el área encargada del control de los impulsos, la toma de decisiones, la organización, y la planificación, entre otras funciones, los límites son fundamentales.
Florencia nos asegura que poner límites a un hijo adolescente es parte esencial de la crianza ya que necesitan estructuras y pautas claras. “Establecer normas y límites a tu hijo es un acto de amor, aunque en su naturaleza este siempre el querer transgredirlos y quebrantarlos. Los límites les vienen a enseñar que tienen responsabilidades y que sus acciones traen siempre aparejadas repercusiones y consecuencias; cada acción tiene una consecuencia”. Para Florencia, el lugar fundamental que tienen los límites y normas es primordial para ofrecerles una guía sobre la puedan decidir y actuar teniendo en cuenta su bienestar. En este sentido, destaca cuatro características positivas de marcar los límites a tiempo:
*Los límites brindan un marco de seguridad, los límites los ayudan a comprender las expectativas familiares y sociales.
*Tener límites bien establecidos y claros significa que cada quien en casa sabe cómo debe comportarse, y que se espera de él.
*Los límites y las consecuencias de incumplirlos deben ser aclarados por adelantado, no una vez llegado el problema.
*Una escucha activa, donde se fomente la comunicación sin crítica ni juicios, permite crear confianza y aceptación de los límites por parte de los adolescentes.En relación al cerebro adolescente, la experta explica que “está ávido de nuevas experiencias, por eso se arriesga, ponderando la recompensa inmediata en lugar de las consecuencias a largo plazo. En este punto se explica por qué los adolescentes son propensos a las conductas de riesgo, y a tomar decisiones sin medir los resultados”.
Los 5 límites claves que tienen que recibir los adolescentes son:
*Salidas, actividades y horarios de regreso a casa: siempre deben informar sus planes, con quién y dónde van a estar. Debemos establecer horarios razonables para la vuelta a casa. Es importante que comprendan que el no cumplir con lo pautado podría afectar los permisos de las próximas salidas
*Uso de tecnología: resulta esencial poder limitar el tiempo diario que pasan frente a las pantallas, estableciendo reglas claras para su uso: nunca en momento de estudio, y celulares fuera a la hora de las comidas, ya que debemos aprovechar este momento de encuentro para generar conexiones cara a cara y diálogos abiertos y fluidos. Este límite ayuda a equilibrar su vida social, estudios y descanso.
*Participación en las tareas domésticas: los adolescentes deben entender que forman parte de un equipo, y la ayuda de cada uno de los integrantes es clave para la dinámica familiar. Cada quien debe tener sus responsabilidades y tareas bien delimitadas.
*Manejo del dinero: debemos establecer pautas claras sobre el gasto responsable y el ahorro. Al mismo tiempo, es importante hablar sobre qué tipo de consumo realizan con ese dinero. Y en este punto, es un buen momento para hablar de consumo (o no) de sustancias como el tabaco, alcohol y otras drogas.
*Responsabilidad académica: definir un horario para sentarse a estudiar. Debemos establecer expectativas claras sobre el rendimiento académico, la asistencia a clases, y las entregas de tareas en tiempo y forma.
Fuente Ohlalá (somosohlala.com)
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