Algunos son gestos cotidianos, como ponerse unos pantalones. Otros, expresiones de derechos legales que las mujeres lograron tras largas batallas políticas.
Los derechos de la mujer han sufrido vaivenes históricos, avances y retrocesos, en el largo camino hasta llegar a la situación actual, que para muchos todavía está lejos de ser perfecta.
Vestirse con libertad
«Cuando yo tenía 12 o 13 años y llegó la gran moda de los pantalones para las mujeres, mi mamá llegó un día a casa con dos. Pero mi padre le dijo que de ninguna manera se los podía poner, que en esa casa él era quien llevaba los pantalones».
La anécdota se la cuenta a BBC Mundo la poeta nicaragüense Claribel Alegría, nacida en 1924, e ilustra cómo las reglas de la moral y la costumbre, y los roles de género, limitaron históricamente la libertad de las mujeres para vestirse a su antojo.
En las sociedades occidentales los pantalones eran una prenda masculina, y no fue hasta entrado el siglo XX cuando se empezaron a considerar apropiados para las mujeres.
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En 1915, la feminista puertorriqueña Luisa Capetillo fue arrestada por ponerse pantalones en públicoen La Habana, lo que da una idea de cuán estrictas llegaron a ser las normas del vestir en algunos lugares.
La profesora de historia de la Universidad Nacional de Colombia Ana Catalina Reyes pone otro ejemplo de estas limitaciones.
«Leí un contrato del año 1923 en que una maestra aceptaba no casarse, no fumar, no beber cerveza, no vestir ropas de colores brillantes y usar siempre dos enaguas», le explica Reyes a BBC Mundo.
«La relajación de las normas morales sobre el aspecto de la mujer en el mundo occidental no comenzó hasta los años 20 y 30 del siglo pasado en grandes ciudades como Nueva York o París, cuando se produjo un cambio en la representación de la figura femenina, sobre todo en las clases medias», le dice a BBC Mundo Isabel Morant, profesora de Historia en la Universidad de Valencia (España) y editora de la colección «Historia de las mujeres en España y América Latina».
Las mujeres empezaron a cortarse el pelo, a subirse las faldas, a salir a pasear solas…
Pero los cambios fueron paulatinos. Pat Nixon fue la primera Primera Dama de Estados Unidos que vistió pantalones en público, y lo hizo en 1972.
Francia no abolió formalmente la obsoleta prohibición de usar pantalones en la capital, París, ¡hasta 2013!
Y aunque las normas y presiones morales sobre el aspecto físico todavía perduran , hoy la libertad es mayor que hace 100 años.
Votar
El voto es un derecho que se da por sentado hoy en día en muchas partes del mundo.
Sin embargo, hace 100 años las mujeres no podían votar en muchos países.
En esta foto de 1913, las mujeres sufragistas celebran un festival de verano en Kensington, Reino Unido.
El voto femenino fue permitido por primera vez para todas las mujeres en Nueva Zelanda en 1893.
Australia, Finlandia, Noruega y Dinamarca lo aprobaron entre 1902 y 1915.
Reino Unido lo hizo en 1918, aunque solo para mujeres de más de 30 años y que cumplieran (ellas o su marido) ciertos requisitos de propiedad.
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Tendrían que pasar años hasta que este derecho llegara a América Latina.
El primer país donde pudieron votar las mujeres en la región fue Uruguay, el 3 de julio de 1927, en un plebiscito local en la comunidad de Cerro Chato, en el centro del país.
Pero fue Ecuador, en 1929, el primer país latinoamericano en consagrar en la ley el voto femenino, aunque solo para las mujeres alfabetizadas mayores de 21 años.
La relajación de las normas morales sobre el aspecto de la mujer en el mundo occidental no comenzó hasta los años 1920 y 1930 en grandes ciudades como Nueva York o París»
Isabel Morant, autora de «Historia de las mujeres en España y América Latina»
3. Participar en las fuerzas armadas
«Más allá de los mitos y cuentos de guerreras, la participación de las mujeres en la verdadera batalla bélica o su presencia en escenarios de guerra revela un patrón de exclusión y omisión», escribe Helena Carreiras, profesora en el Instituto Universitario de Lisboa, en su libro «Género y ejército: mujeres en las fuerzas armadas en las democracias occidentales».
Aunque las dos guerras mundiales supusieron un avance en este sentido, las mujeres participaron mayoritariamente en roles que no eran de combate.
En los países de la OTAN, el reclutamiento de mujeres en los ejércitos regulares empezó a principios de la década de 1970 en algunos «pioneros»: Estados Unidos, Canadá, Dinamarca y Francia.
Luego, otros los siguieron a finales de 1970 y principios de 1980.
En Alemania, las mujeres no alcanzaron un estatus militar completo hasta el año 2000.
Las restricciones duraron muchos años y en distintas esferas. Por ejemplo, el primer país de la OTAN en permitir a las mujeres trabajar en submarinos fue Noruega, en 2000.
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Y en América Latina, no entraron al cuerpo de comando terrestre en muchos países hasta las décadas de 1990 y 2000, según documentos de la Red de Seguridad y Defensa de América Latina.
Divorciarse
En algunos países, como España, el único requisito para poder divorciarse en la actualidad es que hayan pasado tres meses desde la fecha del matrimonio.
Pero históricamente el divorcio no ha sido tan fácil.
«No puedo pensar en ningún país en el que hace 100 años una mujer pudiera divorciarse por las mismas razones y con la misma facilidad que un hombre», le dice a BBC Mundo Stephanie Coontz, profesora emérita de historia y estudios de la familia en el Evergreen State College y autora del libro «Marriage: A History» (Una historia del matrimonio).
No puedo pensar en ningún país en el que hace 100 años una mujer pudiera divorciarse por las mismas razones y con la misma facilidad que un hombre»
Stephanie Coontz, autora del libro «Marriage: A History» (Una historia del matrimonio)
Las mujeres «tenían que probar maltrato físico o adulterio, o incluso ambos a la vez. Y no podían evitar ser forzadas a tener relaciones sexuales porque la violación se definía como relaciones forzadas con alguien que no fuera la esposa».
En Reino Unido, por ejemplo, el divorcio era algo muy extraño antes de 1914 y estaba considerado un escándalo.
La ley de Causas Matrimoniales, de 1923, permitió por primera vez a las mujeres solicitar el divorcio en caso de adulterio del cónyuge, algo que hasta ese momento solo podían hacer los hombres.
Otra ley, en 1937, amplió las posibles causas del divorcio: crueldad, deserción o locura incurable, explica el Parlamento británico en su web.
Pero el verdadero cambio, según Coontz, fue la introducción del divorcio sin causas. Fue en Rusia tras la revolución bolchevique de 1917.
Pero en Estados Unidos, por ejemplo, hubo que esperar hasta 1969, cuando California se convirtió en el primer estado en permitirlo.
Chile fue el último país de América Latina en legalizar el divorcio, en 2004.
La aprobación del divorcio «favoreció a las mujeres, pero no a todas por igual», afirma Morant: las mujeres que más lo utilizaron en un principio fueron las que eran independientes económicamente.
Abortar con amparo legal
A lo largo de la Historia, la percepción sobre el aborto ha sido cambiante: los griegos, por ejemplo, lo tenían como parte de su política oficial, cuenta la «Enciclopedia sobre control de la natalidad», editada en 2001 por el historiador estadounidense Vern L. Bullough.
A finales del siglo XIX el aborto se ilegalizó en Estados Unidos; en Noruega, quien ayudase a una mujer a abortar podía ir a la cárcel; y en Alemania se prohibieron los abortos que no se debieran a estrictas razones médicas, recoge la «Enciclopedia de Oxford sobre mujeres en la historia mundial».
La excepción fue la Unión Soviética, que permitió el aborto gratuito en hospitales en 1920, aunque en 1935 José Stalin volvió a criminalizarlo.
El siguiente país en legalizar el aborto fue Islandia, en 1934.
Pero la verdadera ola liberalizadora se produjo a finales de los años 60, con cambios legales en Estados Unidos, Europa Occidental e Israel, entre otros.
Pero las leyes del aborto han sufrido numerosos vaivenes y hoy en día hay muchos lugares donde el aborto está prohibido, con o sin excepciones.
En América Latina hay siete países donde impera la prohibición total: Chile, Nicaragua, Honduras, República Dominicana, Surinam, Haití y El Salvador.
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En América Latina, las mujeres ya podían heredar y ser propietarias a comienzos del siglo XX, pero en la mayoría de países no podían administrar sus bienes si estaban casadas
Administrar sus propios bienes en el matrimonio
La posibilidad de heredar, poner una demanda judicial o participar en contratos no estuvieron siempre al alcance de las mujeres.
En Estados Unidos, por ejemplo, estos derechos se concedieron por primera vez a las mujeres casadas en 1848, con la aprobación en Nueva York de la Ley de Propiedad de las Mujeres Casadas.
En América Latina, aunque las mujeres ya podían heredar y ser propietarias a principios del siglo XX, en la mayoría de países no podían administrar sus propios bienes si estaban casadas.
De hecho, en algunos países las mujeres adquirieron antes el derecho a votar que el derecho a controlar sus asuntos económicos.
«Las mujeres solteras tenían los mismos derechos de propiedad que los hombres», le explica a BBC Mundo Carmen Diana Deere, profesora emérita del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Florida.
En América Latina, los primeros en garantizar el derecho a manejar sus bienes fueron Costa Rica (1887), El Salvador (1902) y Nicaragua (1904), y el último fue Guatemala, en 1986, según el libro «Empowering Women: Land and Property Rights in Latin America» (Empoderando a las mujeres: tierra y derecho de propiedad en América Latina), de Deere y Magdalena León de Leal.
Pero a pesar de los avances, las mujeres casadas se mantuvieron largamente en una situación de supeditación a sus maridos durante décadas.
En Colombia, por ejemplo, hasta 1974 el marido todavía tenía la potestad de determinar unilateralmente el lugar de residencia del matrimonio.
La potestad marital, o derechos del marido sobre la persona y propiedades de la mujer, se mantuvo en algunos países latinoamericanos, como Ecuador, hasta 1970.
Ejercer el derecho a la planificación familiar
La Iglesia católica empezó a condenar rutinariamente cualquier práctica que interfiriera con la concepción durante la Edad Media.
En 1484 el papa Inocencio VIII incluyó la contracepción entre las actividades propias de las brujas, cuya persecución autorizó mediante la bula Summis desiderantes affectibus.
Aunque la existencia y utilización de métodos anticonceptivos se remonta a tiempos antiguos, su situación legal ha ido variando.
En Estados Unidos, por ejemplo, la contracepción fue legal durante la mayor parte del siglo XIX, pero en 1873 el Congreso ilegalizó la circulación de anticonceptivos a nivel federal.
En la década de 1960, 30 estados todavía tenían leyes que restringían la venta e incluso la publicidad de métodos anticonceptivos.
La hostilidad de algunos gobiernos a los métodos anticonceptivos se plasmó en numerosos ejemplos como el de Argentina, donde la Junta Militar que estuvo en el poder desde 1976 a 1983 prohibió por decreto cualquier práctica de control de natalidad.
En EE.UU., los esfuerzos de activistas como Margaret Sanger terminaron garantizando el derecho de las mujeres a la planificación familiar.
Y el desarrollo de la píldora, promovida en sus inicios por la misma Sanger, amplió notablemente la disponibilidad de anticonceptivos en países occidentales a partir de 1960.
Pero no todos la recibieron con los brazos abiertos. En Francia, la píldora no se comercializó hasta la aprobación de la Ley Neuwirth, en 1967, que encontró una oposición feroz de algunos sectores.
En las décadas siguientes, la investigación científica continuó aumentando el abanico de métodos disponibles.
En América Latina, por su parte, estos avances médicos, así como las preocupaciones por el rápido crecimiento de la natalidad y su impacto sobre los recursos, provocaron un importante cambio de políticas.
Así, como explica Naciones Unidas, «la mayor parte de los gobiernos de América Latina y el Caribe han facilitado anticonceptivos desde inicios de la década de 1970».
Fuente: BBC