Columna de Ayelen Isoardi

Espacios organizados, emociones en equilibrio


Por Ayelen Isoardi

Un ambiente desordenado puede generarnos más ansiedad de la que creemos. No es casual: el exceso visual, la acumulación, lo pendiente y lo no resuelto en casa suele reflejar —y a la vez alimentar— lo que pasa adentro nuestro.
Desde mi formación como Decoradora Emocional, entiendo el orden no solo como una cuestión práctica, sino como una herramienta de gestión emocional. El afuera impacta directamente en el adentro, y cuando el entorno se organiza, también lo hacen nuestras emociones.

No se trata de aspirar a un espacio impoluto, sino a uno que te haga sentir en paz. Que te devuelva calma, claridad y sensación de control amable sobre tu rutina. Donde puedas respirar mejor, descansar mejor, ser más vos.
La organización consciente también nos ayuda a elegir qué merece quedarse y qué ya cumplió su ciclo. Ese proceso, que a veces parece superficial, es profundamente liberador: porque cada objeto que soltamos abre espacio para otra cosa. Y no hablo solo de cosas físicas: también de intenciones, de vínculos, de nuevas versiones de nosotras mismas.

Un hogar en equilibrio es una extensión de una vida más liviana y genuina. Por eso, ordenar también es sanar.

¿Y si empezar a ordenar fuera también una forma de sanar? El próximo jueves cerramos esta serie hablando de cómo el diseño organizado puede volverse cálido, humano y disfrutable. ¡Nos encontramos ahí!