La catarsis en psicología hace referencia al proceso mediante el cual, “purgamos” emociones negativas. Es como abrir una ventana para oxigenar esos espacios donde han residido durante mucho tiempo la presencia de los conflictos. Es permitir que el quemazón de la ira y el peso de la tristeza se despeguen de nuestro interior para dejar paso a estados más saludables, ligeros y relajados.
Este término hunde sus raíces en el enfoque psicoanalítico de Sigmund Freud. Sin embargo, cabe señalar que la propia palabra ya tuvo su momento dorado con Aristóteles. El filósofo griego utilizó esta palabra para definir la propia finalidad de la tragedia en las artes escénicas, es decir, es ese mecanismo por el cual podemos llegar a purificarnos emocional, mental y espiritualmente.
De este modo, las personas, al involucrarse en la trama de dichas obras teatrales, podríamos también redimir problemas propios. Bastaría entonces con identificarnos con los personajes principales de dichas historias para recapacitar, sentir, reflexionar y en último término, liberar incluso conflictos propios.
Siglos después, Sigmund Freud y Joseph Breuer rescataron esa idea para definir lo que ellos llamaron “el método catártico”. Se trata de esa estrategia terapéutica mediante la cual, sacar a la luz emociones reprimidas a través de la hipnosis o la propia terapia. Para ello, era necesario “desbloquear” recuerdos, abrir esas trampillas psicológicas bajo las cuales, escondemos a menudo muchos de nuestros problemas.
Ahora bien, a día de hoy, y dejando a un lado el psicoanálisis, cabe decir que seguimos usando este término de manera común en muchos contextos psicológicos. Veamos más datos al respecto.

La catarsis en psicología, clave del proceso terapéutico
Todos nosotros nos esforzamos a diario por aparentar fortaleza e invulnerabilidad. La sociedad, nuestra educación y la presión de nuestros contextos nos empujan a ello. Es más, en ocasiones a penas nos permite espacios de tiempo para procesar ciertas vivencias, para entender experiencias, valorar daños, resolver contradicciones, sanar frustraciones y decepciones.
Día a día vamos engullendo todo hecho sin monitorizar los posibles daños. Y lo hacemos así no solo por no disponer de ese espacio de tiempo privado con el que sanar ciertos impactos. En realidad, no sabemos muy bien qué hacer con muchas de las cosas que nos suceden. Nadie nos ha enseñado a manejar dichas vivencias y a su vez, nos caracteriza algo de incompetencia en materia de emociones.
La catarsis en psicología es clave en todo proceso terapéutico.Siempre debe llegar un momento donde liberar ese cúmulo de tensiones conflictivas. Las emociones emergerán de forma caótica a veces, puede que entre lágrimas, es posible que mediante una rabia indignada o una tristeza que poco a poco, halla las palabras adecuadas para ser expresada.
Así, y tras retirar ese tapón de la botella para permitir que todo conflicto interno se vierta, llega el análisis. Acontece esa parte donde la purificación emocional debe trascender hacia la búsqueda de una explicación, hacia la clarificación del problema. Después, y tras esa comprensión auténtica sobre lo que nos sucede, se ponen marcha los mecanismos del cambio.

Purificar emociones, todo un arte
En un estudio realizado por los doctores Brad Bushman, Roy Baumeister y Angela Stack y publicado en el Journal of Personality and Social Psychology se nos reveló algo importante en lo que reflexionar. La catarsis en psicología es todo un arte que saber controlar y dirigir.
En este trabajo se demostró lo siguiente: cuando facilitamos que una persona libere su rabia contenida, en lugar de facilitar un alivio y una purificación, corremos el riesgo de intensificar aún más ese estado de frustración e ira. Todo ello nos invita a entender un aspecto muy importante: sacar al exterior nuestros conflictos es inmensamente doloroso.
Es en esa parte del proceso terapéutico donde el profesional tiene una responsabilidad inmensa, trascendente y esencial. Debe disponer de esa artesanía personal con la que manejar toda la energía emocional vertida. Debe acoger, desmenuzar y reconducir. Porque purificar no es ni mucho menos hacer desaparecer lo que es dañino, es saber transformar, es sanar y es oxigenar.
La catarsis en psicología fue una herramienta determinante para Freud. Más tarde, también lo fue para otros referentes como Jacob Levy Moreno con su técnica del psicodrama, ahí donde la liberación de emociones se lleva a cabo de forma individual o en grupo mediante ejercicios teatrales.

A día de hoy, suele decirse que muchas producciones televisivas y cinematográficas actúan también como canales catárticos a través de los cuales purgar parte de nuestras emociones conflictivas. Así, y según esa teoría moderna de la catarsis, las películas de acción o terror serían esos marcos donde sintonizar también con nuestros miedos o pulsiones agresivas.
No todo el mundo está de acuerdo con dicha idea. Sin embargo, lo queramos o no, siempre es recomendable abrir ventanas internas para airear espacios donde se acumulan esas emociones adversas y limitantes. La vida al fin y al cabo, necesita impulso y el peso justo para hallar su lugar en la cumbre del bienestar. La catarsis psicológica (así como los profesionales especializados) pueden ayudarnos.