Cine y literatura

“El Parkinson me permitía contar un cuerpo”, afirma la directora de «Elena sabe», Anahí Berneri


Por Hugo F. Sánchez, enviado especial

La película “Elena sabe” es una de las producciones argentinas incluidas en la Competencia Internacional de la 38va. edición del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata y su directora, Anahí Berneri, habló con Télam sobre los desafíos de adaptar la novela homónima de Claudia Piñeiro.

El filme tiene como protagonista a Mercedes Morán, que compone con total verosimilitud a una Elena con un cuerpo que apenas le responde y sus facultades mentales en deterioro por la enfermedad del Parkinson y que, sin embargo, inicia un amargo recorrido en busca de pistas para encontrar al responsable de la muerte de su hija Rita (Érica Rivas), quien falleció inesperadamente.

Los temas que generaron el interés de la directora fueron “la maternidad, pero también la maternidad a partir de ese momento que como hija pasás a ser la madre de tu madre”, según cuenta. “Por otro lado, el deterioro físico por el Parkinson me permitía contar un cuerpo”, completa la directora de «Alanis», «Un año sin amor», «Aire libre» y «Por tu culpa».

Con breves flashbacks que dan cuenta de la tortuosa relación madre-hija, el relato abre interrogantes sobre la maternidad y la culpa, con una Elena enferma y con la mirada hacia abajo, que no le permite ver normalmente y, sobre todo, mirar hacia su propio interior.

Luego de su paso por Mar del Plata, “Elena sabe” se estrenará comercialmente el 16 de noviembre y desde el 24 se podrá ver en la plataforma Netflix.

Télam: Qué fue lo que te interesó de la novela de Claudia Piñeiro para llevarla al cine?

Anahí Berneri: Me convocó para el proyecto Vanessa Ragone y la verdad es que cuando leí la novela sentí que había temas que me interpelaban, una es la maternidad pero también la maternidad a partir de ese momento que como hija pasás a ser la madre de tu madre, y por otro lado el deterioro físico por el Parkinson me permitía contar un cuerpo, que es una de las cosas que más me gustan y que más me desafían.

El libro me conmovió y también me reí mucho, porque el personaje de Elena incomoda a todos con su sinceridad, con su falta de filtro, es una mujer que dice lo que piensa. Todo eso genera conductas raras en los demás personajes, incluso de los que quieren ayudarla en su aparente debilidad y quedan incómodos, porque Elena no es débil. Todo eso hace que la película tenga momentos en tono de comedia, de comedia asordinada si se quiere.

T: La película habla de temas como la enfermedad, la vejez y el deterioro físico, pero el centro es la relación entre una madre y su hija.

AB: Sí, es el tema central. Es una relación bastante disfuncional con una madre que ha sido profesional, de una generación donde ser fuerte implicaba despreciar la vulnerabilidad ajena y sobre todo la de una hija mujer, un mandato que decía que había que ser fuerte, pero desde el presente, también decimos que hay que ser vulnerable porque es la manera de empatizar con el otro. Elena cree saberlo todo pero ella es el producto de una época que yo no juzgo, la de una generación de mujeres que para lograr lo que querían tuvieron que ser más fuertes que los tipos y aborrecían verse identificadas en mujeres que no hacían lo mismo que ellas.

T: ¿Cuáles fueron los desafíos de adaptar la novela, que modificaciones se hicieron con respecto al texto?

AB: La novela tiene algo de un falso thriller que devela muy rápidamente lo que sucedió y el camino, aquello que se investiga, es el proceso del personaje de Elena por encontrar una respuesta sobre la pregunta de la muerte de su hija. En la adaptación, en donde Claudia Piñero nos trató muy bien a Gabriela Larralde y a mí, que somos las guionistas, fue trabajar con el cambio de tiempo del relato, porque en el libro es un viaje en tren donde hay recuerdos de esa madre y eso era difícil de trabajar desde el cine; difícil y aburrido para una película, porque lo que funciona perfectamente en la novela a nosotros no nos servía. Por eso decidimos trabajar el tiempo previo a la muerte de Rita hasta el momento en que Elena hace al viaje. Trabajamos una estructura circular intentando con algunos flashbacks mantener una continuidad espacial, es decir, los recuerdos ocurren en los mismos espacios del presente que habita Elena y su duelo le trae esos recuerdos de su hija, que se hace presente en ese mismo lugar.

T: ¿Cómo fue el trabajo con Mercedes Morán para lograr esa caracterización atravesada por una enfermedad como el Parkinson?

AB: Lo que hicimos con lo físico fue convocar a un neurólogo especialista en Parkinson que nos acompañó en la construcción del personaje de Elena y también con la coreógrafa Diana Szeinblum, un hermoso trabajo. Y cuando nos reuníamos con Mercedes (Morán) y Érica (Rivas) aparecían nuestras madres, nuestros familiares, una como hija o como madre, cosas personales que creo que contribuyeron a la construcción de los personajes.

T: “Elena sabe” es una película poblada por mujeres pero también familiar, con las actuaciones de las hijas de Morán y Rivas. ¿Eso fue buscado o se dio naturalmente?

AB: Convocamos a Mey (Scápola) con la idea de que tenía que hacer a Isabel, primero porque es una gran actriz pero además, pensamos quién mejor que la propia hija de Mercedes Morán para eso (risas) para decirle las cosas tan crueles que le dice a su personaje, Elena.

Con respecto a Érica (Rivas), teníamos que encontrar a alguien para que la hiciera cuando era adolescente y enseguida nos apareció la idea de Miranda (De la Serna), que es muy parecida físicamente a su madre, tiene la misma voz y también es una tremenda actriz.

T: La incomodidad de la protagonista también se refleja en las instituciones como la policía o la salud, que están pero no la asisten en sus necesidades.

AB: En algunas de las relecturas de la novela y de las reescrituras del guion, apareció esta pregunta por las instituciones, de la protección y las desprotección de las instituciones frente a una enfermedad como el Parkinson, con personas que no tienen a nadie u otras que tienen familiares que tienen que dejar absolutamente toda su vida para cuidarlas o meterlas en un geriátrico, que no se sabe cómo lo van a pagar. Ahí está el miedo de Elena a ser abandonada, dejada como alguien que ya no es útil para la sociedad; por eso cuando van al médico, les dice a Elena y a Rita que “insistan, ustedes tienen derechos, les tienen que dar los medicamentos y el certificado de discapacidad”. Es decir, insistir para seguir viviendo.