Por Jessica Jannete Báez Márquez – Historiadora del Arte
Desde que me acerqué al arte mexicano del siglo XX, el indigenismo siempre me ha parecido una fuerza vital y transformadora interesante ,para comprender el muralismo mexicano. En este texto comparto cómo los muralistas lograron que los pueblos originarios dejaran de ser solo un símbolo del pasado y se convirtieran en protagonistas de nuestra historia y cultura mexicana. Es una mirada personal sobre cómo el arte puede resignificar y dar valor a lo que somos hoy.
México después de la Revolución Mexicana necesitaba reconstruir su identidad, por lo que los murales fueron una herramienta que a José Vasconcelos, el secretario de educación pública le interesaba utilizar para contar la historia mexicana, desde otro punto de vista. Por lo tanto el indigenismo fue fundamental en este movimiento, porque buscaba reconocer y dar valor a las raíces indígenas. Se deseaba incorporar al indígena como parte viva de la historia y del presente del país ya que mucho tiempo fue relegado y hasta perseguido en su propia tierra. Pintores como Diego Rivera captaron lo que quería Vasconcelos y comenzaron a mostrar en sus obras escenas de lucha, trabajo y tradición, protagonizadas por pueblos originarios. El muralismo sirvió como puente para hacer visibles a quienes habían sido ignorados por tanto tiempo. A través de los muros, el arte tomó partido como un arte revolucionario, patriótico y puso al indígena en el centro de la narrativa nacional. Así, el indigenismo pasó a formar parte de un tema estético en el arte como también dentro de una orientación política.
El cometido del muralismo mexicano era servir como plataforma ideológica e integradora para el nuevo gobierno, después de la Revolución mexicana, alejando la influencia extranjera que había marcado las épocas anteriores de conquista y anexos territoriales. Cada pintor plasmó un enfoque muy particular y propio, inmersos en un proyecto postrevolucionario encabezado y sustentado por el secretario de educación pública a partir de la República de Álvaro Obregón. En la Escuela Nacional Preparatoria pintó Diego Rivera en el anfiteatro, los murales más conocidos. En este lugar los jóvenes que estudiaban en la escuela al aire libre de Coyoacán pintaron sus muros una temática nacionalista, que hasta el momento los pintores como Montenegro y Murillo no lo habían hecho, por lo que suscitó un cambio de narrativa nacionalista en el arte mexicano, aún más nacionalista.
El material que se empleó primero para los murales fue la encáustica, pero por ser un material costoso y lento se sustituyó por el fresco, “si no es pintura al fresco, no es pintura mural” frase de Siqueiros, menciona Argüello. Diego Rivera, así como sus ayudantes y otros pintores, buscaron la mejor forma de emplear el fresco para sus murales. El artista Charlot, al poco tiempo de llegar de Francia se integró al grupo de Rivera y les difundió sus conocimientos sobre el fresco, sin embargo, desconocía las proporciones exactas que debía llevar de cal y arena (en algunas ocasiones baba de nopal). Sin embargo, después de tanto experimentar, lograron pintar los primeros murales con esta técnica, José Clemente Orozco, Jean Charlot y Ramón Alva de la Canal. Diego Rivera fue quien perfeccionó la técnica incorporando polvo de mármol y en ocasiones cemento blanco.
México fue el primer país en el siglo XX en vivir una revolución popular de carácter socialista, para superar la dictadura (31 años) y la colonización, lo menciona Jorge Hernández Moreno en “Interpretación político-histórica de los murales de Diego Rivera (1923-1954) trabajo de tesis. En 1911 llegó el exiliado Francisco I. Madero de forma electa al gobierno y quien perderá ese mismo año la presidencia ante el movimiento contrarrevolucionario, encabezado por Victoriano Huerta quien protagonizó el golpe de estado. Al mismo tiempo de la Revolución, surgieron varias figuras líderes como Emiliano Zapata y Francisco Villa, que deseaban lograr cambios en el país, con reformas para acabar con el sistema de explotación latifundista. Tras el asesinato de estos héroes mexicanos, sus muertes frenaron el ímpetu revolucionario estableciendo una nueva democracia. Este contexto histórico, así como las ideas revolucionarias del padre de Diego Rivera, influyeron en el artista guanajuatense. Asimismo, influyeron en Rivera sus profesores en la academia de San Carlos, como Félix Parra, José María Velasco, el profesor Rebull y el artista Gerardo Murillo, quien descontento por el academicismo, lo animó a buscar una beca para estudiar en Europa. “Atl era políticamente anarquista, un producto de clase media descontenta, llegué a rechazar el anarquismo por el comunismo. El violento individualismo de Atl lo llevó a la extrema derecha”, Diego Rivera describe en la biografía de Gladys March según el libro de Arguello.
El autor político que más influyó en Diego fue Karl Marx, aunque gustaba también leer a Nietzsche, Huxley, Zola, Schopenhauer, Voltaire, Darwin, Kropotkin, (Hernández, 2017, p.12). Para Marx el capitalismo enajenaba el arte. Sus ideas sobre el arte iban sobre que la estética y la producción artística eran inherentes al ser humano, por lo que los trabajadores oprimidos deberían potencializar la creación artística, “La sensibilidad debe ser la base de toda ciencia” Karl Marx. Diego Rivera permaneció en Europa de 1907 a 192, y es en Italia donde conoció la pintura mural italiana, ahí se percató que los frescos eran un modo de expresión monumental para resaltar a ciertos protagonistas como los mecenas, por lo que propone a su regreso, un tipo de mural en México, para expresar el punto de vista revolucionario, donde su protagonista sería el pueblo, como lo refiere Jorge Hernández en su tesis.
Las pinturas que realizó entre 1923-1928 Diego Rivera en el edificio de la Secretaría de la Educación Pública (1922) tenían como base conceptual el positivismo y el nacionalismo dentro de la época postrevolucionaria, que deseaba Vasconcelos dentro de su plan educativo para unificar al país. El edificio está organizado con dos patios, tres plantas cada uno con sus respectivas escalinatas, todo decorado con frescos. Fueron desarrollados en el patio del trabajo y el patio de las fiestas entre 1923-1928. Consta de un conjunto de imágenes e iconos vinculados al trabajo y la Revolución que son vivencias históricas, así como opiniones políticas de Rivera. Con una extensión de 1.480 metros de muros, consta con más de 200 tableros, sobrepuertas, grisallas, que además de incluir pintura, incluye transcripciones de poemas y corridos con mensajes revolucionarios, (González,1999, p.p.7, 8, 9, 10).
En los murales pintados por el artista, plasmó a varios personajes importantes de la Revolución mexicana como Otilio Montaño, Felipe Carrillo, Cuauhtémoc y a Emiliano Zapata, a este último pintándolo como una autoridad sagrada que debe perdurar en la memoria como un héroe que se sacrificó por su pueblo, y pintó a los lados personas indígenas (Hernández, 2017, p.25).
El último piso de la SEP alberga los Corridos de la Revolución agraria que comenzó en 1927, la obra es un manifiesto artístico y político donde se plasman los eventos ocurridos durante la Revolución mexicana. La composición de la obra, está rodeada de una cinta roja que sobrevuela todo el mural, a modo de cartela medieval. El argumento principal trata de la unidad entre clases populares, la riqueza de la vida y tierra mexicana, así como la denuncia de la opulencia de las clases altas, representando a personalidades en caricatura. Diego Rivera incorporó el corrido, dado a que jugó un papel muy importante como fuente de información entre los espías, movimientos e insurrectos. Murales: “El Arsenal” primer mural de corridos, “La Revolución mexicana” segundo y los tableros “Queremos trabajar, El tractor y la Cooperativa”, (Hernández, 2017, p.32).
El muralismo latinoamericano, especialmente el mexicano, surgió como una respuesta artística y política a las necesidades de la sociedad postrevolucionaria. El socialismo jugó un papel crucial en la narrativa de muchos muralistas, quienes veían el arte como una herramienta para cambiar la sociedad. El impacto del muralismo trascendió fronteras, influyendo en otros países de América Latina como Brasil y Perú, y ayudando a cambiar la percepción del arte mexicano en el extranjero. A través de sus murales, los artistas lograron educar, inspirar y movilizar a la población, creando un arte indigenista que reflejaba las realidades y aspiraciones de su tiempo. (Rodríguez 2013)
En conclusión, los murales contaban la historia de México desde el punto de vista del pueblo, no desde los poderosos, por lo que los pueblos indígenas ocuparon un lugar muy importante. Ya no eran mostrados como algo del pasado o como un detalle folclórico, sino como parte activa de la historia nacional: como trabajadores, campesinos, luchadores, y parte importante de la cultura y la nación. Lo que hicieron los muralistas mexicanos como Aurora Reyes, Rina Lazo, Alfaro Siqueiros, Diego Rivera, José Clemente Orozco, entre otros, fue resignificar la idea indigenista dándole valor y respeto nuevos, justo en un momento en que la sociedad todavía los marginaba. El mensaje era que sin lo indígena, no se podía entender México (Gaitán, 2010).
BIBLIOGARFÍA:
Argüello, Alberto. (2010) Voluntad del cambio e identidad, Más allá del muralismo y sus consignas. Pioneros del muralismo, la vanguardia. Museo Mural Diego Rivera. Instituto Nacional de Bellas Artes. México D.F. (pp. 47- 89
Gaitán, Carmen. (2010). La Vanguardia en la educación. Pioneros del muralismo, la vanguardia. Museo Mural Diego Rivera. Instituto Nacional de Bellas Artes. México D.F. (pp. 17-18)
González, Maricela. (1999). Tina Modotti y el muralismo mexicano. Instituto de investigaciones estéticas. Universidad Nacional Autónoma de México. (pp. 7-141)
Guadarrama, Guillermina (2010). Los pioneros del muralismo: la vanguardia. Museo Mural Diego Rivera. Instituto Nacional de Bellas Artes. México D.F. (pp. 23- 29)
Hernández, Jorge (2017). Interpretación político-histórica de los murales de Diego Rivera (1923-1954). (pp.8,12,15, 21)
Rodríguez Bolufé, Olga María (2013). Revisitaciones al muralismo mexicano desde América Latina y el Caribe. Nierika, núm. 4, julio Universidad Iberoamericana, Ciudad de México. (pp. 48-67)
Foto portada Mural El Arsenal o Entrega de armas. Corrido de la Revolución. (personajes: Tina Modotti, Frida Kahlo, Siqueiros, entre otros). Fotografía: Tina Modotti.Ubicación: Patio de las fiestas
Foto de historias Mural El que quiera comer que trabaje (uno de los personajes Antonia Rivas Mercado), Corrido de la Revolución. Ubicación Patio de las Fiestas. Fotografía Tina Modotti.
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