El fenómeno Milei y «¡Viva la libertad, carajo!»


Por Carlos Duclos
El fenómeno político argentino tiene nombre y apellido: se llama Javier Milei, quien con su verborragia, incluso con su desparpajo, donde el talento indudablemente no está ausente, ha logrado cautivar no solo a buena parte de los argentinos, sino que despierta el interés personas y poderes internacionales.

Como se informó aquí y en otros medios, el Washington Post, el renombrado diario estadounidense, acaba de decir, por ejemplo, que el pintoresco personaje argentino puede ser presidente. Él mismo lo dijo el lunes por la noche en un programa de televisión: “si hay segunda vuelta les gano a todos y soy el nuevo presidente”. No es bravuconada ni fanfarronería, Milei sube como la espuma de la cerveza en las encuestas. Se puede o no estar de acuerdo con sus ideas, lo que no se puede negar es que dice verdades, que expresa lo que mucha gente desea y necesita y que, como se remarcó antes, inteligencia no le falta. En Europa y Estados Unidos, y por supuesto en Argentina, ya se empiezan a comercializar remeras, en pesos, dólares y euros, con la frase que acuñó el ecomomista y ex arquero de fútbol: «¡Viva la libertad, carajo!» Todo un fenómeno

 

¿Por qué Milei avanza en Argentina? Es muy simple: porque mucha gente se hartó de la mediocridad, hipocresía, corruptela, incapacidad y demás yerbas de los representantes históricos y conocidos de la “politiquería” y de empresarios devenidos políticos, quienes cuando tuvieron oportunidad de cambiar las cosas no lo hicieron y, como si fuera un acuerdo tácito con los adversarios, con sus errores y omisiones permitieron el gran retorno. Para ser directos: el proyecto político de Cristina Kirchner y su regreso fue posible gracias a la acción u omisión de Mauricio Macri, acompañado por quien era su mano derecha (y hoy casi desaparecido por razones de necesidad y urgencia) Marcos Peña.
Razón no le falta a Milei cuando dice (como lo dijo el lunes por la noche) que salvo matices, los dos grandes espacios políticos argentinos son lo mismo. Es que dentro del Frente para Todos y de Juntos por el Cambio (salvo excepciones) hay personajes que son paradigmas de la vieja  política de la especulación y la ventaja para ellos, pero no para la sociedad.

Milei en una retahíla de verdades incontrastables, termina al fin diciendo, para quien lo quiera escuchar, que el problema argentino es fundamentalmente moral. Y tiene razón, el problema del país no es de índole económica ni política, es moral en sus cimientos. Los descalabros de menor a mayor que se viven en esta Patria, tienen su génesis en la inmoralidad, es decir en la ausencia de conductas adecuadas para el buen desarrollo de la persona. Desde la vereda rota, el servicio mal prestado, los robos y asesinatos que van en aumento al amparo de la impunidad, hasta la pobreza estructural, una inflación increíble y una economía devastada, hay un hilo conductor: la ausencia de moral para actuar conforme a las necesidades del bien común. Y la falla de la moral abre la puerta para que ingresen todos los males habidos y por haber.
“La casta tiene miedo”, dicen los seguidores de Milei. Bueno, él también debería tener al menos algo de temor necesario e imprescindible (el miedo es una reacción primordial de defensa) porque la “casta” no va a permitir así nomás que un personaje surgido desde la no politiquería y a la arenga de “¡Viva la libertad, carajo!” le arrebate el poder.