Científicos suecos desarrollaron una sustancia que parece sangre y es inofensiva tanto para las personas como para el medioambiente, pero que promete ser muy efectiva para luchar contra la malaria o paludismo, una enfermedad que causó cerca de 630.000 muertos en 2020.
En fase de experimentación, el producto preparado a base de jugo de remolacha por un equipo de la Universidad de Estocolmo, es una alternativa al uso de pesticidas –nocivos para el ser humano y el medioambiente– y un complemento a los avances en la elaboración de una vacuna para frenar la propagación de la malaria, según un cable de AFP.
Apenas se introduce el pequeño frasco de líquido rojo en jaulas que contienen colonias de mosquitos, estos insectos se acercan rápidamente, lo ingieren y mueren. La próxima etapa consiste en probar el método en el terreno.
En diciembre, la Organización Mundial de la Salud (OMS) registró 241 millones de casos de malaria en 2020, por encima de los 219 millones de 2019. Además, estima que casi la totalidad de los 627.000 decesos debidos a la enfermedad se produjeron en África (96%) y los niños menores de cinco años representaron alrededor del 80% de esas muertes.
El paludismo no solo hace que la gente enferme, sino que las personas infectadas sean también más atractivas para los mismos mosquitos, que pueden transmitir el parásito a más personas.
En 2017, un grupo de investigadores suecos descubrió que esto se debía a una molécula específica, llamada HMBPP, que se libera cuando el parásito que causa la malaria ataca los glóbulos rojos del cuerpo.
«Si añadimos esta molécula a cualquier otra solución, hacemos que sea muy sabrosa para los mosquitos», dijo la investigadora Noushin Emami a AFP, explicando que estimula el apetito de estos insectos.
Ni siquiera tiene que ser sangre: en el laboratorio ofrecen a los mosquitos jugo de remolacha, y al añadir «una cantidad mínima de toxinas combinadas con la molécula, los mosquitos se la comen y mueren», explicó Emami.
El objetivo también es usar «compuestos inofensivos, respetuosos con el medioambiente y fáciles de conseguir», añade.
Lech Ignatowicz, que cofundó la empresa Molecular Attraction junto con Emami para comercializar el hallazgo, explica que el nuevo método tiene el potencial de cambiar drásticamente la forma de impedir que los mosquitos propaguen enfermedades.
«La forma más eficiente de matar a los mosquitos es aún a través de pesticidas, pero sabemos que estos no solo matan a los mosquitos sino otros insectos y formas de vida», subraya Ignatowicz a la AFP.
Además, los plaguicidas son cada vez menos eficaces: entre 2010 y 2019, 78 países informaron a la OMS de que los mosquitos eran resistentes al menos a uno de los cuatro insecticidas más comunes.
Aunque el trabajo del equipo se centra en la malaria, el método podría aplicarse a otras enfermedades transmitidas por insectos, como el Zika.