Por Agustina Murcho, Lic. en Nutrición, especialista en trastornos alimenticios (M.P.3196/M.N.7888) @nutricion.ag
Cuando hay culpa es porque nos enseñaron a tenerla, por lo tanto hay que pedir ayuda profesional. El deseo va a estar siempre porque somos seres humanos y deseamos cosas que nos generan placer. Ahora, si esto es muy elevado y no podemos parar, habrá que ver la causa: puede ser restricción, hambre emocional, causas neurobiológicas.
La falta de placer hace que se genere el descontrol y desequilibrio en nuestras comidas. Si mi alimentación es aburrida, sin gusto y, si encima no me doy esos gustos como una pizza con amigos o un chocolate cuando tengo ganas, viene el descontrol porque el cerebro no aguantará más. Ahora bien, hay desequilibrios neurobiológicos que hacen que la persona necesite «más dosis de comida» porque no llega a alcanzar el placer necesario. Pero esa es otra cuestión, que se trata junto con psicólogos y psiquiatras.
Por otro lado, los antojos no se pueden evitar. Los alimentos son recuerdos, placer, olores, momentos vividos. Ya conocemos lo que es por ejemplo un chocolate, y si nos gusta, claramente va a haber un antojo. No podemos evitar tener ganas de comer cierto alimento, y el evitar comerlo cuando se nos presenta el antojo, sólo hará que venda un descontrol posterior.
El ‘craving’ es el deseo irrefrenable por querer comer algo. Este término se usa mucho en las adicciones. Es ese deseo incontrolable por querer esa sustancia o alimento en ese mismo momento.
Llega a ser algo patológico cuando interfiere en nuestras vidas, como las personas que tienen atracones. Pero uno puede tener un deseo, comer ese alimento y seguir su vida normal. Otras personas con trastornos alimentarios, no pueden dejar de comer y necesitan ese alimento todo el tiempo.
Sucede, al mismo tiempo, que nos alejamos de los alimentos que deseamos comer y esto sucede porque nos enseñaron a que hay que dejar de comerlos para «ser delgados», cuando la realidad es que es completamente al revés. Ya que si hay más restricción, más se come después. La restricción aumenta el ‘craving’.
Lo que dicen las redes sociales, según la persona, pueden influir en nuestras decisiones sobre qué métodos usar para vernos bien o comer bien estando delgados. En personas inseguras y vulnerables sí influye realmente, y puede generar grandes trastornos alimentarios.
Cuando la comida empieza a condicionar tu vida, cuando ves que solo pensás en qué comer y en qué no, cuando dudas mucho de si comer un alimento, o si después de comerlo necesitas usar un método compensatorio porque te dio culpa, es momento de consultar con un profesional. A veces ni siquiera hay que llegar a tanto. Si uno detecta que está empezando a tener pensamientos muy intrusivos con la comida y el cuerpo, es momento de pedir ayuda.