Conversaciones en el café: los dos caminos de la vida


-Ayer me encontré con un señor, psiquiatra y psicoterapeuta, a quien hacía mucho tiempo que no veía. Me di cuenta (el también se habrá dado cuenta seguramente) de que la vida pasa rápidamente. «Qué rápido pasa el tiempo», me dijo y añadió: «y sin embargo pasa rápido y deja huellas. Parece que fue ayer de aquellas charlas que tuvimos».
-Y cuál fue su respuesta.
-Me límité a asentir, a decirle que efectivamente el tiempo pasa muy rápido. Como buen profesor, me dejó unas palabras que quisiera reproducir hoy aquí..
-Por supuesto, diga.
-«Hemos cambiado físicamente -me dijo- tenemos más arrugas, pero también tenemos más experiencia y hemos sacado conclusiones ¿No es así?» -me preguntó- y yo le respondí que sí, que era tal como decía. Y siguió: «en mi caso concluí en que en la vida el ser humano común (no hablamos de delincuentes ni de santos) debe elegir entre dos caminos y mientras más temprano y correcta sea la elección mejor destino tendrá uno. Sí hay dos caminos, estimado: el bien y el mal. El bien comprende las acciones que lo hacen a uno mejor persona. El bien es alcanzar el mayor grado posible de bienestar y plenitud personal para luego compartir eso con los demás. El bien es ser solidario con uno mismo y con el otro. Porque le diré que a veces no somos solidarios con nosotros, no nos respetamos, no nos perdonamos, no nos valoramos debidamente y no intentamos alcanzar nuestros sueños».
-El señor tuvo y tiene muchísima razón.
-Yo le pregunté cuál era el camino del mal y me respondió: «el verdadero mal para el ser humano común es el que no lo lleva a ninguna parte como no sea al vacío existencial que pesa en los últimos tramos de la vida. Borges como usted sabe, dijo en un poema algo maravilloso: «He cometido el peor de los pecados
que un hombre puede cometer. No he sido feliz». Ese es el mal, no haber sido feliz».
-Tiene razón. Mañana háblemos de la felicidad ¿quiere?
-Con mucho gusto.