Aunque es principalmente conocido por su alto componente en potasio, lo cierto es que también es una fuente rica en otros dos minerales, magnesio y fósforo, tal y como indica Ana Molina Jiménez, licenciada en Farmacia y dietista y nutricionista en AM Nutrición Integral.
Además de estos minerales, la nutricionista también destaca en el plátano la presencia de ácido fólico, vitamina C y vitamina B6 y, dependiendo del grado de maduración, unos niveles de fibra y azúcar u otros.
Respecto a si existe algún límite o cantidad específica para el consumo de plátano, la especialista apela al sentido común y la estacionalidad de las frutas. Para ella, lo ideal es “ir variando de fruta para conseguir nutrientes distintos”,
Es frecuente ver a deportistas comer plátano antes, durante o después de un entrenamiento o competición. Esto se debe al alto contenido que tiene de potasio, magnesio y fósforo. La combinación de los tres favorece la recuperación muscular y los impulsos nerviosos. En concreto, el potasio beneficia a la presión arterial y la actividad muscular.
“También tiene una pequeña cantidad de sodio”, expone Molina, eso junto con su contenido en azúcares, potasio y magnesio, lo convierte en ideal para la recuperación muscular, que “será infinitamente mejor, más saludable y engordará menos que cualquier bebida comercial de tipo isotónico” que se suele utilizar
Por otra parte, los fructo-oligosacáridos, no solo influyen en el tránsito, sino que una vez son fermentados por la flora intestinal, “generan sustancias que también beneficia al sistema inmune”, explica.
Aunque es una fruta recomendada para toda la población, Ana Molina la aconseja, sobre todo, a aquellos grupos de personas que están en crecimiento o que requieren una nutrición más fuerte. Para los niños el plátano es una gran fuente de energía, al igual que para las personas mayores, a los que la nutricionista sugiere su consumo.
Debido a sus beneficios para el sistema inmune, Molina lo recomienda a personas que hayan pasado por una enfermedad que las haya dejado debilitadas o a las que sufran casos de estrés permanente que hacen flaquear su sistema inmune.
La única restricción que la nutricionista señala es sobre aquellos que sufren insuficiencia renal. Estas personas necesitan una dieta baja en potasio, por lo que el consumo de plátano se debe regular dependiendo de las otras fuentes de este mineral integradas en la dieta del afectado.
Los mitos
El plátano siempre ha estado envuelto en algunos mitos que se balancean entre el bulo y la veracidad. Uno de los más arraigados es que el plátano engorda y, según Ana Molina, es totalmente falso.
El plátano maduro tiene más azúcar que el verde, pero no por ello engorda. Incluso se suele incluir en dietas para personas diabéticas o de adelgazamiento, ya que “genera una sensación de saciedad”, expone la especialista, que recalca que aquello que engorda son los excesos, como “las cervezas o el pan de más”, las grasas procesadas o el sedentarismo, no la fruta.
También se suele hablar de que el plátano previene el cáncer. Lo primero en lo que Ana Molina insiste es que “ningún alimento cura o previene el cáncer, es el conjunto de la alimentación el que ayuda a una prevención”.
La dietista reconoce que las sustancias que los fructo-oligosacáridos del plátano generan al ser fermentados por la flora intestinal, el ácido butírico y el ácido propiónico, han sido estudiadas y sí pueden ser beneficiosas para la prevención, pero en ningún momento se puede denominar al plátano como un alimento “anticáncer”.
Fuente EFE Salud