Con la honestidad de un monólogo interno, Carolina Donati confiesa sus contradicciones, inseguridades y pensamientos más íntimos a través de sus letras. “ME FUI DE LA FIESTA” mantiene la sonoridad de los discos anteriores, respaldando el legado de su creadora y permitiéndole gozar de una libertad sin límites para explorar nuevas formas y facetas.
La fiesta es una constante del álbum. Una escena literal y metafórica sobre la que la autora construye sus relatos. El track homónimo al disco, que nos abre las puertas con un acople de guitarra distorsionado, es un pedido de amor realizado con ternura, pero también con despecho. “Locura” y “Paraíso”, dos canciones rockeras y potentes, cierran el primer acto. En esta tríada, la autora se entrega de manera inconsciente y absoluta ante el deseo de un ser amado.
Con dos separadores que funcionan como breves descansos, Carolina Donati enseña otra capa de creatividad, construída sobre un par de creaciones tan peculiares como disímiles: desde un auto-tune robótico en “MD” hasta una sonoridad cruda y lo-fi en “Y”.
La segunda mitad del álbum es una metamorfosis sonora. Con más instrumentos y secuencias electrónicas, el entorno de la artista consigue una mayor relevancia y pasa al frente por unos instantes. En “Enero” y “Hasta el final” cobran protagonismo los amigos, la cotidianidad y el mar como refugio emocional. La promesa de que todo pasará, el despojo del miedo y el empuje para dejar atrás los males desembocan en una máxima que no por cruda deja de ser cierta: “…no se programa el amor, no se puede evitar el dolor”.
Como golpe final, “Corazón”, la desgarradora balada que Carolina Donati elige para cerrar el álbum, termina por deshacer una historia amable en la que todo parecía estar bien.
El tracklist de “ME FUI DE LA FIESTA” es una celebración de la vida. Su belleza, aún con lo exasperante e impredecible, es aquello por lo que cada día cuenta. Para Carolina Donati, que endulza el camino para más tarde teñirlo del amargor que todos alguna vez conocimos, un recuerdo desbloqueado en medio de la soledad, el mantra “mañana voy a estar mejor”, una carta que jamás llegó a destino y un optimismo corrompido son parte del viaje. “Corazón”, la pieza que cierra el disco, parece abrir las puertas a una nueva aventura, deslizar la promesa de un cambio de piel y enseñar al mundo que, así como de todo se aprende, de todo se sale.