Por Carolina Camacho
“Caminos bajo el río” no es ni pretende ser una novela histórica, es una novela de ficción, el único hecho real que a su vez es eje de la novela, es el bombardeo de la Plaza de Mayo, la novela fue publicada en el año 2013 por el autor Rodolfo Camacho (artista plástico, cineasta y escritor, entre otras disciplinas artísticas).
Faltando poco para un nuevo aniversario de este hecho, el próximo 16 de junio, cumpliéndose 70 años de dicho suceso que quedó grabado a fuego en la memoria de nuestra sociedad.
Sin embargo, en la escuela primaria y secundaria pocas veces nos hablan de este hecho histórico y sucedió y fue tremendamente trágico, ya que murieron centenares de inocentes y hubo infinidad de heridos. El objetivo era la población civil. Y no es demasiada la literatura que toca este tema, por lo que intento revalorizar esta obra de mi padre. Son pocos los hombres de su generación en este país que se atrevieron a tocar este tema en su literatura.
El ataque aéreo fue pergeñado por conspiradores militares, civiles y religiosos, siendo el objetivo el derrocamiento de Perón, como si se tratara de querer aleccionar al pueblo, escarmentarlo para dejar bien claro quiénes eran los que mandaban. El odio era el vehículo para poder llevar a cabo semejante acto atroz sobre la población.
En la ficción todo transcurre entre Buenos Aires y la base naval de Punta Indio, lugar desde donde despego la cuadrilla de aviones que ejecuto el ataque.
Hubo todo un proceso de investigación para la escritura de esta novela de parte del autor.
La novela indaga en los distintos abordajes y embestidas neoliberales de los que fuimos victimas como población en la ultima mitad del siglo pasado. Un intento de memoria, aunque bastante bastardeada, memoria al fin.
Desde lo fantástico de personajes como Lloy, Victorio Lopumo, Wilkens y Radowinsky, esos viejos anarquistas que junto con el autor se hacen muchas preguntas que tal vez no tengan respuesta, ni siquiera habiendo consumado la lectura de este libro. Tal vez son preguntas retoricas hacia la sociedad, o dirigidas a quienes lean este libro.
Esos viejos y últimos anarquistas que mi padre pudo conocer en su adolescencia fueron una de las motivaciones e inspiraciones para la escritura de esta ficción, por sus sueños rotos y su sublevación ante determinadas injusticias, que también le quitaban el sueño a papá.
Rodolfo Camacho concluyo durante la prensa y lanzamiento de la novela (2013) en que este testimonio es absolutamente cinematográfico, dado que pudo conocer y apreciar la disciplina del cine en su juventud, es que entendió lo fotográfico de sus imágenes narrativas, que a la vez fueron fluyendo en el colorido de su escritura y desde el conocimiento del territorio a narrar. La novela es dueña de imágenes de gran valor audiovisual.
Atardeceres mágicos, sobrevuelos, política, peronistas y anarquistas, laburantes, disputándose las derrotas y los triunfos, pero eso sí, sin miedo a soñar un futuro mejor para sus hijos y sus nietos, y con grandes ansias de querer forjar un país.
“Caminos bajo el río” fue dedicada a su padre, mi abuelo, Salvador Camacho y a sus tres hijos, Pablo, Lautaro y yo. Mi abuelo, quien le hiciera conocer a mi papa también de adolescente ese coletazo verde y final del Amazonas en la desembocadura del Río de la Plata. En ese desborde de misterio que es Punta Indio. Así lo define el mismo en su dedicatoria final.