Tener un hijo y formar una familia ya no es el principal proyecto que tiene una mujer en la vida. Las condiciones sociales y económicas han llevado a que esta priorice su formación académica, y/o profesional, para luego afrontar la maternidad a una edad más avanzada. Hoy en día el congelamiento de óvulos es la técnica más requerida por las mujeres para posponer su deseo de ser madres.
La doctora Fernández Peri, ginecóloga y especialista en reproducción asistida, destacó que la cantidad de consultas aumentó un 40% respecto a los últimos 10 años. Desde el 2010 hasta el 2017 inclusive, hubo un crecimiento del 383% respecto a las pacientes que eligen recurrir a este procedimiento.
Asimismo, la sanción de la Ley de Fertilización Asistida, que establece que toda persona mayor de edad tiene el derecho de poder acceder en forma gratuita a procedimientos médicos para lograr el embarazo, significó un antes y un después. Entre el 2012 y 2013 (año en que se sancionó la ley), hubo un crecimiento del 149% en las primeras consultas por fertilidad. Según un informe, en 2013 unas 500 mujeres congelaron sus óvulos, en tanto en el 2016 fueron 4.000: más de 10 por día.
Sin embargo, el avance a pasos agigantados de la ciencia ha permitido que las técnicas mejoren. Actualmente, la vitrificación como método de congelación ovocitaria es uno de los procedimientos más requeridos. “Antes se utilizaba la técnica de la congelación lenta que no era eficiente. Hay que pensar que la célula tiene líquido adentro, por lo tanto se producían cristales de hielo que rompían toda la estructura celular en su interior”, explicó Fernández Peri.
Según la especialista, la tasa de sobrevida luego de la desvitrifación es del 95%. “Este es un método más rápido, se congela en pocos segundos y no se forman cristales de hielo. Hoy por hoy se utiliza todos los días en los bancos de óvulos para la gente que realiza ovodonación y los resultados son muy buenos”, puntualizó la médica.
“La técnica ha demostrado ser eficiente y cada vez se hace mayormente conocida”, apuntó. Sin embargo, destacó que la edad ideal para recurrir a este método es debajo de los 30 años. Si bien luego también puede hacerse, la calidad y efectividad disminuye. “Las que más consultan para vitrificación ovocitaria son mujeres solas con una edad promedio de 38 años, aunque también lo hacen parejas que están pensando en diferir el deseo de ser padres, por viajes o motivos profesionales”, manifestó.
La mayor causa por la que se recurre a este procedimiento es la social. Es decir, por el retraso de la maternidad. “Cambió el mandato social. Hoy las mujeres deciden, o no, si quieren ser madres. No hay prejuicio, está naturalizado y pueden acceder automáticamente a cualquier opción”, remarcó la psicóloga Nancy María Bono, especialista en Maternidad.
Asimismo, la terapeuta profundizó: “Hoy en día la decisión de tener un hijo es una última elección de vida, porque la mayoría de estas mujeres hasta los 35 años han tomado otras decisiones, donde se priorizó la independencia económica o la formación intelectual, y luego recién después de eso aparece el mandato o el deseo de tener un hijo”.
En ese sentido, destacó que también ha cambiado el paradigma de lo que es la familia. “Actualmente la mujer puede decidir cumplir su deseo por ella misma. El tener un hijo ya no se proyecta en función del modelo tradicional de familia. Es una decisión que se está tomando muchas veces de manera individual”, agregó.
Según datos de la Dirección General de Estadística y Censos porteña, en 2015 el 80% de las familias monoparentales –que representan el 12% del total– tenían como jefe de familia a una mujer. A nivel nacional, los últimos datos del censo establecían números similares: de los más de 12 millones de hogares familiares, los monoparentales contabilizaban más de un millón y medio (más de un millón son mujeres con hijos).
“No son pocas las mujeres atravesadas por esta realidad, por lo tanto, es importante estar informado de las alternativas, sus riesgos, y las expectativas que conllevan”, concluyó la especialista.
Por Belén Corvalán