Por Laura García Racciatti
El fin de semana estuve mirando el documental que Netflix estrenó sobre la muerte de Gabby Petito, una joven neoyorquina que era dueña de una dulzura que estaba estampada en sus ojos, sonando en su voz como una melodía del viento, que además traspasó las fronteras de su país cuando desapareció en agosto de 2021.
Esta chica llamada Gabrielle, o Gabby como la conocían en su círculo cercano, tenía un gran sueño: vivir viajando y crear contenido para convertirse en una youtuber reconocida. Renunció a su trabajo, cambió su auto por una van que acondicionó como una pequeña casa rodante para dedicarse a viajar junto a su novio, con quien se había comprometido tiempo atrás y con el que ya convivía en casa de sus futuros suegros previo a comenzar esa aventura.
Esta jovencita, portadora de un brillo cautivador por dentro y por fuera, buscaba llegar a ser influencer creando contenido para lograr triunfar en su propósito de subir contenido a una plataforma digital mientras recorría algunas ciudades de su país en compañía de su compañero de vida.
El verano estadounidense los encontró atravesando esa geografía, viajando y viviendo en la mini van establecidos temporalmente en los paisajes naturales y silvestres de Wyoming, en el parque nacional de Yellowstone ubicado al noroeste de Estados Unidos.
Viajar y convivir con otra persona puede resultar un gran desafío para cualquiera y hay que estar preparado para llevar a cabo tal hazaña. Casi ningún viajero muestra cuando la está pasando mal o cuando su entorno está desordenado, cuando se enferman o cuando algún imprevisto arruina sus planes y los cambia por completo. Poco se habla de la otra cara de vivir viajando; cuando se pasa frío o calor extremo, cuando se cuenta con el dinero justo, con alimentos limitados por lo que en ocasiones puede significar un malestar prolongado o un mal humor permanente y hay que saber lidiar con ello para continuar el trayecto con una sonrisa a pesar de los contratiempos.
Gabby estaba en la flor de la edad, contaba con toda la vitalidad y energía, y la inexperiencia de su juventud no le permitió ver a tiempo la toxicidad del vínculo que tenía con su prometido. Se ve que ella cargaba con una gran angustia y solo ella misma sabía cuánto le pesaba dentro; esto quedó al descubierto en imágenes difundidas al momento de su desaparición cuando los policías los detuvieron en la ruta luego de haber sido denunciado un hecho de violencia en el vehículo que compartían, en pleno movimiento. Un ataque de angustia luego de ser parados en el medio de su viaje deja entrever la falta de recursos psicológicos para manejar esa falla en su relación. Es que ella lo amaba y apostó todo por una relación que resultó siendo tóxica y lamentablemente no supo frenarlo a tiempo (o quizás lo comprendió demasiado tarde).
Qué importante es saber ver y entender que quizás lo que se muestra en las redes sociales no es así como se ve en la pantalla, que todos muestran lo mejor que tienen para mostrar. Qué importante es reflexionar sobre el tema cuando para el afuera se expone una vida liviana, libre y sencilla pero puertas adentro puede estar ocurriendo algo horrendo. Lo mismo sucede con quienes eligen vivir una vida nómade. Por supuesto que todos podemos tener días malos, pero lo lógico sería poder lidiar con ello y no estaría mal mostrar que los creadores de contenido son seres humanos comunes a pesar de la masividad del alcance de su actividad.
Quienes hablaron y participaron del documental dieron fe del maltrato físico y psicológico por parte de Brian, el novio de Gabby, y pudieron unir las piezas del rompecabezas al descubrir el desenlace fatal. Así y todo, Gabby se esforzaba por complacerlo y evitar molestarlo y era evidente el peso de la angustia que la aquejaba pero de todas formas quiso seguir adelante con la relación y con su plan de registrar todo en videos para luego subirlos.
Aunque sus días viajando con Brian no hayan sido fáciles (o quizás algunos sí), Gabby estaba decidida a convertirse en influencer y a pesar de todo mantenía la ilusión de ocuparse de crear y editar contenido con la pasión que sentía por ello. Así que antes de su desaparición se decidió a compilar y editar las imágenes de los días transcurridos en la travesía y subió a youtube su primer y único video. El dato de color es que este clip contaba con tan solo quinientas vistas al momento de estrenarlo en su canal y al día de hoy supera los nueve millones de reproducciones.